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¿El reguetón está en fase descendente? Sí. ¿Significa eso que ya no interesa? Rotundamente no. La prueba está en este “La chamba”, que ha reunido al neoyorquino de ascendencia dominicana Arcángel con el mexicano Peso Pluma, abanderado de los muy en alza corridos tumbados. Producido por el rey midas Tainy, el tema es la reacción hispana al tópico de su tendencia a la holganza. Un canto al trabajo (chamba) con épica gánster, a ritmo de reguetón con un onírico y adictivo fondo sonoro. El Doble P con el Arca, ¡güey! Luis Lles
¿Qué tienen en común una cantante/productora de la escena UK garage y una sensación viral del drill rap nacida en el Bronx? Para empezar, historias de tipos que juegan con sus sentimientos. PinkPantheress reclutó a Ice Spice para esta chispeante retoma de su tema de 2022 y consiguió uno de los hits del año. La clave fue ese beat azucarado de jersey club y el contraste agridulce de dos voces bien diferentes expresando la misma frustración centennial. Gabriel Orqueda
El tercer tema del álbum “Maps” es el mejor ejemplo de su temática. Acompañado por versos de Quelle Chris, habla del hastío de las pruebas de sonido (“I will not be at soundcheck”) y de las obligaciones de una gira, que feliz cambiaría por una puesta de sol o comida china. Acompañada de una percusión sincopada, platillos que recuerdan campanadas y una melodía jazzeada sobre un sintetizador, exuda una oscuridad hip hop propia de su letra existencial. Daniel P. García
Sin traicionar el halo de diva disco que rodea a Dua Lipa –esto es, sin romper los esquemas de anteriores grabaciones–, Kevin Parker (Tame Impala) y Danny L Harle han dado al single que avanza su tercer álbum un sonido ligeramente más oscuro, afilado y oscilante gracias a la percusión que serpentea a lo largo del tema. Menos audaz es la letra, en la que Lipa, la chica que ponía reglas, reaparece ejecutando el tradicional tonteo a la espera de que el chico dé el primer paso. Miguel Ángel Bargueño
Si los frescos romanos hicieron perdurar a través de los siglos la exuberancia efímera de los cuerpos de dioses, patricios y efebos y los festines de frutas y viandas, Amaarae fija imágenes de belleza, lujo y lujuria en una urna digital, confundiendo deseo y ostentación y pidiéndole a una chica que se quite su top (de Dior) en medio del club. Entre lo obsceno y lo etéreo, fundiendo afropop y baile funk, “Angels In Tibet” rinde culto al cuerpo femenino, la ropa cara y el sexo entre mujeres. Juan Monge
Que el arco de personaje de Tyler, The Creator no invite a engaño. Abrir el hip hop hacia nuevas sensibilidades siempre será más fácil con la peculiar confianza que te da ese espíritu esquizoide de yo-contra-el-mundo del que Tyler nunca ha acabado de renegar. Es por eso que un tema aupado en el poder redentor de la disculpa solo podía terminar con un “fuck ‘em” de manual. Sinceridad soul y rap de lágrimas de cocodrilo como coda a su última encarnación. Nuevo alter ego a la vista. Anton Casas
Jessy Lanza cuenta con el productor Jaques Greene para exhalar su sensual lamento con un recuerdo a Blade Runner. “Falling like tears in the rain” es la metáfora que refleja su estado en “Midnight Ontario”. Envuelta en un manto de UK garage con guiños a Four Tet, su R&B relata las confusiones que emanan de las relaciones románticas en una canción que fue segundo adelanto de “Love Hallucination” y que presagiaba una nueva joya dentro de su impecable discografía. Carlos Marlasca
Más que (avant) R&B, el segundo álbum de Kelela es elegante e infinito pop negro. En inspirado equilibrio entre paréntesis atmosféricos y dance music, a veces en un mismo tema, como el titular. Himno de resiliencia (“no soy la peona de nadie / no necesito favores”) que arranca en terrenos etéreos, solo voz y línea de sintetizador oscilante; abraza brevemente cuerdas, piano y coros angelicales, e invita finalmente a imaginar un renacimiento a través de la catarsis techno y house. Juan Manuel Freire
