Álbum

Widowspeak

The JacketCaptured Tracks-Popstock!, 2022

22. 04. 2022

Como una forma de olvidarse de la pandemia, durante la que editaron “Plum” (2020), de desprenderse del exceso forzado de introversión y de retomar la normalidad como banda, incluida la posibilidad de hacer más conciertos, Molly Hamilton y Robert Earl Thomas recuperan al percusionista Michael Stasiak –miembro original de Widowspeak– y retornan al más conectado entorno de Brooklyn, en Nueva York. Lo hacen en modo fértil con el EP “Honeychurch” (2021) y con su sexto álbum, el excelente “The Jacket”. Un trabajo, como suele decirse, cinemático –por su asociación de americana, folk y rock urbanita refinado en cortes como “The Drive”, que, por cierto, recuerda a The Weather Prophets–, abierto a la interpretación y cuyo título parece albergar el viejo concepto de la identidad, una de cuyas cartas de presentación más definitorias y transformadoras puede ser precisamente eso, la chupa. Pienso en el Ryan Gosling de “Drive”, o en los Gram Parsons y Michael Nesmith de las chaquetas cósmicas. No es una cuestión baladí.

Lo mismo podría predicarse de la estética SM de Lou Reed y compañía con The Velvet Underground, opuesta a la más anodina de poeta maldito con rijosas intenciones de Leonard Cohen. Es aquel arreglo de flauta evanescente que inauguraba “I Left A Woman Waiting”, uno de los temas principales de “Death Of A Ladie’s Man” (1977), el disco que Phil Spector le produjo al canadiense, el que recuperan Widowspeak en “While You Want”, primer botón de “The Jacket”. Canción que no marca el sarcástico final de una antigua relación, sino su esperanzadora continuación, en parte gracias al embrujo arrastrado de la voz de Hamilton, muy parecida a la de Hope Sandoval: escuchen “Sleeper”, entre la ensoñación de Mazzy Star y el minimalismo de Young Marble Giants, o la más electrificada “Everything Is Simple”. Rasgos que parecen intensificarse en el sonido de esta pareja que tan cómodamente se desenvuelve entre la tradición y la cuidada renovación de predecesores como Cowboy Junkies, Yo La Tengo, Luna o Cat Power.

“The Jacket” contiene dream folk terrenal –“True Blue”–, pop velvetiano de ojos entornados, e igualmente soñador, con un toque de Spiritualized –la homónima “The Jacket”–, y desarrollos guitarrísticos verlanianos, inevitablemente más contenidos –“Slow Dance”– . En conjunto, Widowspeak nos sirven un fino tratado de slowcore-pop melancólico, informado líricamente por las tensiones creativo-existenciales de Hamilton, por la inagotable cantera de riffs de Thomas –“Salt”– y por la acertada incorporación del teclista Michael Hess, cuya variedad de arreglos no satura ni adultera la transparencia del mejor disco de sus autores. Un proyecto intimista cuya falta de pretensiones, más allá de las legítimas en un dúo neoyorquino de rock que se precie, queda patente en el corto en 16 mm “The Band Is Called Widospeak”, rodado por Stasiak para promocionar esta delicia de álbum que es “The Jacket”, capaz de sobrevivir a cualquier forma de pose y necesidad. ∎

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