Álbum

IOSONOUNCANE

IRANumero Uno, 2021

12. 07. 2021

Jacopo Incani, compositor sardo nacido en 1983 en el pequeño pueblito de Buggerru, es uno de los músicos italianos más interesantes de la escena alternativa. Tal vez el segundo más interesante, por detrás del recientemente fallecido Franco Battiato, pero por delante del legendario pionero de la música industrial Maurizio Bianchi o del compositor de bandas sonoras (y con una discografía de cuatro álbumes grabados a medias con Blixa Bargeld) Teho Teardo.

Con un pasado al frente de Adharma, trío de rock sinfónico (en la onda de Pink Floyd, King Crimson o Van Der Graaf Generator), Incani debutó en solitario en 2010 con el alias de IOSONOUNCANE (algo así como “Yosoyunperro”) y un álbum titulado “La macarena su Roma”. Su segundo álbum, “DIE”, publicado en 2015, ya fue considerado una obra maestra de la música italiana y figura en la lista de la edición italiana de ‘Rolling Stone’ en el puesto número 11 de los mejores álbumes italianos de la pasada década.

Seis años después de aquel disco tan relevante, ha publicado ahora (estaba previsto para 2020) “IRA”, un tercer álbum tan monumental en extensión (17 temas y una hora y 49 minutos de duración, en formato de doble CD o triple vinilo) como en resultados artísticos. Una aclaración previa: no es un músico ocioso; en estos años ha compuesto también cuatro bandas sonoras, un single inédito, “Novembre”, y una obra de cuarenta minutos para sonorizar una instalación del escultor milanés Edoardo Tresoldi.

Amalgama de técnicas y estilos (de la electrónica a la música norteafricana, pasando por el jazz, el rock progresivo o el folk), “IRA” es una especie de álbum conceptual que gira sobre la idea del cruce de fronteras, atravesando montañas, ríos, desiertos, afrontando centros de internamiento, cárceles y encuentros con soldados, que no debemos limitarnos a ver, simplemente, como el salto a Europa, porque hay otros entornos en los que cruzar territorios realmente inhóspitos y crueles. La diversidad de estilos musicales obedecería, pues, a una diversidad de voces polifónicas que hablan del asunto desde puntos de vista igual de variados. Los títulos de los temas dejan pistas en distintos idiomas: “foule” (“multitud”, en francés), “prison”, “horizon”, “soldiers” (“prisión”, “horizonte”, “soldados”, en inglés), “piel”, “ojos”, “sangre” (en castellano), “hajar”, “jabal” (“roca”, “montaña”, en árabe). De hecho, está cantado en una mezcla de idiomas que incluye, en una misma y críptica frase, palabras en inglés, francés, español, alemán y árabe (reflejo del habla híbrida de las fronteras y, tal vez, de la lectura del “Finnegans Wake” de Joyce durante su gestación). El italiano, de hecho, aparece poco. Pero “cantado” no sería la palabra exacta, porque la voz aquí no se emplea al modo de lo que entendemos por canción, sino que está tratada como un instrumento más, al modo de Meredith Monk o Joan La Barbara, pero sin el protagonismo casi absoluto que ellas le confieren.

Comparado con “DIE”, que logró el éxito con sonoridades melancólicas pero expresadas de forma solar y amable (y un tema, “Stormi”, que llegó a Disco de Oro), “IRA” es su reverso oscuro y enrarecido. “DIE”, desde la portada, tenía color, pero “IRA” parte de un blanco y negro dramático, con una cubierta fantasmagórica, sin texto, en la que se percibe la forma difusa de un hombre desnudo, en soledad. En la soledad que se pretende transmitir. El disco funciona como una ópera densa, construida a base de frases musicales dispersas, tratadas individualmente de forma repetitiva e hipnótica y que, en ocasiones, se acercan al terreno del drone.

Aunque hay momentos objetivamente bellos y melódicamente delicados, el álbum ofrece, fundamentalmente, creaciones de rock progresivo a la manera de Radiohead y el Robert Wyatt de “Rock Bottom” (1974), junto con momentos de enorme aspereza y crudeza de electrónica hardcore, que podrían acercarse ligeramente al universo de Swans. Puede que hacer un disco así se deba considerar como si Jacopo se hubiera disparado a sí mismo en un pie, después del éxito y las expectativas creadas por “DIE”, pero eso sería cortoplacista: “IRA” es una obra magnífica y colosal, que aspira a la trascendencia futura, a la posteridad. Un disco para escuchar del tirón, sin interrupciones, como el conjunto total perfecto que es y la obra que debería situarle mucho más alto, pero no de las listas de venta, sino en la repercusión intelectual mundial. ∎

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