NewJeans son las raritas dentro del universo k-pop, pues estratégicamente pertenecen a una oleada posterior a la generación de BLACKPINK o BTS (la más joven del quinteto, Hyein, solo tiene 15 años). El grupo debut del sello ADOR marca una nueva tendencia en la escena surcoreana, que se ha hecho más patente con su polémico segundo EP, “Get Up”: en “Super Shy” encontramos R&B, nu-jungle suave y algo de drum’n’bass, pero dulcificado (por muy excéntricas que sean, no pueden negar sus orígenes). Marta España
El productor británico estampó su rostro en la orla de himnos clubber de 2023 con este corte de motricidad incontrolable, clímax insinuándose en segundo plano y trazas del sonidero de los noventa. Una base de 2-step, vocales troceadas y distorsionadas, escaladas rítmicas controladas, comunión con Overmono y hasta reverencias a Underworld y The Chemical Brothers resplandecían en el interior de su exoesqueleto. Todo esto se traducía en una tromba de endorfinas para la pista: “The One”. Marc Muñoz
Nia Archives, la joven productora inglesa que está devolviendo la ilusión a los nostálgicos del drum’n’bass, ha dado un año de alegrías. Destaca este perfecto rompepistas que parte del celebrado remix que hiciera A-Trak de la dosmilera “Heads Will Roll”, de los americanos Yeah Yeah Yeahs. En él juega a añadir tensión contenida a base de loops con las vocales de Karen O, en un bucle que amenaza infinito pero que desemboca en una bomba de baile para disfrute del buen junglista. Tamara G. Cascales
¿Seguir siendo mártir del sexismo o exponer al mundo sus inquietudes personales? Shakira respondió a esta pregunta creando un éxito instantáneo. Con honestidad, la artista colombiana rompió lazos con el establishment y con las idealizaciones, explorando una energía digna de Depeche Mode, sumando el frescor de la producción de Bizarrap. Esta mezcla la trajo de vuelta a las discotecas y a la cima, lugares en los que jamás debería haber dejado de estar. Guilherme Araujo
La segunda vida de Slowdive se materializó este año con otro buen álbum, “everything is alive”. A él pertenece “kisses”, único single del disco, aunque solo en digital y misma duración. Suena a los Slowdive clásicos, a The Cure y a New Order, especialmente en su puente o middle eight, con ese característico arreglo de guitarra acústica. Existe una versión sintetizada, aún inédita, pero esta seguro que se abrirá paso en el directo del grupo gracias a su pegadizo escapismo dream pop. José Manuel Caturla
Tras una década sumida en la oscuridad de una interminable sucesión de catástrofes personales, resulta difícil encontrar mejor carta de presentación para un renacimiento que se intuye luminoso y vitalista que este “Rock N Roll Heart”. Lucinda escoltada por una all-stars band autorreivindicando supervivencia rocker en sus 70 y desafiando la alquimia de la canción perfecta, esa anhelada piedra filosofal del americana que ella misma contribuyó a acuñar. Felipe Cabrerizo
“Just a little touch”, canta repetidamente Karin Elisabeth Dreijer. La protagonista implora por algo de contacto. Quizá suplica por un poco de amor, quizá solo por algo de sexo. Probablemente por ambas cosas. Todo ello envuelto en un elegante traje sonoro de esa electrónica inteligente suya, que parece venida del futuro. Repleta de detalles que se van descubriendo con cada nueva escucha, la canción va abriéndose como un cuerpo ante el deseo, palpitando con una nueva sensualidad. JuanP Holguera
Una de las mayores y más agradables sorpresas del año es la irrupción de Los Sufridos desde esa meca dembow que es República Dominicana, reivindicando y actualizando sonidos propios como la bachata o de mucha cercanía como la champeta. En “No lo vi a ninguno”, una de las seis canciones que llevan publicadas, esta escurridiza comuna creativa conjuga cadencia bachatera, pulso urban y una letra de sustrato callejero y alcance universal sobre la naturaleza de la amistad. Renovadora y oxigenante. César Luquero
Más de cincuenta años de carrera, chamana emocional, activista, Voz de los Andes. Su garganta ancestral –radicalmente moderna– guía un alucinante viaje de tres minutos y medio –en quechua– entre su omnipresente Pachamama y la “Chakana sagrada”, símbolo indígena de la Cruz del Sur. Transita entre lo mínimo y lo universal, lo orgánico y lo sintético, con pasmosa fluidez. Invita, a la vez, al baile y la meditación. La impecable producción de Tremor respeta, arropa y resalta esta joya. Luis Miguel Flores
