Álbum

Max Richter

In A LandscapeDecca-Universal, 2024

16. 10. 2024

Los trabajos de Max Richter vienen siempre cargados de fuertes significados extramusicales: la invasión de Irak –“The Blue Notes” (2004)–, el sueño nocturno –“Sleep” (2015)–, los derechos humanos –“Voices” (2020)– o la expatriación –“Exiles” (2021)–. Grabado lejos del mundanal ruido en su estudio del condado de Oxfordshire, rodeado del idílico paisaje inglés que tanto ha inspirado el arte, “In A Landscape” no es una excepción, más abstracta esta vez pues se refiere a la “reconciliación de polaridades”.

Acorde con tan noble objetivo, en el álbum conviven dos tipos de piezas. Las que se sitúan en el centro del paisaje conceptual ideado por Richter serían aquellas instrumentalmente más clásicas, extensas y quizá expresivas por su potente carga semántica. “They Will Shade Us With Their Wings” empieza como una obertura wagneriana y acaba remitiendo a Gavin Bryars. “A Colour Field (Holocene)” se acercaría al pop de “Secrets Of The Beehive” (1987), de David Sylvian –el Holoceno es nuestro tiempo geológico, bastante perturbador como todos sabemos–; “And Some Will Fall”, con sus ocho minutos y un arpegio tristísimo de viola, es la pieza más posminimalista de un disco trufado de melodías. “Late And Soon”, otro adagio dramático con bellos contrapuntos de cuerda en crescendo, es una polaridad resuelta en sí misma de forma limpia e incruenta.

La melancolía prevalente prosigue con “Andante”, donde nos acordamos de Ryuichi Sakamoto, pero también de los Durutti Column más otoñales, y viceversa. Algo similar sucede en “Love Song (After JE)” con su pausado diálogo de piano, violín y violonchelo. “The Poetry Of Earth (Geophony)” es otra bonita pieza contrapuntística donde la unión de opuestos se produce por la suma paulatina de instrumentos, cada uno con su propia línea melódica –recuerda mucho a los Penguin Cafe Orchestra contemplativos–. “On Silent Words” introduce la vena electrónica neoclásica de Richter insuflando tensión con sus secuencias ambientales en contraste con el propio título del corte. “A Time Mirror (Biophony)” no deja de ser un tema de transición próximo a un drone bastante lóbrego, y “Movement Before All Flowers” pone cierre al disco con un tono algo más optimista.

La disparidad se pone de manifiesto más aún con en el segundo tipo de cortes a los que nos referíamos antes y que Richter ha decidido titular “estudios de vida”, numerándolos del I al IX en teutónica alternancia con las piezas anteriores. Son composiciones minimalistas elaboradas con sonidos de campo, apuntes electrónicos pulsantes –a lo Biosphere–, industriales otras veces, sutilmente percutantes o puramente ambientales. También hay alguno acústico, como “Life Study VII”, con sus pianos lejanos y pasos entre lo mundano y lo liminal, de nuevo en contraste con las piezas más convencionales.

Richter ha desarrollado un sonido propio que se mueve libremente entre la música clásica, orquestal y de cámara, la cinematográfica –son numerosas sus músicas para bandas sonoras: “Vals con Bashir”, “La llegada”, “Ad Astra”, “Spaceman”, “The Veil”...– y el ambient electrónico. El autor alemán reconcilia esos tres mundos con su nuevo álbum, dibujando un nuevo paisaje sonoro con las herramientas de siempre, puede que el más accesible de cuantos ha creado. No habrá resuelto ninguna polaridad, pero ahí queda eso. ∎

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