Bajo
Suscripción
Desde aquí hemos elogiado siempre esos cruces entre flamenco y otros géneros tan bien hilados, acertados y soberbios que se adelantan a los tiempos: véase “Omega” (1996), de Enrique Morente y Lagartija Nick; “Tercer cielo” (2022), de Rocío Márquez y Bronquio; o “Sangre” (2023), de Dani Llamas. En “Jolifanto”, referido a un poema fonético dadaísta de Hugo Ball, tenemos otra vuelta de tuerca más. Y menuda combinación genial resulta Za!, una de las bandas más alocadas, experimentales y sugerentes de nuestra escena, y el cantaor Perrate. Este cruce concebido de una manera tan natural a la par que original sucede como queriendo estirar los márgenes, ganando consistencia, en planteamientos que parecen surgir de improvisaciones, hibridando elementos. Lo que han creado es una de esas obras totales que trascienden.
“Jolifanto” es un artefacto explosivo que experimenta entre el flamenco, el rock y otros sonidos (krautrock, psicodelia, noise, dub, afrojazz), pero que no se queda en una simple confluencia, sino que busca entre los quicios. Suenan voces de mujeres vendiendo en un mercadillo y Perrate cantando entre bastidores. Las percusiones calientan. Un “uuuuaaaaagg” templa y arranca esos “Pregones” que abren el disco bien aderezados con trompetas y bajos dub, donde Perrate se explaya estirando quejío. En el estribillo suelta el fraseo “anda mira qué ricas, mira qué sanas, las pelotitas americanas, son muy ricas de comer”. Se sucede un pequeño clímax final muy psicodélico, para acabar entre jaleos muy locos e improvisados. Y eso tan solo es el principio.
Las palmas de “Seguirilla MIDI” marcan el compás flamenco, seguido de timbales y tambores, pero enseguida unas programaciones apuntan otras texturas, un nervio krautrock que quiere adentrarse en una rave. Surge el quejío de Perrate, entre guitarras eléctricas de aire flamenco. Todo gana con esta olla rítmica y atmosférica casi a punto de estallar.
“Steve Kahn” sirve como homenaje al guitarrista estadounidense de rock y jazz: una batería y todo tipo de percusiones con sonido de clave, con timbre caribeño, más unas trompetas muy free jazz que crecen y crecen. Perrate parece que se ha ido por momentos a Cuba y otros a Jamaica, y se escucha a una señora mayor decir “mamá, de la música no te digo ná, pero der cante… Perro, vamos, eso no va a ningún sitio”. Jolgorio absoluto.
La canción que da título al trabajo conecta con ritmos asiáticos a modo de mantras orgánicos, aquí sintéticos y programados. “Tomaseando” nos quiebra el ritmo, el cante de Perrate discurre libre, la música parece como poseída por un dobro. La experimentación prosigue en “Tarareos”, donde la guitarra y palmas atrapan y el cante evoca “el primer amor” y “no tener pa comer”. “Posible soleá” acaba en un arrebato sónico y “La milonga” conecta Andalucía con Cataluña. Es esta parte donde quizá decae levemente la intensidad y el vuelco experimental se modera. Pero el trayecto ha captado muchas sinergias brillantes, haciendo vibrar al oyente, cautivando con esa fusión sin prejuicios. Porque Za! y Perrate han logrado un concepto nuevo, en el que se van acoplando como un todo, en una obra hechizante. En definitiva, un torbellino sónico que hurga en el ritmo, en el quejío y su impacto, y en atmósferas estimulantes. Todo un logro, oigan. ∎
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