Respaldados por la intuitiva producción de Abel Hernández, “Fumarola” representa el punto álgido de inspiración y resultados en la trayectoria de unos Roldán que, para la ocasión, se han deleitado a sí mismos mediante una exhibición total de sus ambiciones creativas. Un conjunto de canciones en las que juegan con una serie de referencias que van de These New Puritans, en “Discusión imaginaria”, al recuerdo del proto post-punk seudocarioca que se sacó de la manga Lucio Battisti en “Anima Latina” (1974), su álbum más fascinante.
El hábitat natural diseñado para las enzimas instrumentales que alimentan estas canciones es claramente mutante. Una especie de organismo capaz de imaginar la cacharrería circense sinte de los años cincuenta mezclada con el diálogo instrumental de inflexiones imposibles creado por Björk en sus simbiosis lírico-musicales más complejas. En este sentido, el tono vocal de Juan Carlos Roldán gira sobre sí mismo en toda clase de inflexiones imposibles de las palabras. De dicha búsqueda de significantes renovados brota un abecedario sonoro repleto de soluciones vertidas en canciones que, como “Se me olvidó”, parecen haber sido concebidas con la idea de ser número uno en Marte. En otras, como “Ciudad más grande”, incluso brotan ecos helenos en su arquitectura instrumental, dentro de una tropicália semisinfónica de altos vuelos emocionales, que termina en un progresivo crescendo final sencillamente glorioso.
En todo momento, los desarrollos suenan imprevisibles, tribales, con claras referencias al pop global de Robert Wyatt, de quien parecen haber absorbido su espíritu para recrearlo en un cuerpo de acabados retrofuturistas. Una especie de canción mediterránea sci-fi que invita a pensar en un milagro cuando nos sumergimos en baños reparadores como los correspondientes a ensoñaciones del calado de “Marisma” y “Gamelán”.
El cinemascope vaporoso encuadrado en cada plano melódico refuerza la sensación de constante originalidad. Un trabajo concebido para transitar fuera del tiempo, ajeno a modas y todo intento de contextualización. En resumen, toda una inmersión a pulmón a través de la cual desfilan también recuerdos a Animal Collective, Stereolab, Japan e incluso Jon Hassell. No hay límites en esta obra total, en la que el líquido narrativo suena por medio de delirantes viñetas de costumbrismo surrealista. Las mismas a través de las que la voz de Juan Carlos llega a recordar al German Coppini de Golpes Bajos. Dicha sensación queda plenamente plasmada en la también fabulosa “Hombros siameses”. Y es que cuando hablamos de “Fumarola” lo estamos haciendo de un extraño objeto sin identificar. Uno con todas las propiedades positivas que conlleva pensar en dicha afirmación: este nuevo salto mortal plasma lo que raramente se puede definir como clásico contemporáneo. Uno que, incluso, supera en atractivos y resultados a su más que sobresaliente anterior LP, “Tus poderes” (2020). ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.