Álbum

Los Negativos

Piknik caleidoscópicoVictoria, 1986

Rockdelux 25

(Diciembre 1986)

Desde finales de 1985 viene hablándose de Los Negativos como de una de las esperanzas más firmes del pop español. Rockdelux también; más que nadie: su intervención en dos de sus fiestas de celebración y la edición de un disco-flex (hoy cotizadísimo) con uno de sus temas (“Moscas y arañas”) por vez primera no ha hecho sino agrandar su nombre entre la clientela al uso. Ahora, su “Piknik caleidoscópico” habla por ellos.

A través de un cuidado concepto diseñado por ellos mismos, que incluye carpeta, encarte y contraportada (da la sensación de que han hecho lo que han querido y que por eso se inclinaron por Victoria; tenían otras propuestas donde elegir), han plasmado, en toda la extensión de la palabra, un egocéntrico autohomenaje a su fijación estética, siempre empapado de guiños muy particulares. Siguiendo las claves de unas canciones simpáticamente jeroglificadas, da la impresión de que entre ellos, a micrófono cerrado, juegan a ser unos Beatles cualesquiera, divertidos y desenfadados, viviendo en la barcelonesa calle Tuset en plenos años 60, pero suspirando con un Londres volcado a sus pies en el sentido literal del término: su presencia no pasaría inadvertida a momificados policías mientras ellos se prestarían gozosos a correr por parques verdes bajo los efectos de una ración de LSD, alocadas chicas en minifalda saldrían en su persecución haciendo valer para ello autobuses de dos pisos o mastodónticos taxis negros, ojearían despreocupados ‘The Times’ sin leerlo, se fotografiarían telefoneando en cabinas rojas y beberían Pilé 43 con moderación en clubes psicodélicos perdidos en el subterráneo de la ciudad... Se supone, se espera, se desea que no sea concebido todo eso como lo máximo a lo que puede aspirarse en una vida adolescente de película realizada en burbujeantes condiciones técnicas (a esas de color apagado me refiero).

Leerse “Alicia en el país de las maravillas” y oír “Piknik caleidoscópico” es, salvando las distancias, (casi) la misma cosa. Agradables e inofensivas fantasías lisérgicas que oxigenan el cerebro y emboban los músculos risorios. Y no hablo de la línea melódica, clavicordio, evocadores coros, guitarras trabajadísimas, voces (mejor la de Carlos Estrada), ajustados estribillos que dan rigor a los temas y mil obligadas referencias más. Son catorce temas y a mí quizá me sobra alguno. Pero es, de todas formas, la mejor obra de debut de un grupo nacional en este 1986 que ya se nos va. Con holgura, además. ∎

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