El 27 de septiembre se inició la campaña
Pink Floyd 2011-2012 con la salida de los catorce álbumes de estudio remasterizados y con nuevos libretos ampliados. Todos los discos, en diversos formatos y con contenidos audiovisuales inéditos. El 8 de noviembre se publicó el disco recopilatorio
“A Foot In The Door” y el
“Wish You Were Here” (1975) en ediciones Experience, Immersion y vinilo, tal y como ya había sido publicado en septiembre el
“The Dark Side Of The Moon” (1973). Para el 28 de febrero queda el de
“The Wall” (1979) en las mismas modalidades. Y el conjunto se completa, por supuesto, con este cofre que reúne la obra del grupo. Porque ahora que todo el mundo vuelca en el mercado
box sets catedralicios, Pink Floyd no iba a quedar al margen.
“Discovery” reúne sus catorce álbumes de estudio remasterizados y empaquetados en
digipacks más un libro de sesenta páginas diseñado por Storm Thorgerson, que fue integrante del equipo Hipgnosis, autor de los célebres y enigmáticos
artworks clásicos del grupo. Una integral que invita a recorrer con mirada renovada un largo período histórico, desde 1967 hasta 1994.
La operación pasa por alto los dos primeros sencillos del grupo, “Arnold Layne” y “See Emily Play” (1967), producidos por Joe Boyd, y arranca con el primer álbum,
“The Piper At The Gates Of Dawn” (1967). Una obra dominada por las composiciones de Syd Barrett, como
“Astronomy Domine”, que despliega una psicodelia impredecible, alucinada y a la vez muy detallista que sigue ejerciendo un merecido rol de faro señalizador. Aquellos Pink Floyd librepensantes y con sentido del humor, que estrenan su vínculo con el productor Norman Smith, tienen corta vida, puesto que Barrett, desahuciado, acaba en la cuneta y su participación, como autor, en
“A Saucerful Of Secrets” (1968) se limita a una pieza,
“Jugband Blues”. David Gilmour entra en escena como guitarrista definitivo de la banda, pero el protagonismo creativo se desplaza a Roger Waters. Del desenfreno bañado en LSD a un rock cósmico corpulento, con exponentes como
“Set The Controls For The Heart Of The Sun”, que busca una estética del enigma asentada en ritmos tribales y un órgano fantasmal.
“More” (1969), banda sonora del primer filme de Barbet Schroeder, es una aventura tangencial de tonos muy dispersos y con alusiones baleares (
“Ibiza Bar”).