“El silencio es testigo de mi cambio y me anima a seguir”, recita Marina Gallardo en un tono entrecortado, casi maquinal –sí, recuerda mucho a la madrina vanguardista Laurie Anderson–. Es la frase con que da comienzo “El silencio”, primera composición de “Cómo pasa el tiempo”, quinto álbum de esta joven andaluza de 40 años. También es el primero que canta en castellano, paso audaz y positivo para su estreno en Plan B, ya fuera de Foehn Records, su anterior sello, y lejos de las producciones de Paco Loco de sus dos primeros discos –ahora es Raúl Pérez quien ayuda en sus labores técnicas–. Como si estuviese aprendiendo a cantar en su propio idioma, Gallardo quiere hacerse comprender empleando una vocalización calculada, sin perder una sola sílaba en el fraseo, casi puntillista, como la música de un álbum de arreglos electrónicos minimalistas y un tono similar al de reprogramadores del folk nacional como los murcianos Maestro Espada.

La lógica de Gallardo es más poética si cabe, pero igualmente mágica y con la mirada puesta en los caliginosos orígenes, siempre matizados por el tiempo. También hay saetas turbadoras como “Sobre el olivo”. Constantes son las referencias a la naturaleza, una de las temáticas favoritas del dark folk, indisolublemente unida al biorritmo humano, el suyo propio, y a los hermosos pensamientos que Marina sabe traducir con inteligible musicalidad, prosodia y sencillez –hacerlo así es un arte de lo más complicado– sobre la existencia frágil. Las palabras se entrelazan pausadamente, disfrutando del silencio –sin sus mudos corchetes no habría música– con sonidos tecnológicos, cadenciosos y pulsantes, predominantemente atmosféricos –recuerda en ocasiones a los Orchestral Manoeuvres In The Dark de “Architecture & Morality” (1981)–, haciendo de su pop electrónico un caso único en el panorama nacional, antítesis elegíaca –pero en general vitalista y celebratoria… “Llena de sed”– de la vacuidad dance que triunfa en otros ámbitos.

El disco concluye con “Al sur”: “Hay una puerta al sur que lleva mi nombre, en el cielo estrellas de mar y las olas se visten de sal; se escucha a lo lejos un movimiento, las calas, los puentes, protegen del viento, y yo sigo aquí, mirando tus ojos, surcos de plata, a media mañana”. La madurez que alcanza Marina Gallardo, oriunda de la localidad gaditana de El Puerto de Santa María, está a la altura de la belleza que ha inspirado siempre la bahía de Cádiz, y culmina en este disco austero y exploratorio, un trabajo extraordinario que puede resultar perturbador al igual que lo fueron canciones como “Tierra negra”, de Décima Víctima, sin más alharacas que la fuerza de su elocuencia y síntesis expresiva. Suspendido en el aire, “Cómo pasa el tiempo” propone con su escucha una de las mejores formas de no perderlo. Y Gallardo lo ha aprovechado muy bien. ∎