Álbum

Lambchop

The BibleMerge-City Slang-Music As Usual, 2022

24. 10. 2022

Ryan Olson, también presente en los últimos trabajos de Bon Iver, tomó las riendas del anterior álbum de Lambchop, “Showtunes” (2021), y ahora repite producción con “The Bible” junto al multinstrumentista Andrew Broder, quien se ocupa del piano –instrumento conductor en el decimosexto álbum del proyecto de Nashville–, guitarra eléctrica, programación, sintetizador, giradiscos y hasta de las maracas. Ambos comparten composición con un Kurt Wagner de inconmovible modestia, mudado provisionalmente a Minneapolis y en estado de gracia al menos desde “FLOTUS” (2016).

La lista de músicos no acaba ahí. Tiende a inabarcable y es siempre cambiante. Lo único que permanece en Lambchop es el asombroso señor Wagner y esa manía que todavía conserva de convertir la corriente musical continua a la que vive enchufado en algo tan convencional como un álbum. Esa sensación tan patente de flujo y movimiento se expresa en algo parecido a una ingravidez vibrante y transida de serenidad incluso cuando se posiciona con fuerza en determinados asuntos. Propiedades que, en las manos equivocadas, podrían arruinar su asumido estatus de banda pop. Pero no sucede porque Lambchop tienen que ver con el pop lo que el Jesucristo histórico con la Iglesia.

El cisma country de Lambchop vuelve a incurrir en apostasía gracias al tecno-disco-setentas de “Little Black Boxes”. Pero el free jazz de “Whatever, Mortal”, donde Wagner despliega a gusto su negro sentido del humor, con orfeón góspel y todo, le devenga la excomunión. Que “The Bible” es un disco de gravedades existenciales queda claro desde el principio con “His Song Is Sung”, una pieza que empieza orquestalmente a lo Scott Walker, continúa con un piano torrencial, a lo Rajmáninov, para penetrar en la intimidad con la voz de Wagner –nadie sabe manejar como él la extrañeza del Auto-Tune y la complejidad de arreglos– alternando silencios y dibujando vida, ya extinguida si atiendes al texto, pero bien sellada en la retina. La referencia al mártir George Floyd de “Police Dog Blues” le sirve al indefinible bardo sureño para compartir protagonismo junto a las voces afroamericanas que lo asisten con emotividad: “It’s a fools game (I’m furious)”.

Lambchop convierte la elipsis en poesía, la vaguedad en melodía, la dispersión en coherencia, y todas ellas en un objeto estético que te atrapa en su fuerte campo gravitatorio, pero del que es difícil conocer la composición exacta. Escuchen piezas como “A Major Minor Drag” y convendrán conmigo que “The Bible” es, de nuevo, algo único e inagotable. Wagner dio, hace ya tiempo, con su propio repertorio personal, de estilo libre y reinventado, tirando a monologuista y cuasi recitado, en continua evolución y milagrosa permutación sin repetición, mágico y abstracto. Su música se desliza entre los dedos, pero también sabe tocar tierra firme. Como en la maravillosa “So There”, capítulo esencial, así lo intuimos, en esta biblia apócrifa de Wagner: “Ser cortés, ser gentil, ser honesto, ser amable para acoger lo inesperado con una mente insatisfecha”. Así sea. ∎

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