Debutar en largo así de corto es muy Pantocrator. Corto pero intenso, que también es muy de buen espresso. Ni quince minutos tarda en cepillarse el cuarteto barcelonés el que es su debut con Helsinkipro, haciendo honor a una de las barras de “Sintonía del caos”: “Perdí la satisfacción de ser productiva / Pensar me produce estrés, ya no hay salida”. La productividad es la servidumbre del capital. Pero no solo es una cuestión de trabajo o de crisis creativa. Camuflan muy bien, eso sí, la falta de presupuesto y el acomodo a unas circunstancias siempre precarias. Les sienta bien.
Han grabado “Sálvame” en el garaje de los padres de Marta con micros prestados, y han vuelto a demostrar que no necesitan mucho más para craftearse su propia diana y un misil teledirigido hacia su triple veinte. Cuando tengan dinero, yo no sé. En esos apenas quince minutos que dura “Sálvame” –menos que muchos de los intermedios publicitarios del famoso espacio de Telecinco, que paradójicamente ha tendido a eternizarse–, Pantocrator resumen, bajo la escaleta de uno de los programas de Jorge Javier Vázquez, la ansiedad vital millennial, la decepción, la crisis romántico-sexual, la falsedad frívola de las redes sociales o las actitudes tóxicas. Y lo hacen siempre con un cinismo afilado y muy suyo. Cansados de entender que vivimos en una sociedad. Nada va a cambiar, así que vamos a hacer ruido urgentemente y a quejarnos de lo que nos toca, parecen berrear. Eso es el punk, en definitiva, y además Pantocrator saben hacerlo colisionar muy bien con la agudeza melódica y destartalada del power pop: su fórmula nos suena al mismo tiempo muy familiar y al mismo tiempo única y especial, con ese deje de western rock que a veces asoma en las guitarras y en los ritmos. Se respira de cerca en la morbosa “Exclusiva”, pero en cuestión de un parpadeo en forma de contestador automático ya están plantados en el trallazo punk metal de “Teléfono de aludidos”. O en “Publicidad (Estado del malestar)”, la joya escondida de “Sálvame” –resulta hasta poético– y el tema más político del disco, una divertida crítica a la voracidad capitalista.
La esencia, en esencia y valga la redundancia, la vemos en los temas más melódicos, desgarrados siempre en la voz de Marta. Como “Polígrafo”, que los conecta con sus compañeros de bebidas y batallas Alavedra. También “Gala de confrontación”, con sus sintes de fantasía y su pragmática visión de una discusión de pareja, o “Continuará (Jeta)”, que viene a cerrar el ciclo de la vida misma y del disco rubricando un retrato de los propios Pantocrator, como al principio. “El mundo es de la gente con jeta y yo no tengo las ganas ni el valor de ser así, de echarles tanta jeta”. Más de una lección y más de dos le dan a muchas bandas de la industria. ∎
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