Formada como actriz, Catherine Graindorge (Bruselas, “en los años 70”, dice ella) debutó en el cine con la película de cine experimental “Toute une nuit” (1982), de Chantal Akerman. Cuando en la preparación de una obra de teatro le pidieron que tocara el violín –en su niñez y adolescencia había estudiado el instrumento (aunque la perspectiva de una carrera como instrumentista clásica le resultaba aterradora y le había hecho abandonar la música)–, redescubrió la belleza del violín y retomó el impulso musical.
Desde entonces han pasado cosas: ha seguido trabajando como actriz, ha compuesto música para obras de teatro y bandas sonoras de cortometrajes y documentales y ha colaborado con el violín y la viola con artistas importantes, como los franceses Bertrand Cantat (Noir Désir) y Pascal Humbert (16 Horsepower) en su efímera banda conjunta Détroit, o como Yann Tiersen (con quien compuso a medias, en 2015, la música del documental “Huracán”), o como el belga Marc Huygens, además de haber intervenido en el álbum de homenaje al fallecido Jeffrey Lee Pierce “The Sessions Project”, con lo más granado del rock alternativo. En 2007 Graindorge formó, junto con el bajista David Christophe y el batería Elie Rabinovitch, Nile On waX, grupo instrumental con un cuarto álbum ya grabado, a falta de encontrar sello discográfico que lo publique, y en 2012 inició también su trayectoria en solitario, con un álbum titulado “The Secret Of Us All”, al que siguió, en 2017, otro disco, “Long Distance Operators”, “escondido” en Spotify como si fuera exclusivamente de Hugo Race –integrante de la primera formación de los Bad Seeds de Nick Cave–, pero que, en realidad, es un álbum atribuible a ambos.
“Eldorado”, que produce (y en el que colabora como instrumentista) John Parish, colaborador habitual de PJ Harvey, es su tercer álbum. En este nuevo disco, a su violín y viola consabidos les ha añadido el armonio y, en pequeños y aislados fragmentos, su propia voz, a veces recitativa, a veces utilizada, dice ella, “como si fuera un violín”, mientras que Parish aporta guitarra eléctrica, vibráfono, teclados y batería. La sonoridad general es oscura, pero no derrotista: aunque “Lockdown”, por ejemplo, se intuye inspirada por el confinamiento absoluto vivido por el mundo entero durante cien días de la primavera de 2020, su evolución musical a lo largo de sus 4’ 41” tiende a la claridad, mientras que “Eldorado”, el tema que da título al álbum, goza de un empuje guitarrístico (a cargo de Parish) tenaz, envuelto en brumas de cacofonía, paisaje sonoro que uno asocia con la búsqueda infatigable de aquella ciudad mitológica y el dolor y frustración que debieron arrostrar quienes perseguían sus legendarias riquezas… En “Ghost Train”, por su parte, viene al recuerdo tanto la voz como el violín distorsionados de Laurie Anderson, mientras en el texto se escuchan palabras de confusión y desarraigo.
De esta paleta de sonoridades turbias ambientales (y mayoritariamente instrumentales) emerge, sin embargo, un brillo diáfano y catedralicio, que remite a otra mezcla de viola y armonio: el fabuloso “The Marble Index” (1968) de Nico, con los asombrosos arreglos de John Cale. Como este último, “Eldorado” destila un esplendor gélido, evocando una experiencia inmersiva casi tan desasosegante y exigente como la que proporciona otro álbum mítico, el “Rock Bottom” (1974) de Robert Wyatt. El disco finaliza con un tema, “Eno”, que es el que transmite las emociones más serenas del álbum: la contemplación después de una obra caracterizada por la agitación angustiosa y misteriosa, y que, indudablemente, debe entenderse como un homenaje al creador de la música ambient. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.