A algunos nos encantaría que Susanne Sundfør hiciera otro “Ten Love Songs” (2015), otro tratado de música para bailar con lágrimas en los ojos, pero en su primer disco en seis años ha preferido seguir la senda minimalista de “Music For People In Trouble” (2017), nada desdeñable ejercicio art folk bajo la influencia de Susanna Wallumrød (ex The Magical Orchestra), de la que es amiga y megafan. “Me encanta cómo se concentra en la calidad del sonido, la melodía y el minimalismo”, me dijo en entrevista con “El Periódico de Catalunya” hace cinco años.
Esa misma declaración tendría sentido aplicada a “blómi”, sus canciones de pocos elementos, su caudal melódico, su belleza sónica. A un extremo y otro del programa encontramos pasajes de experimentación: “orð vǫlu” y “orð hjartans”, con la música y profesora de meditación Eline Vistven marcándose spoken words sobre la búsqueda del equilibrio interior y la felicidad sobre fondo de experimentación electroacústica a lo Stockhausen. Pero hablamos de, en esencia, un disco de piano pop adulto (en el mejor sentido posible) con aromas del legado de leyendas como Carole King y Laura Nyro. Al margen de cualquier idea de efectismo, de prisas, tics y tendencias de 2023, la maga noruega nos brinda una posibilidad de escape.
“blómi” significa “florecer” en nórdico antiguo y sus canciones son una celebración de la naturaleza, de sus milagros, lo que para Sundfør incluye el nacimiento de su hija en 2020. El disco tiene mucho de carta de amor para ella, pero también para el padre de la misma, al que dedica varios temas emotivos, entre ellos el hito “náttsǫngr”. Y también importante es la influencia del abuelo de Susanne, el recientemente fallecido (después de la salida del disco) teólogo y linguïsta Kjell Aartun, quien la acompaña en la foto de portada y cuyas investigaciones en lenguas semíticas inspiran “ṣānnu yārru lī”.
El repertorio de “blómi” se puede presentar rico en resonancias mitológicas e históricas, pero esta densidad conceptual nunca le resta emoción directa ni sensualidad. Sundfør apela a la piel y el corazón antes que al intelecto. “ashera’s song”, su canción de adoración a la Diosa Madre hebrea, o “blómi”, una reivindicación del igualitarismo de la civilización minoica, resultan memorables sobre todo por sus bellas melodías. Pero todavía más impone en ese sentido la preciosa “rūnā”, con algo de delicado número de Broadway, de tema que pudo cantar Judy Garland o podría cantar ahora Rufus Wainwright.
Si en esta última, Sundfør nos recuerda que estamos juntos en esto, en la demoledora “fare thee well” se despide de un amor con bastante rotundidad: “Nuestra canción se ha acabado / solo queda el eco”, entona en un tema de fuerte carga soul. Es una de las composiciones que se salen de la tónica general de positividad, amor por los tuyos y por el planeta, por la humanidad, igual que la gospeliana “leikara ljóð”, basada en un viejo cuento nórdico sobre la obsesión de los caballeros por acostarse con todo lo que se mueve. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.