“Cunningham Bird” es, actualmente, el único modo de escuchar en digital (y, desde el 13 de diciembre, CD) el repertorio de “Buckingham Nicks” (1973), disco de culto grabado a dúo por Lindsey Buckingham y Stevie Nicks tras trabajar juntos en Fritz (cuando se enamoraron) y antes de pasar a formar parte de Fleetwood Mac. Fracaso comercial en su día, nunca ha sido reeditado en condiciones, misterio en toda regla.
Queda el (gran) consuelo de esta revisión íntegra del álbum a cargo de Andrew Bird y la cantante y compositora folk-rock Madison Cunningham, a la que venimos escuchando en los discos del prodigio del violín desde 2019 y que cuenta con discografía propia a tener en cuenta; por el magnífico “Revealer” (2022) consiguió el Grammy a mejor álbum folk.
“Este álbum es el epítome del exceso y la confianza en uno mismo, y tenía todo el sentido que tratásemos de encarnar ese espíritu”, ha explicado Bird en los materiales de prensa. “La confianza que desprende, es decir, trastear con una joya icónica, aunque infravalorada”. Como el dúo respeta (al menos) la integridad del repertorio y en su orden original, “Crying In The Night” es la primera diana perfecta: una versión trasladada, a través de las cuerdas de Bird, al terreno del pop barroco, a algo que parece más bien tomado prestado a The Zombies. Y sigue, así es, el instrumental “Stephanie”, ahora protagonizado por el violín y con melodía vocal tarareada por Cunningham. El otro instrumental del disco, “Django”, compuesto originalmente por el pianista John Lewis en homenaje al guitarrista jazz Django Reinhardt, conocido ídolo de Bird, también cuenta con voces, lo que deriva en una especie de guiño a las bandas sonoras italianas de los años setenta.
“Cunningham Bird” es, a veces, bastante respetuoso, como en una “Long Distance Winner” solo diferente al original en una atmósfera algo más tensa, en un clima de “parece que algo va a suceder”; “Don’t Let Me Down Again”, tan juguetona como la recordábamos (aunque con la antigua no daban ganas de gritar yee-haw); o “Races Are Run”, realmente sin sorpresas. Pero otras veces la osadía es bastante importante. Una canción pequeña y breve en 1973, “Without A Leg To Stand On” es aquí un magnum opus en toda regla: las armonías vocales son de ensueño, los arreglos resultan más dinámicos (de hecho, incluso suenan nuevas partes y giros melódicos: eso es confianza en uno mismo) y la producción (de Mike Viola, como en el resto del álbum) es puro primor.
Además, en la memorable nueva “Crystal” es ella y no Bird, como correspondería, quien lleva la voz líder, entonando la melodía como si protagonizara una balada de Weyes Blood o Lavender Diamond. El tempo es más lento, el espacio más amplio, y una larga outro melancólica acaba de marcar distancias con el referente clásico. Cerca del desenlace, “Lola (My Love)” deja de ser una loa en tercera persona y se convierte en interpelación de Cunningham (no Bird, lo que añade intriga) a esa amante soñada. Por momentos, más que recrear, esta brillante pareja reinventa con genio. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.