Singeli es una música diseñada para dejarse poseer por el baile. Literalmente. En las fiestas maratonianas llamadas kigodoro, los participantes se anticipan a su suerte y tiran colchones al lado de la pista de baile, donde pueden caer sudados y extenuados a lo largo de la sesión. El singeli posibilita esta ascensión al éxtasis a través de tempos que oscilan entre los 180 y 300 bpm. No hay margen para que el cuerpo descanse, pero a la vez funciona como una fuente continuada de adrenalina que te atrapa en una especie de trance.
Al igual que en Dar es-Salam –la ciudad más poblada de Tanzania, con más de cuatro millones de habitantes– se da una encrucijada de tradiciones árabes, indias y africanas, el singeli también es una manifestación de la confluencia de estas culturas a lo largo de distintas generaciones. Nace de la absorción de géneros mutados electrónicamente a través de equipos informáticos de bajo coste. Se podría decir que, más que una fusión entre géneros tradicionales y medios electrónicos, es una deconstrucción de los mismos. Singeli toma prestado, en primer lugar, de los polirritmos vanga tradicionales de la tribu zaramo, popularizados con el mchiriku en los años 80 gracias a productores que los reinterpretaron en sintetizadores Casio. Cuando surgió, también recurrió asiduamente a las partes instrumentales del taarab, antes de acudir a estilos como el soukous del vecino Congo, el kwaito sudafricano o el hip hop de Tanzania. En ocasiones, ante la molestia de los músicos locales de taarab. Después de tomar estas melodías y ritmos, la clave es acelerar toda la muestra e incorporar a un MC que sea capaz de seguir con fluidez el ritmo hiperactivo en suajili: así se destila el singeli.
El singeli se popularizó internacionalmente desde Kampala (Uganda) a través de Nyege Nyege Tapes y del conocido festival que dicho sello organiza en su país. Plataformas como Boiler Room documentaron actuaciones y sets repletos de música singeli, así como el ambiente de júbilo a orillas del Nilo Blanco. Esto funcionó como catapulta que extendió el género a otras partes del mundo. “Cuando Arlen vino al estudio en 2016, fue la primera vez que un hombre blanco venía a mi casa. Inmediatamente sentí que algo iba a cambiar”, recordaba el productor Sisso en una entrevista concedida a ‘PAM’ en 2020, refiriéndose a Arlen Dilsizian, el etnomusicólogo y cofundador de Nyege Nyege Tapes. Desde 2017, cada vez más MC y productores de singeli realizan el viaje de 36 horas en autobús que conecta Tanzania con Uganda para participar en el festival Nyege Nyege.
Los fundadores de Acholitronix son el productor Leo PaLayeng y el cantante Otim Alpha. Ambos toman la música tradicional de bodas larakaraka del pueblo Acholi –del norte de Uganda y Sudán del Sur– y la rehacen con software de ordenador aportando una nueva caja de ritmos y mayor velocidad, en consonancia con el estilo de Omar Souleyman en sus canciones de bodas sirias. En 2017 publicaron “Gulu City Anthems”, disco de Otim Alpha que destaca como un antecedente del singeli dentro del catálogo Nyege Nyege. Su estilo se caracteriza por tomar un género tradicional y fusionarlo con acelerados sonidos de batería electrónica de baja fidelidad, en cortes que suenan con calidez y equilibrio.
Situado en el barrio de Mburahati, a las afueras de Dar es-Salam, el estudio Sisso es uno de los principales centros para MCs y productores de esta escena. Fue creado en 2013 por el reputado Sisso, quien junto a otros productores como Jay Mitta, Mzee wa Bwax, Bampa Pana y a MCs como Dogo Niga y Makaveli fueron los pioneros en propulsar este sonido.
En 2017, Nyege Nyege Tapes publicó la compilación “Sounds Of Sisso”, álbum icónico que ayudó a extender el singeli fuera de Tanzania. En esta recopilación ya se apreciaba el sonido característico del singeli tal y como lo conocemos hoy en día, con loops frenéticos e influencias que abarcan desde la música taarab de Zanzíbar hasta el afrohouse sudafricano. Los MCs cantan sobre temáticas relacionadas con la vida de la juventud de Tanzania, desde la corrupción policial hasta las complicaciones de salir con chicas cuando no tienes dinero.
A medida que el singeli se ha ido popularizando, algunos artistas han optado por fusionarlo con un estilo de hip hop tanzano más tradicional. Sin embargo, el estudio Sisso se ha mantenido en su sonido y estética originales: una crudeza que remite a la cultura del “hazlo tu mismo” y del punk, así como a la necesidad de inmediatez y una búsqueda del éxtasis que linda con el noise y el gabber. Antes de crear un estudio con su nombre e imponer el singeli como seña de identidad, Sisso componía en su habitación con un portátil, cuando no vendía DVDs a escondidas para ganarse la vida. Hoy, MCs y productores llegan desde lejos hasta su casa en Mburahati o para trabajar juntos en el estudio.
