A los cada vez más relativamente enigmáticos Two Shell se les empieza a agotar la carta del misterio. Hace ya unos meses que los sabuesos de Reddit dieron con algunas pistas sobre sus posibles nombres y su posible pasado. Simplemente escribiendo las palabras “two shell identity” en Google puedes empezar a escarbar y escarbar y acabar perdido en una curiosa madriguera de conejo, escuchando materiales previos que no sabías que existían e inventando las partes de la trama que no logras localizar.
Por suerte para [nombre censurado] y [nombre censurado], imaginación todavía les queda para un rato. Su personal reinvención del UK bass, en la que se cruzan sintes coloridos, percusiones nada comunes o cortantes y samples vocales perfectos, es una de las mejores cosas que ha pasado al (hyper)pop y la música de baile en tiempos recientes. Y el dúo no da señales de cansancio en “lil spirits”, más bien al contrario: estos nuevos temas convierten el techno en tecnicolor de “Icons” (2022) –mejor EP del año según Rockdelux– en monocromático slowcore.
Bienvenidos, otra vez, al cybermundo shell.tech, del que puedes salir con regalo si escribes “lovehim” en el recuadro del password. Ese tema, “love him”, con trazas de los hits de SOPHIE o A.G. Cook para PC Music, es realmente la mejor puerta de entrada a un EP en el que todo resulta aún más intrincado, serpenteante e hiperactivo de lo que se podría esperar. También más superpoblado: de voces intrigantes y a veces algo irreales, quizás creadas por AI. El horror vacui como una de las bellas artes.
Antes de la casi delicadeza de “love him”, ha llegado un irreverente “i m e s s a g e”, hyperpop de siguiente nivel y 2-step (¿no arranca esto como casi un remake de “21 Seconds” de So Solid Crew?) para tiempos con nuevos grados de déficit de atención. La inmensa “mind_flip” contiene multitudes, desde una imitación artificial de Hannah Diamond (con su romanticismo: “Quiero saber quién eres / Quiero saber lo que quieres / Quiero saber lo que estás sintiendo / Quiero saber lo que estás pensando”) hasta un vigilante misterioso que te pide un escaneado mental antes de poder seguir con la fiesta. Y para estructura marciana, la de “bluefairy”, en la que un posible tema de rap sintético à la Vince Staples desemboca en un extraño interludio de llamada-y-respuesta y, finalmente, una feroz salida al hiperespacio, a una pista de baile de felicidad casi violenta. “Guau, no puedo esperar a hacer eso otra vez”, dice una voz al final. El oyente piensa también en repetir.
Pero también queda la opción de dejar el disco fluir y abrazarse a la tierna pero retorcida “♡here4u♡”, algo así como una versión espídica de una balada de Fred again.., sobre todo en esa recta final con rastros de bedroom pop meditabundo. Llegas al minuto final, el dieciséis, bastante exhausto, como si llevaras dieciséis horas haciendo scroll. Pero también con una sonrisa absurda en el rostro. El (no anunciado) álbum empieza a tardar. ∎
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