Bajo
Suscripción
Llevan publicando desde 2016 –las dos canciones del sencillo “Heavy Breather” / “Pimp”–, pero no ha sido hasta hace unas semanas cuando Model/Actriz han editado su álbum de debut, un disco que, salvo error u omisión (que no siempre es lo mismo aunque a veces es igual), ya está entre los debuts más destacados de este 2023.
El cuarteto de Brooklyn –Cole Haden (voz y letras), Jack Wetmore (guitarra), Aaron Shapiro (bajo) y Ruben Radlauer (batería)– han amasado en “Dogsbody” un cóctel de excitante y sudoroso electro-rock que parece una referencia perdida de los buenos (¡ay!) tiempos del catálago de DFA. Baile, claro, y sexo (y los puntitos justos de introspección) que tienen en Haden, uno de esos no-cantantes rebosantes de carisma, una de sus bazas fundamentales. Haden, decimos, declama más que canta y sus intervenciones son un ancla llena de nervio y expresionismo para guiarnos por un paisaje nocturno de seres atrapados en clubes de paredes húmedas e iluminación escasa. Se entra en “Dogsbody” a través de “Donkey Show”, una pasarela que arranca sus motores a partir del minuto uno del tema: un sarpullido de rock industrial rebozado en frases como “Yes, yes, yes, heaven can’t erase the blackness from my heart / yes, yes, yes, even if only as an exercise of genre”. Aquí hay, sí, trazas del ADN de The Rapture o !!!, de ese dance-rock que reinó hace años pero que el cuarteto norteamericano reformula con una frescura que atrapa desde la primera escucha. Model/Actriz lo tiene, aunque sea difícil de expresar con palabras y sus referencias sean más que evidentes; es el mojo que se logra cuando el rock (y sus derivados) capturan el angst que circula por el aire de su tiempo y sabe transmitirlo en canciones de poco más de tres minutos: solo hay que detenerse en la intensidad que rodea “Mosquito”, con el mantra de “I want this life, I want this life, I want this life” repetido una docena de veces y cercenado al final con un escueto “I want this”.
“Crossing Guard” cita en su texto a Lady Gaga (“Like Germanota, Stefani / Pull the weight from under me”), uno de los ídolos confesos de Haden, y palpita como un cronómetro perfecto en la pista de baile de cualquier habitación adolescente.
El deseo absoluto, uno de los ejes del álbum, tiene en “Slate” uno de sus mejores puntos de anclaje con un beat minimalista y los estrofas de “When I walk, it’s your way / When I breathe, it’s your name / When I crave, it’s your hands / When I dream, it’s your face”, con un Haden en pleno éxtasis disolviéndose en la masa de ruino final. “Slate” enlaza con el respiro de “Divers”, que parece una visita a las estancias de Jamie Stewart y sus Xiu Xiu con las tinieblas atemperadas. Y “Divers”, a su vez, se engancha con un “Amaranth” –el disco está secuenciado como una mixtape o una sesión en directo, con sus picos y sus bajadas– que a su vez conduce a “Maria” (“Holds me with eyes that sing / I am not the man for him”) y sus minas ruidistas estratégicamente situadas.
La tenebrosa “Sleepless” (“Drawing our net across the bottom of the lake / pulling the bodies out, dragged to the pavement”) cuenta con la tape machine de Seth Manchester, coproductor del disco, un mal sueño de detritus industrial que, acudamos al tópico, podría sonar en un soundtrack alternativo de “Cabeza borradora”, último paso previo a la lírica de “Sun In” –de nuevo Xiu Xiu detrás de la puerta–, avistamiento de la claridad (“So bright with the sun in my eyes”) después del crucero por la noche oscura del alma.
“Dogsbody” es estimulante, seductor, sorprendente (hasta cierto punto), turbulento: lo carnal y lo cerebral en inmejorable equilibrio. Tomen nota. ∎
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