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Álbum

Conjunto Media Luna

Noches de Media LunaLittle Beat More, 2023

17. 07. 2023

Conocimos al grupo colombiano Conjunto Media Luna en “Paz en la Tierra” (2021), el álbum que compartieron con Meridian Brothers. Aunque la verdad es que fue un trabajo en solitario de los líderes de ambos grupos: Iván Medellín, al acordeón y coros, y Eblis Álvarez, a la caja, conga, guacharaca, cencerro, bajo, voz y producción. Inspirados por la música de Diomedes Díaz (1957-2013), el que fue el rey del vallenato, partieron de lo tradicional, de paseos, puya, merengue o cumbia, para desarrollar un sonido que tiene la enjundia de lo popular y al mismo tiempo integra el surrealismo de Meridian Brothers, sobre todo en las letras.

Después de esta conexión, el siguiente paso, “Noches de Media Luna”, editado por el sello independiente austriaco Little Beat More, era lógico. Ahora es el grupo al completo, un cuarteto en el que Iván Medellín, además del seminal acordeón, se ocupa de la voz solista y de pinceladas electrónicas. Lo secundan Daniel Piedrahita (bajo), Giovanna Mogollón (caja vallenata, tambor alegre, congas; del grupo femenino La Perla, que llamaron la atención el año pasado con su álbum de debut, “Callejera”, un festín vocal y percutivo, editado por Mambo Negro, de folclore contemporáneo con influencias de hip hop, champeta, chicha y merengue) y Nicolás Eckardt (campana, guacharaca, timbales). Completan el proyecto una serie de determinantes invitados, empezando por Eblis Álvarez, quien se encarga de la producción y mezcla de un disco grabado en el icónico estudio del sello Mambo Negro de Bogotá. El mismo lugar en el que lo hicieron los mexicanos Son Rompe Pera, cuyas marimbas se acoplan a la perfección en el tema “Que vuelva a sonar el cumbión”, llevando el sonido de las parrandas callejeras a la mentalidad de las nuevas tribus urbanas latinas.

El guest más determinante y vistoso es el percusionista japonés Mutsumi Kobayashi, alias Muupy, del grupo Minyo Crusaders, que se encarga de acentuar el acento jamaicano de “Bogotokio”, compartiendo protagonismo con el rap de Hydro as BNJ, un paisano encargado de añadir convincente rap/j-pop a un acordeón que marca como siempre el pulso llanero y caribeño de la música. Otra intervención sobresaliente de Muupy se produce en “Cumbia teriyaki”, ondulante y oriental y aún más espacial en lo que a dub se refiere, con unos deliciosos efectos sintéticos y electrónicos. Una cumbia nueva que, sin embargo, entronca con la filosofía de los sonideros (soundsystems) que tanto les han influido; bailable a más no poder y futurista a la vez.

Otro momento estelar colaborativo se produce en “Perdí mis temores”, con la ayuda de un fenomenal dúo de MCs: Mismo Perro, rap y scratch, y un N. Hardem que luce con su verbo sabrosón, acrecentando una fama internacional que empezó participando en el nuevo disco de Son Rompe Pera. “Nuestra bulla es la más grande. Esta es mi parranda, son mis canciones”, declaran con orgullo en un tema que culmina con un festín entre psicodélico y scrátchico.

Aunque para declaración de principios, la cumbia que da nombre al grupo, en la que hablan con orgullo del “toque con estilo bogotano para todos los hermanos chicanos” y del “golpe con estilo rebajado pa todo el movimiento sonidero al que representa Monterrey”; una cumbia en la que también dicen “le metimos nuestro fuego / tropicanibalismo del pleno / como los del buen Frente Cumbiero / este es un homenaje a Landero”. Se refieren a Andrés Landero (1931-2000), músico y compositor colombiano conocido como “El rey de la cumbia”. Toda una declaración de principios pero rebajada a la manera de Meridian Brothers; folclórico y a la vez galáctico alternando con maestría una mayoría de instrumentos acústicos, básicamente acordeón y percusiones, con unos efectos especiales mesurados y puestos con tino.

Para entender la filosofía de los sonideros mexicanos que tanto ha influenciado a Iván Medellín se recomienda escuchar “Saturno 2000. La rebajada de los sonideros 1962-1983” (2022), disco de rare grooves rescatados por Analog Africa. Pero cuando el CML se desmelena por cuenta propia en “Pajarito golondrina”, su cumbia adquiere tintes folk-punk, con ritmo enfebrecido y orgullo de clase.

Llegados al tema titular del álbum, se manifiesta una querencia por los tambores nyabinghi de Jamaica en un “sonido errante, gitano” con “cadencia y sentimiento bogotano”, en lo que deviene un ejemplo perfecto de glosa en la letra a un movimiento musical con una escena bien surtida y con un final que parece inspirado por Money Mark. Y de esa invención de aire retro pasan a la descarga de “El combustible”, lleno de un tumbao ideal para gozar de unas percusiones polirrítmicas que te hacen sentir como en plena fiesta llanera, entre guirnaldas y tarimas de madera; una sensación que continúa en la final “Eso así no es”, “puya vallenata bien tergiversá” que aglutina su filosofía: acordeón de origen alemán, métrica española, el componente de los tambores de los esclavos africanos y el ritmo que representa la fundamental guacharaca, un güiro ancestral de los indígenas. En resumen, un disco folclórico a más no poder y también de mente abierta. Y qué bien luce en la portada ese reluciente Hohner en primer plano. ∎

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