Con más de medio siglo a sus espaldas, Sparks siguen abonados a su espíritu Dorian Gray con esta nueva invención de su fastuoso vodevil glam-pop. Una que solo ellos podrían convertir en la excusa ideal para introducirnos en las patéticas miserias del primer mundo. Y lo hacen a través del baile espasmódico que Cate Blanchett escenifica en el videoclip como la tercera Sparks, en otra pieza maestra para el cofre de los tesoros de los hermanos Mael. Marcos Gendre
Tras nueve años de silencio, ha vuelto Natalie Merchant, la voz de 10.000 Maniacs. En su décimo álbum, “Keep Your Courage”, abraza el amor desde el eclecticismo y la introspección. Junto a la voz de Koomson-Davis, de Resistance Revival Chorus, la canción es pura orfebrería del mejor pop de cámara. “Es una invocación a la diosa del amor y la pasión. En la letra, enumero todos los clichés que usamos para describir el enamoramiento”, dice la estadounidense. Miquel Queralt
De todas las imágenes mentales que podría conjurar el hit tardío de Kylie Minogue (pasarelas y sofisticación, arneses y poppers, piernas interminables), difícilmente se esperaría que la primera fuera la portada de “Amnesiac” (Radiohead). Pero hay un giro armónico que “Padam Padam”, primer single de “Tension”, comparte con “Like Spinning Plates” y que le aporta un color exótico e irresistible a la confección reciente de la diva australiana. ¿El himno LGBT del 2023? I hear it and I know. Bartolomé Armentano
Incrustada en uno de los LPs más sorprendentes del año, debut del cuarteto mancuniano, la canción denuncia en francés la misoginia sufrida por Valentine Caulfield –“Sonríe, es más bonita una niña que sonríe / Cúbrete los hombros, distraerás a los chicos”– mientras la guitarra de Scott Fair simula una sirena que suena a alarma, con percusión obsesiva y tribal, alaridos y una atmósfera absolutamente amenazadora y desquiciante. Obra maestra del avant-rock de estos tiempos. Javier Corral “Jerry”
Irrupción clave de la temporada para cualquiera que siga disfrutando con unas guitarras afiladas y canciones pop oscuras, los esquivos bar italia nos han regalado varios momentos este año para volver a creer. Quizá el segundo de sus dos discos de 2023 –“The Twits”– se quede corto, pero el primero, “Tracey Denim”, es todo chicha. Y “punkt” probablemente sea su joya más reluciente, un tema perfecto que los sitúa justo al lado de los Wire de “Outdoor Miner”. O sea: palabras mayores. Carles Novellas
Han pasado siete años desde “Hopelessness”, un disco oscuro, de ritmos electrónicos y drones. “My Back Was A Bridge For You To Cross” nos ha devuelto el espíritu inicial, el de The Johnsons, en el que su voz se muestra exuberante, voluptuosa… pero también melancólica. Así es “Sliver Of Ice”, una canción que habla de su última conversación con Lou Reed antes de morir: “Un cuidador le puso un trozo de hielo en la lengua y fue una sensación tan dulce que le hizo llorar de gratitud”. Jesús Rodríguez Lenin
Podríamos enfocar a Arlo Parks desde diferentes ángulos y siempre la encontraremos en la primera línea de artistas en cuyo ADN se esconden los secretos de la generación de cristal. “Weightless” es, a partir de ahora, un componente esencial de ese código genético: en esta delicada construcción melódica, la cantautora inglesa se muestra sensible al rechazo y necesitada de afecto, añadiendo nuevas capas a una forma de interpretación del pop que empieza a convertirse en su marca registrada. Matías Ayerza
El tercer disco del trío de Brooklyn nos ha revelado la versión más dinámica y agitada hasta la fecha de su (re)visión del tránsito sintético de los setenta a los ochenta. Un synthpop renovado hacia lo pegadizo e inmediato, expandiendo el minimalismo de sus primeros discos. Entre lo afligido y lo eufórico, mostrando su lado más tecno-pop, “Sole Obsession”, magnética y bailable, es una canción de liberación (“walk me home and walk away”) sobre el amor y sus obsesiones adosadas. Cesc Guimerà
