De trayectoria corta pero sustanciosa, entre 1979 y 1981, The Stick Figures articularon uno de los discursos más prometedores de la generación post-punk norteamericana. Sin embargo, esta formación de Tampa solo llegó a publicar un EP, en 1981, en Green Records, de título homónimo, tras el cual se disolvieron, dejando en suspenso una carrera que se antojaba visionaria.
En estos cuarenta años transcurridos, lo único que hemos podido escuchar de este grupo son las cuatro canciones que conformaron aquel trabajo. Al menos, hasta el día de hoy, cuando los recién estrenados Floating Mill Records se han decidido a hacer honor al título de este disco y rescatar seis canciones anteriores a su único trabajo, dos temas en directo, más una adaptación presente de su bizarra marcianada punk-dub conocida como “Ellis Otivator Dub”.
Tan brillante colección de piezas funciona como mapamundi post-punk norteamericano de su momento. Tal como queda aquí documentado, para las pocas canciones que llevaron a cabo, The Stick Figures dejaron un legado asombrosamente rico en matices, conectado al cromático mapa de referencias post-punk que regía las tendencias de aquellos años.
En cierta manera, este quinteto, formado por los universitarios Rachel Maready, David Bowman, Bill Carey y Robert y Sid Dansby, fue un híbrido de la escena post-punk arty de Athens, liderada por The B-52’s y con grupos tan reivindicables como The Method Actors, y la generación británica, tanto de las huestes más pop como de las facciones virulentas, tipo The Fall o Delta 5.
Todos estos extremos se cruzan en las trece canciones aquí recogidas, excusa mayor para seguir reivindicando la metodología post-punk de los años dorados como una de las explosiones artísticas que han pasado más holgadamente la ITV del tiempo. No en vano, todo aquí suena con el encanto lo-fi surgido de la creación articulada en torno a braintormings sónicos desplegados a golpe de intuición. En este sentido, cortes como “Green” muestran guitarras psychobilly reptando sobre una base rítmica desarbolada, como en una especie de cruce imaginario entre los primeros The Fall y The Gun Club. Todo ello, destilado a partir de la contagiosa voz de Rachel Maready. Temas como este se adelantaron a los rompecabezas post-punk-folk con los que Throwing Muses dieron sus primeros pasos.
Otro de los momentos más representativos de todo el lote es “N-Light”, que no niega en ningún momento su adhesión al funk cubista de Talking Heads. Eso sí, siempre impregnando de un toque distintivo, que en su caso llega a recordar a los grupos de Postcard Records escoceses, tal como queda de manifiesto en “Energy”, donde incluso las guitarras eléctricas son dignas de los aussies The Go-Betweens de “Before Hollywood” (1983).
Dentro de un espectro todavía más pop, “September” es noise pop vitamínico de cinco estrellas, mientras que “Crayola Bowling” tiende puentes con el funk enfermizo, atonal y cortante desarrollado por coetáneos suyos como los siempre infravalorados Pylon: primos lejanos que no corrieron la suerte necesaria para poder transcender, aunque, de todos modos, no quedaron en el olvido, como la descarada ración post-punk recogida en este “Archeology”. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.