Para celebrar diez años de trayectoria musical y cuatro LPs editados, Joan Delgado y Aleix Turon, los dos integrantes del grupo catalán, se sacan unas copitas de cava y nos invitan a un especial chinchín sónico, en el cual versionan una selección variopinta de canciones de épocas y geografías distintas (cambiando también el idioma de muchas). Nueve cortes escogidos por motivos varios, desde la nostalgia hasta el respeto, con alguna que otra sorpresilla. Inesperada parecería, por ejemplo, la elección del primer tema, “Mi canto libre”, castellanización de uno de los clásicos setenteros de Lucio Battisti, una fuente de inspiración durante los meses del confinamiento pandémico que luego decidieron interpretar en directo. Es una aproximación curiosa por cuán semejante y a la vez distinta es del original: si bien la estructura es bastante fidedigna (la evolución del inocuo rasgueo de una guitarra hasta picos mucho más densos de capas), la tonalidad es dispar –se sustituye el pop barroco-orquestal por una apuesta más naturalmente rockera, ya sea acelerando el ritmo o metiendo sintetizadores y un clímax ruidoso de desfase guitarrero–. Cual reverencia respetuosa, no obstante, optan por preservar la motivante presencia de vientos.
A continuación nos personamos en la new wave de los ochenta con “Insurrección” de El Último de la Fila, banda que admiran por su capacidad de autogestión y voluntad de permanecer independientes. Aquí se produce una maniobra adaptativa parecida: la elegancia jangle es embrutecida (en el mejor de los sentidos) por un sonido contundente de punteos afilados y una épica subrayada. Otros que son un referente suyo a nivel de actitud en la industria musical-discográfica son Fugazi, con quienes cierran el repertorio. Posiblemente sea el grupo más complejo de adaptar de todos los escogidos, debido a la singularidad indiscutible de la dupla guitarrera-vocal Picciotto/MacKaye, una visceralidad imposible de recrear. Los mismos Cala Vento admiten que “Blueprint” fue la translación lírica más dificultosa, y en una primera escucha se hace extrañísima la castellanización del tema. Sin embargo, se van acostumbrando las orejas, y a pesar de que la atmósfera del experimento acabe resultando demasiada pulida y clínica, es un intento admirable que, además, recibió el visto bueno del mismo MacKaye.
Pero no todo son clásicos añejos. Turnstile es uno de esos grupos que ha sacudido los cimientos de muchos melómanos los últimos años, y con “A sota aigua” (“UNDERWATER BOI”, una de las canciones más vaporosas de los estadounidenses), Aleix y Joan han querido dejar una huella grabada del impacto que les supuso dar con esta banda. Una cadencia mínimamente acelerada y una reconfiguración de pedales (le imparten un ambiente más cálido y directo a la guitarra solista en comparación con el ochentero reverb original) son dos de las pocas modificaciones técnicas de una versión que logra preservar la magia del original. También contemporáneos son los más cercanos Da Souza, con quienes han compartido escenarios: los rememoran con “Aixopluc”, una composición extraída del primer disco de los mallorquines cuyo regusto destartalado original es sustituido, de nuevo, por una apuesta más compacta y envolvente. Inspirados por sus paseos por Latinoamérica, también saludan a Julieta Venegas, encargándose de uno de sus temas más populares, “Lento”. Aunque la preciosista emotividad triunfal de la mexicana no acaba de transmitirse, y la ausencia del acordeón (aquí transmutado en guitarra filtrada) le resta saborcillo, lo cierto es que, como composición, sí cuenta con el melodicismo pop exacerbado que los catalanes están perfectamente cualificados para abordar de forma más que competente.
Y pasamos de un melodicismo pop exacerbado a otro, este mucho más autóctono. Versionar “Pau”, tema procedente del álbum quizá más redondo de Els Pets (“Agost”, que recién cumplió veinte años), podría parecer una decisión arriesgada, dada la idiosincrásica voz de Lluis Gavaldà, aquí remplazada por el típico ataque vocal doble del dúo. Su relación con el tarraconense se remonta a años atrás, razón por la cual se sintieron cómodos al “actualizar” tanto las letras como el videoclip original, y ciertamente es una interpretación que exuda cariño por todos sus poros y guitarras crujientes.
Si bien en algunos casos la “calaventización” de las canciones (porque, si algo demuestran estas adaptaciones, es que el sonido y estilo del grupo son plenamente identificables) desemboca en resultados más orgánicos, deslumbrantes o peculiares que en otros (“Grita”, de Jarabe de Palo, pierde su aire despreocupado original para convertirse en algo más inerte), poco sentido tendría diseccionar con lupa crítica un divertimento festivo de apenas 30 minutos que no cuenta con más pretensiones que rendir sincero homenaje a héroes y amigos, y compartir estas emociones con los fans y quizá, a la vez, ampliar también las miras musicales de los oyentes. Alcemos las copas, pues, para brindar por diez años más. ∎
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