La foto promocional de Altin Gün es significativa porque refleja lo que el grupo holandés propone en su tercer álbum. Al frente y sentada en el suelo se puede ver a su cantante femenina y teclista, Merve Dasdemir, acariciando un Omnichord, instrumento electrónico vintage. Detrás está Erdinç Ecevit, también cantante y teclista, apoyándose en su saz, el instrumento determinante del rock psicodélico turco desde su época fundacional a finales de los años sesenta.

Mucho ha llovido, pero los padres del invento, léase el grupo Moğollar y los solistas Erkin Koray, Bariş Manço o Selda Bağcan, siguen siendo la fuente referencial a la que han acudido, y se han postrado, las generaciones posteriores. Pero esto está cambiando y este disco es la mejor prueba. Y es que el grupo de Ámsterdam, fundado por el bajista Jasper Verhulst, da a su nuevo sonido una determinante pátina sintética, en aras a una modernización que tampoco pierde de vista las características esenciales del pop anatolio.

Pero vayamos por partes, ya que los contrastes llegan a ser agudos. Así, temas como “Yekte” o la versión “Hey Nari” –de la leyenda del folk turco Ali Ekber Çiçek– suenan a psych-rock canónico, dominadas por los riffs de saz distorsionado. A las antípodas está “Esmerim Güzelim”, construida sobre una pedestre caja de ritmos Roland TR-808, a la manera del bedroom pop; una minucia si lo comparamos con el single “Ordunun Dereleri”, synthpop de muchos quilates cuya melodía se eleva con los requiebros de la anhelante voz. Otros musts son “Bulunur Mu” –como cruzar el estilo de “Popcorn” con un aire de wéstern anatolio–, “Yüce Dağ Başında” –llenapistas que guiña el ojo al sonido espacial del eurodisco– y “Maçka Yollari” –ritmo hiperfunky que también nos lleva a la discoteca sin perder de vista la vertiente psicodélica–. La combinación de lisergia rock y destellos de bola de espejos, que se repite en “Kara Toprak”, es un eficaz punto medio que contribuye a otorgar al disco la condición de retro y futurista, de familiar e innovador. ∎