Ya empiezan a quedar lejos los tiempos en los que Raül Refree se sacaba de la manga LPs como “La matrona” (2005) y “Els invertebrats” (2007). En los mismos, Raül fue también la voz de unas canciones que ofrecen un ángulo melancólico en perfecta sintonía con el imaginario surrealista de Sisa y Vainica Doble.

Aquellos años de producción incesante nos dejaron siete álbumes de una riqueza lírica lo suficientemente autónoma como para poder considerarlos como uno de los tesoros más originales que nos ha brindado el pop español en este siglo.

Cuando menos, resulta curioso que el nombre de Refree haya sonado más después de haber dejado a un lado su producción musical como artista pop. Su respaldo a propuestas como las de Silvia Pérez Cruz, Rosalía y Rodrigo Cuevas, entre otros, le han proporcionado una reputación como productor estrella que él ha condensado en álbumes como “La otra mitad” (2018), su anterior LP como Refree, sin acompañamientos. Si aquel ya fue una portentosa demostración de resignificación eléctrica, paralela a los experimentos con las seis cuerdas de heterodoxos como Jim O’Rourke o David Grubbs, en “el espacio entre” llega todavía más lejos gracias a una focalización inaudita de la materia folclórica en terreno avant-garde. En este sentido, no hay más que dejarse llevar por la magia invocada en “La radio en la cocina”. En otras como “Todo el mundo quiere irse ya” y “No es tan fácil aquí” invoca el espíritu de Erik Satie para forjar una grabación de intenso poso hipnagógico, destilado en estas catorce piezas de un reloj instrumental que marca las horas de una sensación central: la del posclasicismo aplicado a la experimentación de la tradición ibérica. Bajo dicho modus operandi, Raül ha esculpido un disco de manecillas rotas en el tiempo. Uno armado en base a tres focos de su obra: seis composiciones de la banda sonora que compuso para la copia restaurada de “La aldea maldita” (1930), el clásico de Florián Rey; cuatro piezas extraídas del score que compuso para “Un día, una noche” (2022), de Isaki Lacuesta, y cuatro reinterpretaciones de “Lamento della ninfa” (1638), uno de los madrigales más aplaudidos del compositor italiano Claudio Monteverdi (1567-1643).

A través de esta disposición conceptual, Refree ha desplegado un crisol de comuniones estilísticas que obedecen a una premisa: transportar al oyente hasta el corazón de su taller sonoro, el de un artesano incómodo ante toda clase de arquetipo.

En su caso, y en el de este álbum, la emoción late a través de una consciencia mayor: ser testigos de una búsqueda continua de creaciones atemporales, escudriñadas entre la pulsión minimalista y la gestación de benditas mutaciones venidas del plano onírico.

A dicha voluntad, responden todas las canciones aquí recogidas, como “Lamentos de un rescate”, en la que nos topamos con una demostración de ambient flamenco que colinda con la inflamación operística de Orquesta de Las Nubes, el siempre reivindicable grupo comandado por Suso Saiz en los años ochenta.

En “Montañas vacías” y “Montañas vacías II” se marca lo que podría denominarse como una especie de footwork artesanal, no muy lejano a los experimentos acústicos de Aphex Twin. Por su parte, en “Las migraciones nocturnas” nos topamos con una obra de arte de la cual hasta el mismísimo Florian Fricke estaría orgulloso y que termina por confirmar la dimensión astral de tan excelsa ofrenda a las musas transgresoras de la inspiración. ∎