Y por si no te estás haciendo una idea de por qué todo esto es bastante icónico, piensa que viene a ser el equivalente de que en un partido de fútbol que se estuviera emitiendo en la sobremesa de Navidad saliera María del Monte para cantar primero el “Cántame” y luego el “Sobreviviré” de Mónica Naranjo, todo ello vestida como Leticia Sabater en sus últimas actuaciones (
pequeño paréntesis de apreciación para el nuevo directo de Leti, que es cosa seria). Porque hay algo que todavía no he dicho, claro, y es que Dolly Parton, a sus 77 años de edad, salió al escenario vestida con el uniforme oficial de las
cheerleaders de los Dallas Cowboys. Es decir: botas de cowboy,
shorts minúsculos y micro-top con mangas de camisa pero con un escotazo que dejaba bien a la vista la delantera que siempre ha sido uno de los rasgos identitarios más reconocibles en la artista.
Y,
aunque esto ya había sido predicho por “Los Simpson”, resulta que en las redes sociales abundaron los comentarios que criticaron a Parton por salir en televisión con semejante modelito ¡a su edad! ¡Tápate, abuela! Como si una mujer debiera cubrirse de la cabeza a los pies en cuanto superase los 60 (o qué sé yo cual sea la edad límite para la mirada censora heterosexual). Aun así, las redes se lanzaron directamente a contraatacar riéndose del hecho de que
son precisamente los señoros y
los bros los que más que probablemente acabaron algo excitadillos ante la gozosa visión del magnífico pechamen de Dolly.
Así que nada, lo mejor es quedarse con que, ante una exhibición de toto más grande que el de Bad Gyal, el sentir general en redes fue de
emoción pura y dura. Porque hay que reconocer que el mejor plato que se sirvió en las comidas de Acción de Gracias
fue el de Dolly Parton, la única artista capaz de hacer sentir americano incluso a los que normalmente
reniegan del chovinismo. En resumidas cuentas, “Dolly Parton just won Thanksgiving”.