Reseñar este disco es absurdo e innecesario después de leer la hoja de promoción que ha hecho Nacho Vegas. Al menos, si uno no quiere robar nada de ahí. Yo no puedo evitarlo y, con su permiso, sampleo eso que dice de que
“Remate escribe canciones tristes en primera persona; Muni las interpreta en tercera persona y consigue que suenen aún más tristes”. Por lo demás, celebrar que, más de una década después de la disolución de los olvidados Maddening Flames,
Muni Camón haya vuelto a cantar en un disco entero y que sea como narradora (tan distante como cercana, transmitiendo siempre una emoción deslumbrante) de los siempre personales mundos de
Remate.
En su sexto álbum (¡nada de obra menor!), microhistorias de amantes y vueltas de campana con surrealismo y situaciones grotescas que, cuando te pillan desprevenido, te han dejado el corazón hecho trizas. Con personajes de nombres absurdos que presumen de ser, por ejemplo, el que mejor tuerce el gesto al este de Los Ángeles (solo a Remate se le puede perdonar eso) y con temas de duración mínima y detallismo máximo. Con el punto justo de locura, sus puentes e hilos entre canciones para dar sentido al conjunto y esos arreglos en los que, de repente, hay sitio para que entre Paco Loco metiendo ruido y nada parezca forzado.
Además, en el cuidadísimo libreto se adjunta una letra hipercáustica que luego no se canta (en “Air Conditioning”) y, en mi opinión, contiene las dos mejores canciones de toda la carrera de Remate:
“The Finest Fringe I” y
“We Are Hints”, esta última, a punto de romperse en la asunción de la derrota, con aroma de clásico imperecedero. Olviden de ponerse el cinturón de seguridad y estréllense con esta pequeña gran joya. ∎