Álbum

The Residents

Commercial AlbumRalph, 1980

Rockdelux 200

(Octubre 2002)

Abanderados del avant-garde conceptual y el art rock experimental, los históricos Residents son una de las instituciones más intrigantes que existen. Desde sus inicios en la contracultura no-hippie de San Francisco, rompieron el molde de los grupos considerados freaks. Son mucho más que eso. Como demostró su “Commercial Album”, su obra más popular: cuarenta jingles de un minuto de duración cada uno, al estilo de los anuncios radiofónicos cantados. Esteve Farrés comentó el disco en el especial del Rockdelux 200, donde fue elegido en el puesto 147 de los doscientos mejores álbumes del siglo XX.

De todos los bichos raros que pueblan el universo musical, ninguno tan freak como The Residents, una célula creativa con base en San Francisco cuyos miembros visten de rigurosa etiqueta y conservan su anonimato gracias a sus famosas máscaras en forma de globo ocular. Su leyenda se empezó a forjar a principios de los setenta, y su imagen, su nombre y su concepto han influido en grupos tan dispares como Devo (sus uniformes), Os Resentidos (esos juegos de palabras) o Daft Punk (siempre ocultos tras alguna máscara). No así su música, que, pese a encontrar ecos en Der Plan, They Might Be Giants o Primus, resulta absolutamente única e inimitable, reflejo de una particular y satírica visión de la idiosincrasia de la cultura pop.

En sus treinta años de carrera, han creado un sinfín de espectáculos musicales de corte teatral, con sus correspondientes discos con argumento. Una de las pocas excepciones, publicada en 1980, entre “Eskimo” (1979) y “Mark Of The Mole” (1981), es “Commercial Album”, más cercano a la tradicional colección de canciones, aunque en realidad se trata de cuarenta jingles de un minuto de duración cada uno, al estilo de los anuncios radiofónicos cantados. Commercial significa anuncio, así que el título del álbum se puede traducir como “Álbum de anuncios” o “Álbum comercial”.

De hecho, al reducir la estructura de canción a su mínima expresión (una estrofa, un estribillo y se acabó el minuto) y multiplicarla, crean una sucesión de tonadillas perfectas, tarareables y pegadizas pese a lo marciano de la música. Todo un corpus de melodías infantiles y enfermizas que podrían pertenecer a la versión venusiana de ‘Barrio Sésamo’, cantadas por voces manipuladas que unas veces parecen duendecillos o enanitos y otras demonios o extraterrestres, y que sin duda influyeron en el debut de They Might Be Giants y en las canciones de Danny Elfman para el film “Pesadilla antes de Navidad” de Henry Selick. ∎

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