“Mayday” es el tercer álbum de la canadiense de Ottawa afincada en Montreal Myriam Gendron. La autora de “Not So Deep As A Well” (2014) –aquel disco mágico donde ponía música y voz propia a poemas de Dorothy Parker– y el reseñado en estas páginas “Ma délire. Songs Of Love, Lost & Found” –revisión del folk de la francófona Quebec y otros territorios distantes– reincide en esa combinación de tradición y vanguardia que caracteriza sus trabajos, más de lo primero que de lo segundo, aunque su música suene siempre tan fresca. Una diferencia esta vez es que predominan las canciones propias, tres cantadas en francés, otras tres en inglés, una en ambas lenguas –la melancólica “Dorothy’s Blues”– y tres instrumentales titulados en inglés –“There Is No East Or West”–, castellano –“La luz”, uno de los cortes que iluminan precisamente el camino íntimo de “Mayday”– y francés –“Berceuse”, que significa “canción de cuna”–.
En esta ocasión está acompañada de nuevo por la guitarra de Bill Nace –Body/Head–, con el núcleo de Marisa Anderson, también guitarrista, Jim White –Dirty Three– en la batería y Cédric Dind-Lavoie al contrabajo, aunque su participación es dispersa, predominando la sensación solitaria. Más cerca de las penumbras reflexivas de Leonard Cohen –cuyos temas cantaba en el metro de París– que del lirismo, a veces no menos oscuro, de Rufus Wainwright, y mientras que en su anterior trabajo Gendron acababa de dar a luz, “Mayday” aparece marcado por la muerte de su madre, a quien rememora con su tono vocal de contralto en “Long Way Home”, una bellísima canción de añoranza consanguínea del clasicismo oceánico de Sandy Denny, Bridget St. John y otras damas del folk.
Gendron se ciñe a lo básico en “Mayday” –traducido como “auxilio”–, un disco fuera del tiempo que habla precisamente de él, en clave igualmente intimista, como en pasadas ocasiones, pero abriéndose a la creación total. La fuerza centrífuga de la compositora se manifiesta en los redobles jazzísticos y sonidos de ambiente de “Terres brûlées” –“tierras baldías”–, las improvisaciones instrumentales sobre melodía vocal de “Lully Lully” o la ya mencionada “Berceuse”, que cierra el disco con un desgarrador solo de saxo –a cargo de Zoh Amba– remitiendo al Peter Hammill más emocionante. El tercer lugar que ocupa ahora mismo “Mayday” en la escasa discografía de Gendron es tan solo cronológico. Después de diez años de sosegada carrera discográfica, libre esta vez de coartadas folcloristas o literarias, la canadiense regresa con su álbum más personal. ∎
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