La espiral de la psicodelia es infinita. Y
King Gizzard And The Lizard Wizard lo saben bien. Es más, solo se necesitan unas cuantas ideas y saber crear una imaginería propia para dejar marca en el género. Algo que los australianos llevan haciendo desde hace unos años. Desde el caleidoscópico arte de sus discos hasta sus vídeos galácticos y, claro, unas canciones que dialogan con los clásicos sin caer nunca en el
revival sin sustancia. Una buena muestra de ello es
“Flying Microtonal Banana”, un trabajo que se sitúa en algún lugar entre los 13th Floor Elevators de “Easter Everywhere” (1967) y el ritmo motorik de Neu! (
“Sleep Drifter” es Klaus Dinger en estado puro).
El líder de la banda, Stu Mackenzie, una especie de John Dwyer de las antípodas, se erige aquí como el gurú lisérgico de una propuesta (compone y escribe todos los temas) que también remite a las melodías de juguete del bubblegum californiano de los sesenta pasadas, eso sí, por un filtro oriental y rock que no suena rancio, sino más bien todo lo contrario; aquí se respira desparpajo y vida.
El noveno álbum de estudio de King Gizzard And The Lizard Wizard también se atreve a experimentar con la música microtonal: frecuencias tonales que evitan las que, tradicionalmente, se pueden escuchar en la música rock de Occidente. ∎