Libro

Andrea Galaxina

Nadie miraba hacia aquí. Un ensayo sobre arte y VIH/sidael primer grito, 2022

07. 02. 2022

Perdonaréis que empiece la reseña de este libro hablando de la pandemia, pero para quienes crecimos cuando el virus del VIH empezaba a copar titulares y telediarios no solo nos venía a la mente de forma recurrente aquella época cuando se empezó a hablar del COVID, sino que además teníamos una sensación de déjà vu con las incertidumbres sobre el contagio y las teorías sobre su aparición (también, entonces, había conspiparanoicos). Habrá quien diga que entonces no se confinó a la población, pero sí que se estigmatizó al colectivo LGTBQ+ (se le llamó el cáncer gay) y los enfermos vieron cómo se les evitaba como a apestados, tanto que el simple hecho de que Lady Di diera la mano (sin guantes) a un enfermo conmocionó al mundo entero. A día de hoy se sigue sin vacuna aprobada contra el VIH y la ignorancia sobre el virus sigue rampante, así que, como afirma Andrea Galaxina (Santander, 1986) en el prólogo del recién publicado “Nadie miraba hacia aquí”, “hay que escribir sobre esto y hay que leer sobre esto”.

El libro de Galaxina se centra en el impacto que la enfermedad tuvo en el mundo del arte y del activismo, cuyas líneas a menudo se cruzan y desdibujan, con lenguajes que se retroalimentan y protestas que dan lugar a obras de arte y viceversa, cual vasos comunicantes. La autora comienza con una necesaria cronología y contextualizando la pandemia, aclarando términos (algunos tan importantes como ese I = I que hace referencia a indetectable = intransmisible) y diferenciando entre VIH/sida para a continuación pasar a explicar cómo la comunidad LGTBQ+ de EEUU se organizó para dar visibilidad a la pandemia y de paso realizar la labor informativa que no llevaban a cabo las autoridades. Muchos de los carteles que se distribuyeron se convirtieron en los 80 pronto en consignas (la más conocida “Silence = Death”) que llegaron a polinizar el mundo del arte, como la ya icónica foto en la que David Wojnarowicz aparece con los labios cosidos y que lleva por título el mismo nombre del eslogan. Pero el arte no se inspiró solo en la denuncia social, sino también en los políticos que cerraban los ojos, en la misma enfermedad y hasta en su tratamiento con AZT, cuyas grageas de color azul se convirtieron en un leit motiv de muchos artistas, como bien explica la autora.

Además de hacer un repaso de los trabajos más emblemáticos, Galaxina presta especial atención a obras de net art menos conocidas y a los fanzines producidos por lesbianas, transexuales y racializades, mucho menos visbilizadas dentro de las siglas LGTBQ, así como a la obra que se produjo en España durante los 80.

Son muchas las virtudes de “Nadie miraba hacia aquí”: no solo cuenta y contextualiza una historia de la que aún no hay mucha bibliografía en castellano, sino que lo hace con rigor y sin pedantería. En ningún momento cae en el aburrimiento ni acude a un lenguaje solo apto para eruditos ni da por sentado que quien se acerque al libro deba estar familiarizado con todos los términos o hechos: crea un relato necesario, pero lo hace desde la empatía hacia quienes vivieron los peores años de la enfermedad y desde una pedagogía no condescendiente con el lector.

Mención aparte merecen el diseño y la maquetación, con notas al margen de fácil lectura, la reproducción en color de buena parte de las obras de las que habla y hasta un formato cercano al de esos fanzines que sirvieron de comunicación de guerrilla en tiempos de ostracismo. El libro puede encargarse aquí. ∎

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