Álbum

Noga Erez

KIDSCity Slang, 2021

05. 05. 2021

“KIDS” es otro de esos discos concebidos durante un confinamiento, voluntario o no, que los artistas más privilegiados han aprovechado para rendir. Mientras que unos han mirado hacia su interior, músicos como Noga Erez y su novio/colaborador Ori Rousso levantan la vista de sus problemas personales –su nuevo álbum nació como homenaje filial– para señalar también otro tipo de constantes universales. Por ejemplo, que muchos líderes políticos se miran el ombligo –o lo de más abajo: sus sillones– aun en unos tiempos de crisis como los actuales que se suman a los enquistados hace siglos.

Natural de Tel Aviv –que significa, quizá irónicamente, “colina de la primavera”–, de ojos pendencieros, gestos desafiantes y anglófona para que se la entienda, la artista israelita sabe sortear con adictivo brillo pop las trampas de un campo tan minado como la denuncia social. Erez no solo habla de la problemática relación entre padres e hijos o de depresión. Entre otras cosas también se fija en la infancia expuesta a fuerzas irresistibles, como la de esos láseres verdes que te apuntan en la calle, del fake de las redes y, cómo no, de kosher y Dios.

Y lo hace muy old school: gracias a su dúctil voz, missy Erez canta y rapea todo lo que quiere, también a la velocidad de esos rayos lacerantes que describe pero con sus melodías pegadizas en el punto de mira (End Of The Road” podría ser el “Wannabe” de unas Spice Girls con más picante que maquillaje), recuerda a Massive Attack o al Tricky de los buenos momentos (Knockout”), recurre al funk bailable cuando se tercia (con la distópicaNo News On TV”), introduce seductores arreglos arábicos (Kids”) y replica la prosodia de un Kendrick Lamarr bajo tempo cananeo (Bark Loud”) o los tics sonoros del gueto, es posible que nunca mejor dicho, a lo Jackmaster Flash (Story”).

El efecto final del segundo largo de Noga Erez es euforizante por su enorme despliegue de energía. Un álbum sin momentos flojos, que revitaliza las posibilidades del hip hop blanco gracias a la sencillez de presupuestos, a la variada paleta de sonidos que conforman su materia prima y a su inteligente accesibilidad. Ingredientes más que de sobra para postularlo a mejor disco bailable –con fundamento, socarronería cockney-hebrea (VIEWS”) y uno de los colofones más felices (Switch Me Off”)– del año. ∎

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