Lucinda Williams nos presena su disco
“Good Souls Better Angels” (Highway 20-Thirty Tigers-Popstock!, 2020):
“Es muy diferente de los anteriores. Es contundente, bluesero, de rock garagero. Lo grabamos en catorce días e incluso sobró tiempo para preparar algunos temas para el próximo álbum”. Por teléfono, el deje sureño de la cantautora de Louisana es igual de perezoso, arrastrado y seductor que en sus canciones. Esta inmediatez contrasta con el modus operandi de una artista que tiene fama de perfeccionista obsesiva. Williams explica que
“otra cosa que distingue el disco es que no hay colaboraciones, solo toca mi banda de gira. Estuvimos a punto de añadir ‘overdubs’, pero dijimos: ‘Así ya suena bien, no lo toquemos más’”.
El 14 de junio de 2013, Williams –junto con Doug Pettibone– congeló la sala BARTS de Barcelona con una versión apocalíptica del “Hard Time Killing Floor Blues” de Skip James. Y “Good Souls Better Angels” va en la estela del blues de fuego y azufre del sabueso infernal de Robert Johnson, el material que nutrió los dos primeros discos de Williams.
“El diablo aparece unas cuantas veces en el álbum. Siempre me ha encantado la imaginería bíblica del blues oscuro de delta”, valora Williams, que añade que
“hemos utilizado un arsenal de amplificadores y guitarras de los años cincuenta que tiene el coproductor, Ray Kennedy, en su estudio”. Lo añejo contrasta con la temática:
“Este es mi disco mas ligado con la actualidad hasta la fecha”.
Encapsulado en píldoras ásperas y de artificio mínimo –folk-blues sombrío, blues texano metalizado, guitarras-sierra eléctrica a lo Crazy Horse y
riffs minimalistas–, en su nuevo trabajo Williams pasa revista a la violencia machista (“Wakin’ Up”), a la neurosis colectiva promovida por los medios de comunicación (“Bad News Blues”) y a la deshumanización de las redes sociales (“Shadows & Doubts”). Hay ilusos que creen que el mundo va a mejor. No es su caso, ¿no?
“Espero que esto no sea lo que la gente saque del disco. Tan solo estoy triste y cabreada, como muchos otros. La cosa va más de expresar mis sentimientos sobre el estado del país y sus problemas. Aunque todavía albergo esperanza, pese a que tengamos todos, también vosotros en Europa, la sensación de que el mundo se desmorona. Verás que esta vez no hay ninguna historia de mi infancia”, previene.