“Adentrémonos cuidadosamente en la oscuridad / Una vez que estemos allí recordaré mi camino / ¿Quién seré esta noche?/ ¿En quién me convertiré esta noche?”. La apertura del sexto álbum de Mitski nos guía por una belleza desasosegante con un cierto deje que recuerda a aquellos “Mysteries Of Love” a los que cantaba Julee Cruise en “Blue Velvet (David Lynch, 1986). Ese enigma de las relaciones íntimas es eje fundamental de “Laurel Hell”, pero también, y no menos importante, la idea de la transformación. “Supongo que esto es el final / Tendré que aprender a ser otra persona”, canta Mitski Miyawaki en “I Guess”. “Cuando vi a aquella chica que se parecía tanto a mí, pensé: ‘debe estar muy sola amando a alguien’”, lanza en “Should’ve Been Me”.
Puede jugar a ser crisálida que está a punto de convertirse en mariposa, pero la aparente serenidad con que la japonesa/norteamericana se refleja a sí misma partió de una de esas etapas extremas e impulsivas que siempre la han caracterizado. Abrumada por la desbordada adoración de sus fans, en 2019 anunció que iba a dejar la música y dedicarse a hacer algo completamente diferente. Afortunadamente, cambió de opinión, aunque regresó con unas canciones que había compuesto justo antes y que se revelaron a sí mismas como dotadas de una vida diferente a aquella con las que habían sido concebidas. No solo en su contenido, sino también en sus formas, ya que, al parecer, comenzaron siendo temas punk y luego country.
Al final, este “Laurel Hell” es su álbum más synthpop, y más accesible, con prácticamente todos los temas construidos al completo por Mitski y su colaborador musical de siempre, Patrick Hyland. Las guitarras nunca están en primer plano, y en la mayoría de los temas predomina cierta sensación de confort melódico con el que el tándem creativo juega muy bien al desequilibrio, en conflicto con la incomodidad de las letras, además de algunos recursos de producción y arreglos que rompen con lo que el cerebro y la memoria sonora del oyente creen que va a pasar. “The Only Hearbreaker” y “Love Me More” son dos hitazos que recuerdan a clásicos del electropop ochentero (seguro que, a cada cual que escuche, a uno diferente), mientras que “Should’ve Been Me” y “That’s Our Lamp”, ambas interpretadas con banda al completo, nos llevan a un pop para bailar las penas que recrea esas mismas sensaciones. A mí me hacen pensar al mismo tiempo en la Motown, ABBA, la música disco de los años 70 y Hall & Oates y, sin embargo, me suenan completamente contemporáneas. Una nueva transformación más en una artista que, tras haber sido telonera de Pixies y Lorde, lo será de su admirado Harry Styles (ya versionó en su momento a One Direction) en su próxima gira británica. Pop sin fronteras dispuesto a llegar a todos y cada uno de nosotros, porque, por encima de cualquier otra cosa, posee un don que dábamos demasiado por supuesto: Mitski canta como una verdadera diosa. ∎
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