Puede que Chucho haya sido (y siga siendo) nuestro can favorito, pero por ahí asoman
Perro, feroces y musculados, para arrearle un buen bocado a la facción más retorcida y enrevesada del rock estatal y no soltar la presa hasta tocar hueso.
“Tiene bacalao, tiene melodía” (2013) y
“Estudias, navajas” (2015), sus dos primeros trabajos, ya pusieron sobre aviso y dieron buena cuenta del desparpajo con el que los murcianos conseguían equilibrar erupciones post-punk e inquietud experimental, pero es
“Trópico lumpen” el disco que marca un antes y un después, y activa el turbo de su mutante y afilado krautrock.
El cambio, de hecho, es notable: acompañados por Joe Carra (responsable de la masterización), productor asociado a nombres como King Gizzard & The Lizard Wizard o The Drones, Perro desmenuzan las melodías para ahondar en las texturas compactas, el traqueteo rítmico de tren de mercancías y la expansión instrumental. El ejemplo más claro de este nuevo rumbo bien podría ser
“Disco mascota”, siete minutos de sintetizadores, motosierras rítmicas, electricidad gomosa y acelerones cósmicos que acaban contagiando todos los rincones de un trabajo que multiplica la intensidad y contundencia de los murcianos. Un disco que, impulsado por la guasa críptica y el jaleo acorazado de
“Sin ser yo nada de eso” y
“Pickle Rick”, se presenta como una versión corregida y aumentada de todo lo que habían hecho hasta la fecha, y que resulta también mucho más equilibrada. ∎