Con el fabuloso segundo LP de The Smile aún muy reciente, el universo en torno a Radiohead prosigue ampliando su espectro, esta vez por medio de un nuevo trabajo del capitán de la nave nodriza, Thom Yorke.
Para esta ocasión, el de Wellingborough retoma su interés por seguir multiplicando el vocabulario de su abecedario musical con el pretexto de armar una banda sonora; en este caso de “Confidenza”, la nueva película de Daniele Luchetti.
Como viene siendo habitual desde “Suspiria” (2018), el resultado de la empresa es otra vez sobresaliente. Aunque bien es cierto que tampoco estamos hablando de los intimidantes niveles alcanzados al frente de The Smile o en “Anima” (2019), este trabajo constituye un nuevo pilar dentro del templo que el de Radiohead está armando a través de las diferentes mutaciones realizadas en su trayectoria musical.
Nada más arrancar, la atmósfera ya está creada con “The Big City”. Esta pieza constituye el timón de un viaje libre y profundamente enigmático que se puede separar perfectamente de la experiencia cinematográfica. Su nebulosa ambient, con ecos de Max Richter, es sencillamente majestuosa en su combinación de cuerdas clásicas (cortesía de la London Contemporary Orchestra) y texturas de arraigo glitch, incluso con un cierre que no desentonaría en las piezas más tétricas que Florian Fricke compuso para las películas de Wener Herzog en los años setenta.
El eco del hombre Popol Vuh se extiende a cortes como “In The Trees”, mientras que en “Four Ways In Time” la voz de Yorke sobrevuela nebulosas surgidas de una proyección cósmica, no muy ajena a los descubrimientos de la música estática realizada por Brian Eno entre la segunda mitad de los setenta y principios de los ochenta. Dicha sensación se hace incluso más presente en la pieza instrumental que pone título a la película.
El juego de las disonancias también se hace palpable en dicha composición, y se hace todavía más relevante en momentos como “A Silent Scream” y sobre todo en “On The Ledge”, escalón final de este recorrido en el que entronca directamente con el mantra jazz alocado de los momentos más furiosos y caóticos de John Coltrane y Albert Ayler.
Desde el otro extremo, “Letting Down Gently” emerge sobre una erupción de instrumentos de viento y cuerdas sumergidos en un océano rayano a las enseñanzas del Miles Davis de “In A Silent Way” (1969).
Desde un punto más cercano a la ambientación de “Suspiria”, Yorke nos envuelve en la belleza áurea de “Knife Edge”, en la que roza el minimalismo de Erik Satie y consigue tallar una de las melodías más hechizantes y emotivas de toda su carrera. Poca broma.
En poco más de treinta y seis minutos, el otrora reverso desasosegante del britpop se ha servido de este filme para mostrarnos una radiografía mental de sus actuales impulsos creativos. De paso, aumenta su leyenda en vida por medio de lo que para él supone un trabajo menor, pero que para el resto de los músicos mortales sería el trabajo de su vida. ∎
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