La MC Rehema Tajiri era cantante de música dance antes de adentrarse en el singeli, aunque ya le gustaba desde hacía tiempo. Era consciente de la presencia mayoritaria masculina, como pasa en muchos ámbitos, y decidió que iba a hacerse un hueco en el medio. En 2016 apareció en el estudio Sisso y pasó a formar parte de la comunidad. Cada vez hay más mujeres que se han integrado a este sonido, como Young Duda, Anti Virus o MC Memory Card.
Uno de los últimos lanzamientos de Nyege Nyege Tapes ha sido el álbum “Mr Mixondo” de DJ Travella, publicado a primeros del pasado abril. Hamadi Hassani, alias DJ Travella, es de Dar es-Salam y no está afiliado a ninguno de los reconocidos estudios de singeli, como Sisso o Pamoja. Con solo 19 años, representa a una nueva ola de productores que están impulsando este estilo hacia espacios frescos e innovadores y que aúnan influencias de todo el mundo, incluyendo elementos de dembow, rave, R&B y trap.
Jumanne Ramadhani Zegge, también conocido como Bamba Pana, es uno de los productores pioneros junto con Jay Mitta y Sisso. En 2018, publicó el álbum “Poaa” a través de Nyege Nyege Tapes. Bamba Pana asume la importancia de este proyecto y es consciente de la transformación del singeli en los últimos años. Como suele pasar con mucha de la música que se relaciona con la clase obrera y que nace en los guetos de las ciudades, el singeli no pudo escapar de ciertos clichés en sus inicios. “Lo que es pobre, da miedo. Ese es el destino de la música del gueto”, apuntaba en ‘PAM’ hace un par de años. Y recordaba cómo hasta hace relativamente poco tiempo, la policía acostumbraba a interrumpir las fiestas del barrio cuando sonaba singeli. Cortaban el suministro eléctrico o incluso llegaron a arrestar a Jay Mitta durante su actuación.
Estas acciones represivas llaman especialmente la atención, pues el singeli no es un género musical antisistema, al menos a priori. En teoría, la preocupación de las autoridades proviene de identificarlo con los gustos de los jóvenes, muchos de ellos desempleados. Esta línea de pensamiento llega a equiparar directamente al singeli con la violencia de las pandillas y el narcotráfico, como pudo pasar con el hip hop en su momento. Para Rehema Tajiri, se trata de un malentendido por parte de las autoridades. La MC declaró a ‘PAM’ que la cantidad de gente que se llega a juntar en un espectáculo puede llegar a generar ciertos riesgos, como desbordamientos del terreno, pero, añadía entre risas, “no veo nada amenazante para la seguridad nacional”.
Cuando el singeli saltó a la radio y se extendió entre la clase media, tardó pocos años en convertirse en un género tan extendido como el pop local: el bongo flava. Ahora, tal vez por oportunismo populista, las autoridades de Tanzania parecen haber abrazado completamente esta música. El gobierno lo pone en mítines y reuniones oficiales e incluso, al parecer, en el Palacio del Estado. Esto ha ayudado a varios artistas de singeli a conseguir visas para poder actuar fuera de Tanzania, lo cual es un sueño para muchos de ellos. DJ Travella, por ejemplo, será el representante del singeli en la próxima edición de Primavera Sound, donde actuará el 1 de junio. ∎
El año pasado, la conocida radio online ‘NTS’ compartió una minipelícula titulada “Singeli Sound: High Speed” (Chantal Adams, 2021). El filme, de cuatro minutos, ofrece una breve visión de la escena singeli y se rodó principalmente en Dar es-Salam. Coincidió con el lanzamiento por Nyege Nyege Tapes de una segunda compilación de artistas singeli titulada “Sounds Of Pamoja” (2021), centrada en pistas publicadas originalmente en Pamoja Records, sello capitaneado por Duke, quien se encarga de la producción. En el recopilatorio reúne a un talentoso elenco de jóvenes locales, entre ellos MCZO, MC Kidene, MC Pilato, Dogo Kibo, MC Kuke, Dogo Lizzy y MC Dinho. Pamoja Records es el segundo sello más conocido de singeli, junto a Sisso Records. Los fundadores de ambos sellos son entrevistados en la película, junto con otras figuras clave de la escena.
A día de hoy se está trabajando en un nuevo documental sobre el género. “Singeli Movement: Greed For Speed” es un proyecto del director Jan Moszumański y el sello Nyege Nyege Tapes. Se centra en los artistas de Sisso Studio y Pamoja Records. Ambos conectan su nacimiento con el cambio económico que experimentó Tanzania después de 1999. Se ha creado una página de crowdfunding para ayudar a financiar las etapas finales de la película, que actualmente se encuentra en posproducción.
A pesar de ser un género tan localizado, la comunidad de creadores de singeli consideran que tiene proyección internacional, con el potencial de volverse tan omnipresente como el house. “El singeli es para todo el mundo”, afirmaba el joven MCZO en una entrevista publicada por ‘The Guardian’ en 2018. Hoy, la devoción hacia esta música ha atravesado fronteras y sigue avanzando. ∎
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