Maria Rodés arrastraba desde la época en que grababa el primer álbum que firmó con su nombre y apellido,
“Una forma de hablar” (2010), la idea de hacer un disco de versiones de canciones popularizadas en el cine. De esa semilla surge algo mucho más interesante, este claramente titulado
“Maria canta copla”, en el cual Rodés lleva a su terreno estándares de la canción española de la posguerra. Ni los clásicos de Quintero, León y Quiroga ni el cancionero popularizado por Concha Piquer, Imperio Argentina, Marifé de Triana o Lola Flores formaban parte de su bagaje musical, pero Rodés hace suyo el repertorio con unos arreglos en los que conviven en equilibrio el pop onírico y atmosférico ligeramente experimental de
“Sueño triangular” (2012), su anterior trabajo, con el respeto al espíritu andaluz de los originales.
Neblinas de textura electrónica dan paso a punteos de guitarra española, para los cuales Rodés ha contado con Mario Mas (Sílvia Pérez Cruz). Albert Pla es el marinero en un
“Tatuaje” donde el acordeón se alterna con un sintetizador espectral. Y Maria juega con su voz y se cree el papel de coplera, evitando los excesos de las folclóricas: la intención de todos los arreglos es aligerar las canciones del tremendismo propio del género. Porque versos como
“He comprao tres puñales para que me des la muerte” no necesitan adornos que enfaticen su dramatismo: valen por sí solos. ∎