Álbum

Rafael Berrio

No es para menos. Canciones inéditas (1984-2018)GASA-Warner, 2025

11. 04. 2025

Nació en San Sebastián el 24 de octubre de 1963 y murió el 31 de marzo de 2020. En 56 años pudo publicar solo nueve álbumes. Sin embargo, Rafael Berrio fue un compositor voraz y “No es para menos” recoge una generosa porción de ese catálogo inédito. 47 temas distribuidos en dos CDs subtitulados “Adiós, hola y adiós” y “Cabaret utopía” cuyo triaje ha recaído principalmente en Joserra Senperena, productor y muchas cosas más en los discos de su amigo “1971” (2010) y “Diarios” (2012), adaptador junto a él de la ópera chica de 1933 de Pío Baroja y Pablo Sorozábal “Adiós a la bohemia” (2017). Su labor ha consistido en separar los cortes inéditos –solo los encontrarán de este tipo en el doble CD–; seleccionar las tomas de mejor calidad técnica, pero había donde elegir: su estajanovista héroe podía registrar múltiples versiones de una misma composición, trabajando durante años en la letra –lo primero que hacía–, música o títulos, modificándola, mejorándola o transformándola hasta lo irreconocible; descartar los números que no fueran “puro Berrio”, como las maquetas que preparaba pensando en otros artistas –solo se ha incluido “Lo que importa”–. Cerca de 90 cintas, tres bobinas y cientos de audios hacinados en la grabadora portátil del autor para 120 horas de música.

El primer CD lo integran 21 canciones de rock’n’roll revitalizante, muy new wave, cuya frescura Berrio fue perdiendo con los años. Recordemos que entre los primeros pasos con U.H.F. y el primer álbum de Amor a Traición –homónimo, publicado por el mítico sello madrileño Grabaciones Accidentales en 1994–, sus dos grupos clásicos, pasaron casi tres lustros. Esa deceleración se percibe en los tres últimos temas del CD, pertenecientes a un disco inédito grabado en 1992, pero “El amor a traición” se encuentra entre los cortes más potentes del catálogo de Berrio gracias a la electricidad de una banda cohesionada y en ebullición; “A través de la noche” suena al latin rock neoyorquino de Mink DeVille; “Héroes del Báltico” se encuadra en la moda post-punk de la “guerra fría” y se alinea con temas como “Ataque preventivo de la URSS”, de Polanski y el Ardor, pero mejor la de Berrio con un admirable coro femenino a lo Leonard Cohen. “Candy dice” no es una versión de “Candy Says”, de Velvet Underground, pero el parentesco con Lou Reed es de primer grado. Escuchen “A quién le importa el qué dirán”.

Gran parte del material ha sido conservado por Gema Amiama, la compañera del cantante, aunque Cheli Lanzagorta, antiguo teclista de Amor a Traición, poseía cintas de la banda con muy buen sonido; cuentan que el reservorio más abundante en cuanto a canciones inéditas. Senperena y Lanzagorta hablan de diez canciones de este palo descartadas por cuestiones de espacio, entre ellas, alguna favorita de los fans más conocedores como “Cabiria”, “Podría pasar un ángel” o “Muchacho salvaje” –¿quizá para una adenda futura?–. La digitalización, limpieza y masterización del material ha corrido a cargo de Jean Phocas en sustitución del fallecido Jonan Ordorika en agosto de 2023 –fue quien se ocupó de la grabación de “Paradoja” (2015), tercer álbum de Berrio con su nombre propio en portada–. En el asesoramiento literario y en la elección de títulos cuando no estaban identificados por el autor, lo cual ha sucedido especialmente con el segundo CD, compuesto por los temas “improvisados” de un Berrio armado solo con su voz, guitarra y dispositivo grabador, ha colaborado el escritor Harkaitz Cano. 26 temas desnudos donde se han querido conservar algunos apuntes en viva voz de su meticuloso autor, como es el caso de “Amalia” justo antes de dar a la tecla de registro. La edición contiene un amplio libreto con letras y textos de Iñaki Berrio –mentor y autor de muchas letras del hermano en los inicios de su carrera (y recordado William Ex en las páginas de Rockdelux en los años ochenta)– y de nuestro querido compañero Ricardo Aldarondo. El diseño ha corrido a cargo de Lanzagorta, coproductor de la recopilación junto a Senperena.

Esta recopilación histórica puede ilusionar a los convencidos, convertir a los reticentes y quizá poner a Berrio en su lugar, desde luego en esa faceta rocanrolera con enjundia comparándola con propuestas más conocidas como Loquillo, 091 o Burning –no digamos Tequila–. “Adiós, hola y adiós” apunta al Lou Reed de los años setenta, a Johnny Thunders –con quien Berrio guardaba cierto parecido físico pero mejor destino– o los primeros Television, pero “Cabaret utopía” revela una dimensión desconocida, la del crooner que en la preciosa “Utopía” mejora cualquier cosa de Sabina. Cortes libérrimos, relajados pero bien concluidos, acordes afilados con sentido del humor –“Posmeridiano”–, visiones pastorales –“Exilo campestre”–, reflexiones filosóficas –“Vivir el presente”–, crítica social –“Me asquean, me oís”– y política –“Mañana sol”–, sexo –“Grecolatino”– y poéticas imágenes de autenticidad reinventada en general, que es la del arte genuino. El descubrimiento debió de resultar emocionante –y agotador– para los curadores de este titánico memento de amor por la obra de un maldito vocacional, o como se quiera decir, con causa en el tsunami del rock radikal vasco o debido a la comercialidad formularia de otras bandas de la ciudad con planteamientos líricos mucho menos complicados. Que se atreviera a recitar textos de Ciorán, histórico del cinismo lúcido, solo habla a favor de Berrio, cantante versátil de eufónica dicción y expresividad natural: se le entiende siempre hasta la última sílaba.

¿Es una pena que Rafael Berrio no les diera mejor vida a muchas de estas canciones perdidas? La respuesta es que sí, al menos en términos de desahogo y reconocimiento. Uno piensa inevitablemente en gente como Paddy McAloon, de Prefab Sprout, en cuánto material crudo atesorará en sus dispositivos artificiales. O en la cinta de Reed dedicada a Warhol que duerme en Pittsburg. O en las canciones que los padres de Nick Drake conservaron y regalaron a los peregrinos de Far Leys. Porque no hay nada que reprochar, sino todo lo contrario, en este tesoro encontrado que al fin puede vestirse de gala. Qué menos, ¿no? ∎

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