No será la primera vez (ni la última) que un artista japonés se siente fascinado por la cultura occidental (y viceversa). La música para piano de Ryuichi Sakamoto (1952-2023) es un buen ejemplo de ello, con su admirado Claude Debussy siempre en el punto de mira.
La hora y media larga de “Opus” es un magnífico retrato del músico de Nakano solo frente a sus partituras y su piano de cola Yamaha. Es un verdadero testamento, un acto de amor que su hijo Neo Sora le ofreció filmándolo –en riguroso blanco y negro– en septiembre de 2022 en un estudio del NHK Broadcasting Center de Shibuya interpretando veinte piezas de toda su trayectoria. El documental, como toda obra fílmica, es un fake: el montaje nos presenta a Sakamoto como si tocara las composiciones en formato concierto, únicamente interrumpidas por breves pausas. No fue así: el músico, acorralado por el cáncer que acabó con su vida el 28 de marzo de 2023, tenía que descansar entre las interpretaciones (ese significativo “Necesito un descanso, esto es difícil” que murmura casi en el ecuador de la película), lo que no impide que el artefacto sea un maravilloso responso sobre la vida y la obra (“opus”) de uno de los músicos más fascinantes del siglo XX y XXI (atención a esos planos finales con el piano sonando sin la presencia del intérprete: el arte siempre sobrevive a la muerte).
En la banda sonora de “Opus” están todos los Sakamotos, reducidos a su esencia, y el conjunto conforma una sinfonía de cámara que exprime la sustancia de un músico que hizo de la belleza su hoja de ruta creadora y que no se puso límites a la hora de experimentar con colaboradores del más diverso pelaje y prestar su talento tanto a bandas sonoras para videojuegos (el repertorio se abre con el “Lack Of Love” que ofreció en 2000 al life simulation del mismo título) como a filmes de prestigio contrastado (sí, aquí están los temas titulares de “Cumbres borrascosas”, “El cielo protector”, “El último emperador” y “Feliz Navidad Mr. Lawrence”). También hay visitas a su último álbum-diario en estudio (“12”, 2023), a su pasado en la influyente Yellow Magic Orchestra (el “Tong Poo” que abría la cara B del álbum de debut del trío nipón, publicado en noviembre de 1978) y un recuerdo para el añorado Jóhann Jóhannsson (1969-2018) en “for Jóhann”; también para Bernardo Bertolucci (1941-2018) en“BB”.
Tanto la película como el soundtrack –por ahora, solo en digital– son un estupendo mensaje de despedida lanzado en una botella que, sin duda, sobrevivirá a las tempestades de las modas y a las erosiones del tiempo. Arte puro, puro arte. ∎
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