Disco Destacado

Wilco

A Ghost Is BornNonesuch-Warner-Dro East West, 2004

Rockdelux 219

(Junio 2004)

Bajo

Suscripción

Uncle Tupelo pasaron a mejor vida hace casi diez años, sin que su particular cruzada de regeneración de ciertas raíces de la música popular norteamericana obtuviera un justo reconocimiento fuera del acostumbrado lobby de fans y seguidores, algo que sí han logrado los afluentes que surgieron de esa simiente: Son Volt, a las órdenes de Jay Farrar, y Wilco, con Jeff Tweedy actuando de general.

Los de Tweedy han sido los que prácticamente desde el principio han intento alejarse lo más posible de la sombra del sonido original de Uncle Tupelo. “A.M.” (1995) aún conservaba ese tono de country de estar por casa, sin excesivas pretensiones pero con un acertado aire contemporáneo, pero a partir de “Being There” (1996) las ambiciones se dispararon. Nada de compartimentos estancos: ese (doble) trabajo era como un cursillo acelerado por la historia del rock con paradas en el soul, la psicodelia, el pop y demás aliños de la música popular norteamericana del siglo pasado. Pero el verdadero terremoto interno en la historia de la banda llegaría hace un par de años, después de “Summerteeth” (1999) y de sus colaboraciones con Billy Bragg recreando el cancionero de Woody Guthrie, cuando Reprise se negó a editar “Yankee Hotel Foxtrot” (2002), un trabajo mezclado por Jim O’Rourke al que le exigían una limpieza general para hacerlo más asequible y radiable. Negativa en redondo: el grupo compra su libertad –y los másteres– y finalmente se edita en Nonesuch, hogar de “raros” y outsiders con pedigrí. Ironías del destino, el disco resulta el más vendido de la toda la carrera del grupo y la entusiasta recepción crítica convierte definitivamente a Wilco en uno de los nombres referenciales del actual rock norteamericano. “Yankee Hotel Foxtrot” –que significó la baja definitiva en el proyecto del guitarrista Jay Bennett, uno de sus pilares– exploraba con atrevimiento nuevas texturas dentro del formato rock, dejando que las canciones aspirasen aires frescos sin perder su contorno clásico.

La regeneración de Wilco continúa. Foto: Danny Clinch
La regeneración de Wilco continúa. Foto: Danny Clinch
Con O’Rourke convertido ya casi en miembro oficial del grupo, “A Ghost Is Born”, el quinto álbum de la banda –cuya edición se ha retrasado hasta el 22 de este mes–, ahonda y abona las ideas que en “Reservations”, el broche final del disco anterior, quedaban flotando en el aire. El piano disolviéndose al fondo de la noche da paso a la voz dolida y al teclado impresionista de “At Least That What You Said”, el primero de la docena de cortes de “A Ghost Is Born”, una canción que parece hablar de forma oblicua de una ruptura sentimental y cuya introspección se ve dinamitada a los dos minutos por unas dentelladas de guitarra furiosa, primera de las reverencias más o menos claras a Neil Young y otras bestias eléctricas. El piano es uno de los puntos referenciales de todo “A Ghost Is Born”, el instrumento que traza el camino por donde internarse en un tupido bosque de sonidos sin amarras que echan mano de patrones clásicos (hay continuos ecos de los Beatles post-66, facción Lennon) para amueblar un mundo enteramente personal.

Wilco ya trascienden etiquetas; lo único que importa es el derrame de sus inquietudes en los contenedores que creen más convenientes: magistrales los once minutos de “Spiders (Kidsmoke)”, con un ritmo mecánico y machacón y un entramado de guitarras volcánicas, o “Marquee Moon” tocado por Jimi Hendrix. Piano y, por supuesto, guitarras –los solos de “Hell Is Crome” o “Theologians” son modélicos en su transparencia y tensión– que a veces amparan a los Wilco más tradicionales (“Muzzle Of Bees”, “Company In My Back”) o a los más osados (el final noise de “Handshake Drugs”, enlanzando con el portátil de “Wishful Thinking”, esta con un inicio que remite brevemente, sí, al “Endless Summer” de Fennesz). El punto de fusión de ambas tendencias tiene en “Less Than You Think” el tema fuerte para la polémica, quince minutos en total con tres de balada quejumbrosa y doce de oscura ambientación electrónica y minimalista que pondrá de los nervios a los más impacientes. Perseveren: cuando suenan las notas de “The Late Greats” –con sus dardos cínicos contra el negocio del rock’n’roll–, luminosas y optimistas, todo cobra sentido, parece que el sol libere la herrumbre pegada al alma. “A Ghost Is Born” es una obra de implacable, exultante, madurez apuntalada en unas canciones de sombra alargada que exigen volver a sonar una y otra vez, un Tweedy que enseña sus miedos equilibrando la confesión desnuda y la poesía enigmática y un sonido plenamente contemporáneo y contagioso que tiene la clave para filtrar los mejores residuos del pasado. Muy grandes. ∎

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