Disco destacado

Tyler, The Creator

CALL ME IF YOU GET LOSTColumbia-Sony, 2021

02. 07. 2021

Bajo

Suscripción

¿Puede sorprendernos todavía aquel que prácticamente se dio a conocer musicalmente con un videoclip en el que simulaba su propio suicidio? La respuesta es sí, si hablamos de Tyler, The Creator. Tras una carrera que supera ya las siete referencias, y que se ha desarrollado en una especie de línea continuista que se ha ido alejando del rap más canónico, el que fuera el fundador del colectivo Odd Future vuelve ahora con el disco más rap que nadie podría haber imaginado.

CALL ME IF YOU GET LOST es el homenaje de Tyler Baudelaire (el último aka utilizado por el artista) a la quintaesencia del hip hop: la cultura de las mixtapes. Para ello ha contado con DJ Drama, el que fuera responsable de las “Gangsta Grillz”, una serie de mixtapes autoeditadas (por no usar el término bootleg) que fueron auténticos fenómenos a mediados de la primera década de este siglo XXI. Al amparo de este DJ, pasaron leyendas como T.I., Gucci Mane, Young Jeezy, Lil Wayne o Pharrell Williams (estos dos últimos presentes en el álbum). Unas recopilaciones que movieron tanto dinero que le sirvieron a Drama para ganarse una detención y una acusación bajo el amparo de la Ley Rico, que afortunadamente no prosperó.

El tiempo y Tyler han hecho justicia en forma de este “CALL ME IF YOU GET LOST”, un disco que bebe del maximalismo propio de este género. Trompetas, delivery agresivo y melodías muy rap y, sobre todo, la presencia de Drama hosteando el trabajo (es decir, presentando las canciones, actuando de nexo vocal y generando hype).

El hecho de que una superestrella presente en 2021 un disco con esencia rap –y más específicamente con sabor al rap del sur de los Estados Unidos– no es necesariamente innovador o revolucionario. Childish Gambino ya hizo lo mismo desde el mainstream, colaborando con DJ Drama en 2014. Y tampoco el volver a sonidos más hiphoperos sale de la nada (la escena está ahora mismo dominada por el fenómeno de las barras, auspiciado por el colectivo Griselda o con ejemplos como el “Pray For Haiti” de Mach-Hommy como uno de los discos del año, hasta el momento). Pero la capacidad de Tyler de aplicar su propia fórmula sí que merece esos calificativos.

Así, a lo largo de los más de 50 minutos de duración, nos encontramos con canciones que son puramente rap: como “LEMONHEAD” (que proviene de la tradición más 808era), “LUMBERJACK” o “MANIFESTO” (para el que cuenta con Domo Genesis, viejo conocido del colectivo Odd Future). También identificamos referencias que beben del resto del imaginario de Tyler, como pueden ser el jazz (una influencia múltiples veces citada por el propio artista) u otros palos como el R&B o la tradición más funky, soul o incluso disco. Y es que el espíritu mixtape también lo podemos ver en la propia configuración conceptual y narrativa del álbum, en el que los estilos musicales, las colaboraciones e, incluso, las propias configuraciones de las canciones componen un collage sonoro. Algo que también sucede con la elección de las colaboraciones, que aportan un crisol de voces al conjunto.

Pero quizá lo más relevante de este álbum lo encontramos cuando separamos continente y contenido relativo a la propia persona artística del cantante. Habiendo debutado siendo apenas un adolescente, el rol adoptado por Tyler ha sido, especialmente en sus inicios, el del enfant terrible criado en internet y que dice lo que piensa (o dice las cosas sin pensarlas). Pero conforme ha ido avanzando el tiempo, nos hemos ido encontrando a un artista más maduro y que ha ido haciendo esfuerzos por derribar mitos y prejuicios muy establecidos en el rap, como puede ser la homofobia o la necesidad constante de fronteo.

Así, aunque en el disco seguimos encontrando el Tyler provocador y políticamente incorrecto, a lo largo de los dieciséis cortes nos toparemos también con su voz más personal y emocional; canciones en las que muestra su lado más vulnerable (“WILSHIRE”, con ocho minutazos de rapeada, muy cerca de la tradición del spoken word con una base minimalista-jazzística); su relación con su madre; u otras en las que trata directamente su evolución y cambio a lo largo de los años (como el ya mencionado “MANIFESTO”).

En definitiva: un trabajo de madurez con el que se sigue refinando la fórmula moderna relativa al rap clásico. ∎

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