Calibrar la obra de Kenneth Anger, nacido en 1927 en el seno de una familia presbiteriana de la californiana Santa Mónica y fallecido en Yucca Valley el pasado 11 de mayo, aunque la noticia no se conoció hasta trece días después, es difícil. La mayoría de sus películas apenas se han visto fuera de proyecciones clandestinas en su época –era un artista experimental, ocultista y homosexual– o, después, en filmotecas y festivales, aunque esa carencia fue paliada parcialmente en formato DVD cuando la firma Fantoma editó en 2007 los dos volúmenes de “The Films Of Kenneth Anger”, con nueve películas en copias restauradas. “Scorpio Rising” (1963), además, lo polariza todo en cuanto a su práctica como cineasta: parece que sea autor de un solo filme. Después está, obviamente, la trascendencia y el cotilleo generados en torno al libro “Hollywood Babilonia” (1959; Tusquets, 1985), su recorrido macabro por el bajo vientre del cine estadounidense de la época muda hasta los años cincuenta. Un segundo volumen apareció en 1984 (Tusquets, 1986).
El papel de Anger en el cine underground y experimental neoyorquino también ha sido relativizado pese a ser uno de sus puntales en los sesenta junto a Stan Brakhage, Jonas Mekas, Andy Warhol, Peter Kubelka, Jack Smith, Marie Menken y Shirley Clarke. Por el contrario, no son pocos los que han estado influenciados por Anger, sea por una película, la biblia babilónica o las experiencias ocultistas, tan presentes en el grueso de su filmografía: los cineastas John Waters, Martin Scorsese, Paul Schrader, David Lynch, Guy Maddin y Gus Van Sant; autores de cómics como el también esotérico Alan Moore; músicos como Mick Jagger, Jimmy Page, John Lennon, Mike Patton, John Zorn y Melvins o el novelista James Ellroy, cuya ilustración de los Estados Unidos convulsos y corruptos de los años cuarenta y cincuenta perpetrada en obras como “América” (1995) y la más reciente “Pánico” (2021), por no hablar de novelas policíacas como “La dalia negra” (1987), están de un modo u otro en deuda con “Hollywood Babilonia”.
Fue Schrader el primero en destacar que “Scorpio Rising” era una obra pionera del futuro videoclip en su asociación entre imágenes y canciones, y resaltaba la manera en que utilizaba algunos estándares de la música pop, rock y soul para contar una historia completamente distinta al espíritu de esas mismas canciones: esta cumbre del cine homoerótico retrata una comunidad de moteros gay y nazis. Scorsese, en un texto incluido en el libreto del DVD de Fantoma, incide en la misma línea. Si “Scorpio Rising” vampiriza el resto de la obra fílmica de Anger, el “Blue Velvet” de Bobby Vinton utilizado en una de sus escenas clave –cuando tres moteros, en una sucesión de planos detalle muy sensuales, se colocan la cazadora de cuero, la gorra con visera, la cadena encima del cinturón y las gafas de sol– absorbió injustamente todo el interés asociativo del filme. Es quizá la película más importante en cuanto a la relación de cine y música pop, y no es de extrañar que fuera alabada por Scorsese, otro gran constructor de momentos fuertes apoyados en temas de rock, y que pudiera influir en Lynch. Y decimos pudiera porque, para sorpresa generalizada, el director de “Terciopelo azul” (1986) decía no haber visto el filme de Anger cuando se le preguntó por su forma de utilizar el mismo clásico de Vinton.
Algunas cumbres de la sensibilidad gay en el cine son en formato corto o mediometraje: “Un chant d’amour” (Jean Genet, 1950) dura 26 minutos; “Scorpio Rising”, 28; “Blow Job” (Andy Warhol, 1963) tiene un metraje de 33; “Flaming Creatures” (Jack Smith, 1963) alcanza los 45; el recién estrenado “Extraña forma de vida” (2023) de Almodóvar dura 31. En este formato –y generalmente en 16 mm– se desenvolvió toda la obra de Anger, iniciada en 1941 y concluida en 2013, con una treintena de títulos entre los que destacan, además del escorpión ascendente, “Fireworks” (1947) –muy alabada por el dramaturgo Tennessee Williams–, “Rabbit’s Moon” (1950), “Inauguration Of The Pleasure Dome” (1954), “Invocation Of My Demon Brother” (1969) y “Lucifer Rising” (1972).
En la mayoría de ellos, Anger plasmó una estética que antecede al movimiento queercore –y que podríamos definir como queer pre-punk– y que fluye argumentalmente a partir de las prácticas ocultistas del autor, totalmente influenciado por Aleister Crowley y discípulo de su doctrinario esotérico, nigromante, fetichista y alquímico. Son aquelarres fantasiosos, fantasías gay de deseo o tormento en las que se invoca al diablo, se visualizan orgías de deidades o se escenifican relaciones lunares entre Arlequín y Columbina, las dos grandes creaciones de la commedia dell’arte, aunque rodó igualmente retratos minimalistas y eróticos sobre la relación entre los jóvenes y los motores cromados de sus coches o motos, caso de “Kustom Kar Kommandos” (1965). También hizo cine de apropiación. “Ich Will!” (2000) utiliza imágenes documentales de campamentos de las juventudes hitlerianas para hilvanar otro ambiguo collage sobre la estética nazi. En sus experimentos con imagen y sonido, Anger elaboró una variación de la Máquina de Sueños de Brion Gysin, el dispositivo de parpadeo estroboscópico consistente en un cilindro agujereado con una luz interior que entra en contacto con las ondas cerebrales del espectador a través de los párpados cerrados.
