Sacar al pop español del status quo era un trabajo difícil, pero alguien tenía que hacerlo. Y Alizzz es de quienes lo ha hecho con más empeño y talento, desde hace tiempo con producciones para otros (ya sabemos: C. Tangana, Paula Cendejas, Lola Índigo, etcétera) y desde hace algo menos a su nombre, un alias antaño reservado a maximalistas producciones de electrónica de baile.

El sorprendente primer álbum “Tiene que haber algo más” confirma lo que su inmensa retahíla de singles, empezando por “Todo me sabe a poco”, había prometido: un pop español accesible pero interesante, popular pero no ranciamente populista, es posible. Cristian Quirante obra el milagro tendiendo puentes entre la herencia melódica del indie, los más variados procesos digitales de la electrónica y ciertos dejes vocales y rítmicos de lo que un día convenimos (ahora ya no) en llamar urban.

La citada e inicial “Todo me sabe a poco” conecta al nuevo Alizzz con artistas como Claud y Clairo, nombres eternamente asociados, quizá por la intimidad de sus canciones, al bedroom pop, pero cuyo sonido brilla y guarda detalles en cada esquina. Justo después, “Ya no siento nada” noquea con su punch de efectivo, emotivo indie disco: el eslabón perdido entre The Strokes y la Grimes ensoñadora pero musculosa de “Flesh Without Blood”, que suena en la playlist preparada por Alizzz en Spotify para ponernos en contexto.

“Amanecer”, con Rigoberta Bandini, es un dueto en forma de (apropiadamente) luminoso pop de guitarras. Cualquier tendencia al solipsismo vuelve a romperse con “El encuentro”, popular mano a mano con Amaia que, como “Fatal”, con los mexicanos Little Jesus, hace pensar en una fiesta en una casa con piscina y Metronomy en la cola de reproducción. Hay también colaboraciones con C. Tangana (“Ya no vales”, sobre esa voz interior que invita a los creadores a tener pesadillas con su obsolescencia) y J de Los Planetas (un cierre, “Luces de emergencia”, que equipara el fin de una relación a un choque de avión: metáfora muy planetaria).

Alizzz anda tan sobrado de hits que el octavo tema del disco, en lugar de ser puro relleno, como en casi todo álbum, es una joya con un riff de guitarra que suena casi a sintetizador (un poco al estilo de Ratatat) y teclados que enamorarían a Johnny Jewel. Y el noveno tampoco es filler, es killer: una radiante “Salir” con estribillo fácil de imaginar entonado por La Bien Querida. “Me creo que vi’a a salir/ Y olvidarte pa’ siempre/ Pa’ que me diga la gente/ Que estoy mejor cuando estoy sin ti”, dice Alizzz sumido en un encantador autoengaño.

Su amigo Tangana o la primera Billie Eilish han demostrado, e incluso Adele parece ya estar de acuerdo, que no hace falta chorro de voz para seducir. Quirante sabe también cantar con magnética dejadez, y ese punto derrotado ayuda a hacer creíbles sus letras sobre amor y otras drogas, los mensajes de WhatsApp que no enviamos, el mañaneo incluso superior a la noche de antes. A su modo medio minimalista, “Tiene que haber algo más” suena definitivamente a comienzo de algo grande. ∎