Mujeres que nos hacen reír.
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Gwen Stefani huele a rancio, tsunami buddhism y Leonor de Bourbon
Si el gobierno de Trump en Estados Unidos está sirviendo de algo, está siendo precisamente para hacer caer muchas máscaras. Las primeras máscaras en caer, de hecho, han sido las de la tecnocasta directamente implicada en el ascenso del presidente anaranjado. Estoy hablando de los dirigentes de todas esas compañías tecnológicas de Silicon Valley que llevaban años ondeando la banderita de arcoíris durante el mes de junio y que no podían dejar de fardar de políticas de inclusión y diversidad… Pero que, en cuanto vieron que la nueva coyuntura política podía ayudarles a ser un poquito más asquerosamente ricos, se alinearon sin dudarlo con las políticas más retrógradas.
Está siendo una caída de máscaras como las fichas de dominó que se van empujando las unas a las otras… Así que no es de extrañar que estemos normalizando lo de despertar cada mañana con la noticia de que tal o cual personaje público que creíamos aliado, pues tachán tachán, sorpresa sorpresa, no lo era tanto. Por ejemplo: hay fans que todavía no perdonan que Katy Perry agradeciera públicamente a Elon Musk por su nuevo Tesla. Y, en la misma línea, esta semana hay quien no puede (o no quiere) creer que Gwen Stefani huela a rancio.
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