Álbum

Sau Poler

NocturnoAtomnation, 2021

14. 07. 2021

Pau Soler, aka Sau Poler, lleva casi una década publicando regularmente referencias de baile tan eficaces como sutilmente experimentales, equidistantes de las herramientas esenciales de house, disco y techno y un marco de influencias más avant-garde y ambient. Referencias siempre en formato EP: al productor se le había resistido durante años el primer álbum, que puede ser tan difícil como el segundo. En palabras recientes a ‘Mixmag’, hablaba de “bloqueos creativos bastante jodidos”, pero a veces lo bueno cuesta. Y este “Nocturno” es mejor que bueno.

En su regreso a Atomnation, sello de Ámsterdam en el que debutó con aquel revelador “A Soundless Echo” (2013) y publicó después otros tres maxis a igual nivel, este mago badalonense del sampling y el mestizaje analógico-digital incide especialmente en su faceta más meditabunda, sin que eso signifique que “Nocturno” sea puro home-listening. Ejemplo de secuenciación, el disco arranca sin prisa pero sin pausa, alcanza su cumbre de agresividad hacia la mitad y se va replegando lentamente hasta llegar a una coda elegíaca. El elemento aglutinante es una neblina absorbente, una atmósfera misteriosa producto en gran medida del uso del delay de cinta Roland RE-301 Chorus Echo.

El propio Soler ofrece algunas pistas de lo que encontraremos en ““Nocturno” LP Inspirations”, recomendable playlist de Spotify con perlas de ambient techno, dub, proto-post-rock y otros géneros difusos. Es oyendo esa lista cuando caes en que, quizá, las guitarras de “Vireo” tengan su inspiración en el enigmático A Produce; o que el techno en slo-mo de “Labyrinths Of The Mind” provenga quizás de una escucha intensiva de Scan X.

“Vireo” y “Labyrinths Of The Mind” son el doble (suave) nocaut de apertura. La más uptempo “4:44” delata la influencia de las músicas de videojuego, también determinantes al parecer en la confección del álbum, mientras que “Strange Lands” tranquiliza a quienes temieran que Soler pudiera renegar del house. El aura mística de este tema se extiende, como en una magnífica trilogía, a la tensa “Fuga” y un corte de título explícito, “Ritualidad rítmica”, en el que la trompeta de Ramon Casamajó aporta color art-rock. A la altura de “Incertidumbres”, la principal referencia parece una que Soler no cita en su playlist: esos tintes con sonido como de zampoña remiten claramente al “andean step” de Nicola Cruz. Las guitarras de Alex Sardà, de Heather, saben a The xx. El corte no es inferior a la suma de sus partes.

Con su clima medio sobrenatural pero acogedor y su tendencia al groove obsesivo pero en constante, orgánica mutación, “Nocturno” se presenta como un disco ideal para trabajar y entrar en un trance de creativa productividad. Sobre todo de noche, quizá. Apoyan la idea el título del álbum y esa pintura original de la veterana Jane Dickson que ilustra la portada. Obra cohesiva en todo, meditada, redonda. Algo así lleva tiempo. ∎

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