El productor Hal Willner ha jugado un papel esencial en la carrera de
Marianne Faithfull desde mediados de los ochenta. Reforzó sus lazos con Kurt Weill, Lotte Lenya y Marlene Dietrich en
“Strange Weather” (1987), la capturó con nitidez en directo con
“Blazing Away” (1990), produjo sus tres temas con Nick Cave para
“Before The Poison” (2004) y la devolvió al esplendor pop, vía versiones y duetos varios, en
“Easy Come Easy Go” (2008).
Willner se lleva ahora a Marianne y su pop por parajes propios del sonido Nueva Orleans.
“Horses And High Heels” es un disco registrado durante el pasado otoño en la devastada ciudad con músicos locales como el bajista George Porter Jr. (ex The Meters) y el batería Carlo Nuccio, a los que se añaden el arreglista Mark Bingham (habitual compinche de Willner en grabaciones de los ochenta), el guitarrista Doug Pettibone, la vocalista Jenni Muldaur y Lou Reed en dos breves
cameos de guitarra.
Es obvio que, pese a tener una voz con un registro muy concreto, un timbre roto (por los estragos o no) que Faithfull ha sabido rentabilizar, la cantante sabe adecuarse a estilos diversos saliendo más o menos airosa de todos. Aquí mezcla sus canciones con las habituales versiones; una de las virtudes de Faithfull es que, sin poseer un temario propio, ha sabido construirlo a partir de las melodías tomadas prestadas de otros.
Entre lo que ella ha escrito, destacan
“Prussian Blue” (compuesta con David Courts), con un sonido de órgano muy propio de Bob Dylan en tiempos de su primera electrificación;
“Eternity” (a medias con Pettibone), enriquecida con los
samples orientales del propio Willner, y
“Why Did We Have To Part” (escrita con el francés Laurent Voulzy), de una bella melancolía. En cuanto a las versiones,
“Back In Baby’s Arms”, de Allen Toussaint, adopta el tono de un homenaje a la ciudad con la presencia al piano de Dr. John, mientras que
“The Old House”, de McGuinnes-Abrams, se resuelve como una historia de fantasmas sobre la que cabalga la guitarra eléctrica de Lou Reed. ∎