Hemos pasado de ansiar nueva música de Mica Levi –entre la banda sonora de “Jackie” (Pablo Larraín, 2016) y el EP “Slow Dark Green Murky Waterfall” (2018) pasó demasiado tiempo– a vernos casi desbordados de ella. El año pasado llegaron dos referencias: el último disco del grupo antes conocido como Micachu And The Shapes y ahora como Good Sad Happy Bad, irreverente “Shades”, y el firmado a su nombre “Ruff Dog” (2020), cruce de pop ensoñador con erupciones grunge. Bueno, tres referencias si contamos su score para el corto “Sirens” de Nan Goldin.
A punto de malcriarnos, Levi empezó 2021 publicando por sorpresa “Blue Alibi”, en el que contaba, y mucho, la participación de su colectivo CURL, que incluye a Coby Sey y Brother May. No tanto después ha llegado “Zola”, su banda sonora para la probablemente primera película basada en un hilo de Twitter. Último episodio en la carrera innovadora como bandasonorista que inició con su inasible trabajo en “Under The Skin” (Jonathan Glazer, 2013) y siguió con “Jackie”, “Marjorie Prime” (Michael Almereyda, 2017), “Monos” (Alejandro Landes, 2019) y “El Mangrove” (Steve McQueen, 2020).
En la película dirigida por Janicza Bravo, Taylour Paige es A’Ziah King, alias Zola, la mujer engatusada por la misteriosa Stefani (Riley Keough) para viajar de Detroit a Florida y probar suerte como stripper. La seducción tenía truco: cuando pasa a recogerla, Stefani viene acompañada de un misterioso compañero de piso, X (Colman Domingo), y un novio celoso, Derrick (Nicholas Braun). Zola acaba atrapada en el trabajo sexual e inesperados trances, pero emerge mentalmente lúcida, a pesar de todo. 148 tuits resumidos de forma, al parecer, fascinante en 86 minutos.
La de “Zola” no es, quizá, la banda sonora más fácil o apropiada de reseñar sin haber visto la película. Abstracta y fragmentaria, se presta poco al home listening, a la escucha separada del soporte visual. Pero no por ser menos disfrutable que, digamos, “Under The Skin” deja de ser menos admirable. Levi rechaza de nuevo cualquier cliché de la banda sonora y se deja llevar por impulsos propios, reinventándose por milésima vez.
El primer tercio tiene aires de cuento de hadas, quizá por espejear el mundo de posibilidades que Stefani abre ante Zola. Lo que parece un arpa sintética, sintetizadores titubeantes y melodías como de caja de música se entrecruzan en el espacio. Pero, como en “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”, comparación servida por la crítica Sheila O’Malley, en este cuento hay trasfondo oscuro, que se empieza a sentir sobre todo en el dark ambient de “What Y’all Make”, una de las piezas más extensas y satisfactorias de la colección. Otra de las mejores es “Wanna Trap”, especie de reconstrucción del flute-rap a la que se añaden cuerdas en “Mind Blown” (y que encuentra un reverso aún más oscuro en “Goes Left”). También especialmente intrigante: “A Mess”, con sonido de trap ralentizado, espaciado y deshuesado. Escurridizos hitos de otra Mica Levi Experience. ∎
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