Como IDLES, abanderados de ese brutalismo rebosante de ternura, también tienen Pablo García Diaz y su álter ego artístico Pablo Und Destruktion algo de dualidad extrema, de terapia de choque a base de abrazos y puñetazos. Ahí están, por ejemplo, “Conjuro de cierre” y “Esos fueron los días”, cara y cruz, negativo y positivo, de este nuevo álbum con el que el músico asturiano sigue ahondando en la canción rebelde y el folk desfigurado. La primera, descarnada y visceral, es un ajuste de cuentas en toda regla; la segunda, una versión de la canción rusa “Dorogoi dlinnoyu” a dúo con Fee Reega, una sentida y tierna evocación de los años pasados, de la juventud perdida. Y de la fricción entre esas dos fuerzas, entre esos dos extremos, surge, imponente, “Ultramonte”, trabajo con el que el autor de “Vigorexia emocional” (2015) va un poco más lejos en su intento de alumbrar un nuevo folk astur con coraza industrial y raíces rurales.

Así, si “Futuros valores” (2020), su anterior trabajo, tenía algo de repliegue sobre sí mismo, de disco tirando a convencional con más de un guiño al “Actos inexplicables” (2001) de Nacho Vegas, “Ultramonte” es un decidido y valeroso paso al frente en el que conviven gaitas y sintetizadores, riffs mellados y fábulas hipnóticas, chigres con olor a serrín y electrónica antigua (que no vintage). La portada, con el músico empuñando una guadaña ensangrentada a las puertas del Congreso, ya pone sobre aviso, aunque en realidad “Ultramonte” no es tanto un disco sobre revoluciones sino sobre resistencias y trincheras interiores. Sobre cantarle a la vida y plantarle cara a estos tiempos aciagos a golpe de himnos trotones como “Cruz de la trova”, ritmos maquinales y canciones que, como “Medalla de oro” y “La caja”, suenan como si José Luis Perales hubiese tomado los mandos de Einstürzende Neubauten.

El faro a seguir son aún Nick Cave y las oscuras intenciones de los Bad Seeds, pero aquí hay espacio también para viejos héroes porteños (“El salto de Charly García”), latigazos industriales (“Lobito”), folk-rock polvoriento y rural (“Comunismo y libertad”) y menciones a la pandemia y al confinamiento que harán pasar al asturiano por, según quién escuche, crítico libertario o negacionista militante. He aquí, una vez más, los extremos; los polos opuestos de un disco que, a juego con los tiempos que corren, le ha salido a Pablo Und Destruktion abierta y decididamente bipolar. No hay más que ver el camino que recorre hasta llegar a “Firmamento”, fundido a negro de perfiles góticos y reflejo distorsionado de la inaugural “Lobito” (ahí está, rizando el rizo, el mismo eco sintetizado), para comprobarlo. ∎