Además de la presencia de Jimmy Page en “Lucifer Rising”, la música de Mick Jagger interpretada con un sintetizador Moog en “Invocation Of My Demon Brother” –en los créditos Jagger aparece como el responsable del sonido, y es el único que hay en todo el filme, las frecuencias obsesivas del Moog– y los dispositivos de música pop en sus filmes –el “Bye Bye Baby” de Mary Wells en “Rabbit’s Moon”; la utilización de temas de Vinton, Elvis Presley, The Crystals, The Angels, Martha And The Vandellas, Ricky Nelson, Little Peggy March, Ray Charles y The Surfaris en “Scorpio Rising”–, la obra de Anger es también muy musical. Con el guitarrista, director y escritor Brian Butler formó el dúo Technicolor Skull. Publicaron dos discos, el vinilo de una sola cara “Technicolor Skull” (The Ajna Offensive, 2011) y la casete “Mark VI” (Arcana Machine. 2017), ambos en edición limitada de 666 unidades, el número de la Bestia. La música ejecutada con theremín (Anger) y guitarra y efectos electrónicos (Butler) está en total sintonía con las invocaciones esotéricas filmadas por el cineasta. También se editó en formato casete “Talks, Interviews And Invocations” (Counter Culture Chronicles, 2019), consistente en una entrevista con Anger de 1984 y varios cortes de radio de 1968.
Mike Patton –al frente de su grupo Fantômas– y John Zorn se unieron para rendirle homenaje en “The Films Of Kenneth Anger”, concierto celebrado el 31 de octubre de 2001 en el Anthology Film Archive fundado por Mekas y Brakhage; se encuentra disponible en YouTube: una ración de free-hardcore-metal-dub-tribal. Zorn ya se había inspirado en Crowley y Anger para su “IAO” (2002), un disco sobre la identidad de la cábala que coincide con el mismo número de la Bestia y que incluye un tema titulado “Lucifer Rising”. La banda de indie folk-pop Constant Smiles ha publicado a principios de este año el disco “Kenneth Anger”, y también tienen en su Bandcamp los álbumes “Maya Deren” (2013), “Divine” (2017) y “John Waters” (2019): el pop se rinde al underground cinematográfico más radical o irreverente. ∎
Publicado en Estados Unidos en 1965 (primero apareció en Francia, en 1959), el libro fue prohibido y volvió a ver la luz en 1975. En 1984 apareció un segundo volumen, “Hollywood Babilonia II”. Ambos fueron editados en castellano por Tusquets, en 1985 y 1986 respectivamente. Pese a denuncias en cuanto a falsedades o exageraciones de algunos de los sucesos relatados, el libro es un sulfuroso recorrido por los excesos y clandestinidades de la fábrica de sueños. Las interioridades de James Dean, Greta Garbo, Charles Chaplin, Theda Bara, Errol Flynn, Joan Crawford o Rodolfo Valentino son reveladas sin ningún miramiento. Las estrellas quedan despojadas de su glamur y Anger expone, con pluma tan ácida como sensacionalista, casos notorios, olvidados o silenciados sobre abusos de poder, suicidios, asesinatos, chantajes, orgias, adicciones, pederastia, violaciones, relaciones con el hampa, sadomasoquismo, travestismo y homosexualidad, por supuesto clandestina. Además de en algunos libros de James Ellroy, se nota su influencia en películas como “Fiesta salvaje” (James Ivory, 1975), “Hollywoodland” (Allen Coulter, 2006) y “Babylon” (Damien Chazelle, 2022). ∎
“Inauguration Of The Pleasure Dome” (1954)
Una suerte de abigarrada convención de deidades y magos rodada con un color feérico a lo Michael Powell y montada al ritmo de una ópera trágica de azufre, fuego, mitología y motivos bíblicos. El lugar del encuentro es la cúpula del placer y, en los primeros y preciosos planos, un mago ensortija los dedos de sus manos con varios anillos y engulle por la boca un collar que asemeja un consolador anal de cristal. En el reparto aparecen la escritora Anaïs Nin, el crítico y futuro director Curtis Harrington y la protagonista del posterior filme de este, “Marea nocturna” (1961).
“Scorpio Rising” (1964)
Trece secuencias filmadas en locales y garajes de Brooklyn y trece canciones. Las imágenes cuentan la cotidianidad de estos moteros homosexuales de estética nazi y las canciones las contradicen. Perversa y fascinante al mismo tiempo, con el añadido de unas escenas de la serie religiosa de televisión “The Living Bible” (Eddie Dew, 1952). Además del momento “Blue Velvet”, destaca la asociación con los moteros del filme “Salvaje” (Laslo Benedek, 1953) al ritmo del “Hit The Road Jack” de Ray Charles; la fiesta nazi servida por “Torture” del teenager Kris Jensen, y los planos de Scorpio esnifando coca y jugando con su pistola mientras se escucha la contagiosa “(Love Is Like A) Heat Wave” de Martha And The Vandellas.
“Lucifer Rising” (1972)
Planos de lava ardiendo. Guitarras y teclados sicodélicos. Isis, diosa del antiguo Egipto, invoca a Osiris. Un cocodrilo sale del cascarón. Barro humeante. Osiris traspasa mundos y tiempos. Lilith surge de un sepulcro. Los rituales psicotrónicos de un mago. Así ilustra Anger las teorías de Crowley. Jimmy Page, seguidor de este, ayudó a financiar el filme y compuso una banda sonora finalmente no utilizada. La música la hizo Bobby Beausoleil, asociado al clan Manson y cumpliendo en la actualidad cadena perpetua por asesinato. El guitarrista de Led Zeppelin publicó su score en “Lucifer Rising And Other Soundtracks” (2012), disponible solo en su web. Anger encarna al mago, Donald Cammell –codirector de “Performance” (1969)– a Osiris y Marianne Faithfull es Lilith. ∎
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