Charlando con la gran Lindsay Zoladz para ‘The New York Times’, Tamara Lindeman comentaba que fue Weyes Blood –o su obra– la que le dio “permiso” para observar su relación con el planeta desde una perspectiva romántica. “Ignorance”, su quinto álbum como The Weather Station, primero para Fat Possum, es un tratado sobre el lado emocional del cambio climático, sobre los lazos profundos que nos unen a la tierra y el cielo y el dolor infinito ante la ignorancia ecológica.

Lindeman no comenta en esa entrevista quién le dio “permiso” para aparcar el folk, cada vez más electrificado, de sus anteriores discos y pasarse a un art-pop de alquimia extraña. El nuevo repertorio se basa en una fértil comunión de lo musculoso y lo frágil: sobre unos ritmos lineales, casi disco en ocasiones, caminan sin prisa voces vulnerables, a veces conversacionales, a menudo maravillosamente melódicas, enredadas entre virutas de viento y cuerdas.

Coproducido por Marcus Paquin (Stars, The National), “Ignorance” arranca con el misterioso crescendo de “Robber” para alcanzar una primera cumbre pop con “Atlantic”, en la que asoma la magia de Talk Talk. “Tried To Tell You”, una de las mejores canciones recientes, conecta también con el más memorable sophisti-pop de los 80: Lindeman parece invocar la sutil emoción vocal de Paul Buchanan (The Blue Nile), igual que más adelante en “Parking Lot”, canto al noble pasatiempo de observar los pájaros.

En la citada “Atlantic”, el objeto de adoración es el atardecer, desde un acantilado. Pero no cuesta entrever cuestiones románticas más terrenales entre las odas a la naturaleza: el divorcio de “Trust” puede leerse en clave poética y realista, mientras que ciertos versos de “Heart” (“I don’t have the heart / To conceal my love / When I know it’s the best of me”) parecen hablar claro. “Ignorance” confunde la angustia ecologista con la amorosa en canciones tocadas por la gracia. Hasta nuevo aviso, esto es Disco del Año, si me preguntan. ∎