Pau Soler, aka Sau Poler, lleva casi una década publicando regularmente referencias de baile tan eficaces como sutilmente experimentales, equidistantes de las herramientas esenciales de house, disco y techno y un marco de influencias más avant-garde y ambient. Referencias siempre en formato EP: al productor se le había resistido durante años el primer álbum, que puede ser tan difícil como el segundo. En palabras recientes a ‘Mixmag’, hablaba de “bloqueos creativos bastante jodidos”, pero a veces lo bueno cuesta. Y este “Nocturno” es mejor que bueno.
En su regreso a Atomnation, sello de Ámsterdam en el que debutó con aquel revelador “A Soundless Echo” (2013) y publicó después otros tres maxis a igual nivel, este mago badalonense del sampling y el mestizaje analógico-digital incide especialmente en su faceta más meditabunda, sin que eso signifique que “Nocturno” sea puro home-listening. Ejemplo de secuenciación, el disco arranca sin prisa pero sin pausa, alcanza su cumbre de agresividad hacia la mitad y se va replegando lentamente hasta llegar a una coda elegíaca. El elemento aglutinante es una neblina absorbente, una atmósfera misteriosa producto en gran medida del uso del delay de cinta Roland RE-301 Chorus Echo.
El propio Soler ofrece algunas pistas de lo que encontraremos en ““Nocturno” LP Inspirations”, recomendable playlist de Spotify con perlas de ambient techno, dub, proto-post-rock y otros géneros difusos. Es oyendo esa lista cuando caes en que, quizá, las guitarras de “Vireo” tengan su inspiración en el enigmático A Produce; o que el techno en slo-mo de “Labyrinths Of The Mind” provenga quizás de una escucha intensiva de Scan X.
“Vireo” y “Labyrinths Of The Mind” son el doble (suave) nocaut de apertura. La más uptempo “4:44” delata la influencia de las músicas de videojuego, también determinantes al parecer en la confección del álbum, mientras que “Strange Lands” tranquiliza a quienes temieran que Soler pudiera renegar del house. El aura mística de este tema se extiende, como en una magnífica trilogía, a la tensa “Fuga” y un corte de título explícito, “Ritualidad rítmica”, en el que la trompeta de Ramon Casamajó aporta color art-rock. A la altura de “Incertidumbres”, la principal referencia parece una que Soler no cita en su playlist: esos tintes con sonido como de zampoña remiten claramente al “andean step” de Nicola Cruz. Las guitarras de Alex Sardà, de Heather, saben a The xx. El corte no es inferior a la suma de sus partes.
Con su clima medio sobrenatural pero acogedor y su tendencia al groove obsesivo pero en constante, orgánica mutación, “Nocturno” se presenta como un disco ideal para trabajar y entrar en un trance de creativa productividad. Sobre todo de noche, quizá. Apoyan la idea el título del álbum y esa pintura original de la veterana Jane Dickson que ilustra la portada. Obra cohesiva en todo, meditada, redonda. Algo así lleva tiempo. ∎
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