Del Bronx, del año 2000, practicando drill y colaborando con Nicki Minaj en el primer EP. Las credenciales de Ice Spice son claras y suenan con la contundencia de este single, “Princess Diana”, en el que se recuerda constantemente “keep it a stack” (mantenerse honesta y real). Lo hace a pesar de los millones de reproducciones acumuladas con el debut. Con cadencia pesada, a BPMs controlados, se deja toda la atención a la referencia a Lady Di. Esa lucha entre la sumisión a los focos y escuchar lo que se rumorea o seguir mirando al frente y avanzando. Ante la duda, keep it a stack! Jordi Isern
El recuerdo de tiempos pasados, aquí esos primeros años noventa en que aún no habían terminado los ochenta, nunca es una recreación fiel. Está teñido por el filtro de cada uno. Y el de Marcus Brown –con el bagaje de su pasado Baltimore y de su actual Londres– aporta un tono mate a la euforia lujuriosa del house y al pop sofisticado trufado de soul de aquellos días. Su voz grave y distante, con ese sample vocal insuflado de helio a lo UK garage como contrapunto, cuenta una derrota. Ella quiere un tipo con pasta –un sugar daddy– con el que pueda dejar su curro de día y no, no es él. Pepe Nave
No sabíamos lo que estaba por venir, y resulta que lo que estaba por venir era la revolución sexual de Janelle Monáe en “The Age Of Pleasure”. Antes, “Float” fue una extraña pero bella carta de presentación que en castellano podría titularse “relaja la raja” por lo que tiene de desenfadada invitación a que no permitas que la mierda del día a día te salpique. Sus rimas flotan ingrávidas sobre el groove de una nube de buen rollo musical sublimado por el uso de unas trompetas que subrayan las palabras de Janelle: “I don’t step, I don’t walk, I don’t dance… I just float”. Aplícatelo. Raül de Tena
“Cuando pienso sobre ello, ni lo sé”, repite como una brisa suave de verano Yaeji en “For Granted”. La artista norteamericana de origen coreano eligió como adelanto de su estimulante “With A Hammer” la que quizá sea más sintética y contenida de las canciones de su debut oficial en largo. Se trata de una de esas canciones esculpidas a partir de jugar al loop con una cantidad muy determinada de ideas, frases y beats. Sin estribillo, y con su chorrito de drum’n’bass para no pasarse de azúcar, “For Granted” es un no hit perfectamente envasado al vacío para musicar tiempos extraños. Alex Serrano
Un par de años después de intentarlo desde su propio sello con “I Go”, la surcoreana consigue ser sommerhit debutando en XL Recordings, y de carambola salta quince posiciones hasta el top ten de los DJs más populares del planeta –ardua tarea hasta ahora para una mujer–. No por reconocer haberse inspirado en el “9PM (Till I Come)” de ATB ni por recordarnos el intermilenario y (también) onomatopéyico “Around The World (La La La La La)” de ATC se le priva del éxito. Este tema suena tan revival house que consigue contagiar su sentir balear a quien cae en su influencia. Sobran palabras. Miguel Tébar A.
Beach Fossils desentierra de su arena privada una canción homologando la esencia de su nombre, tanto como Dustin Payseur gasta jeta de pez borrón varado. “Don’t Fade Away” cabalga el susurro de un dream pop atmosférico. Podría encamarse con el shoegazing; ese rollito autista de los singers ochenteros renunciando a dirigir sus pupilazas al público. La melodía embruja. ¿Está poseída por un ritmo melancólico y la letra es una puta moñada? ¡Claro! Que si “ella es novocaína”, que si “es lo único que necesito para paliar el dolor”, blablablá… Me la pela: el tema casa bien y envicia. Galo Abrain
Un disco titulado “Hit Parade” no podía presentarse sin un tema que mereciera este apelativo. Y durante la hora del largo hay varios. Aunque hay uno que sobresale porque reúne esos rasgos que lo hacen irresistible. Es “You Knew”, y mezcla un ritmo imparable y reverberante servido por Mad Professor que la voz en primer plano y procesada de Róisín Murphy acaba convirtiendo en pura euforia. Ella cuenta que estos siete minutos son una confesión sobre su vida, sobre amores no correspondidos, pero que se siente orgullosa de llegar hasta aquí. De transformarlo en materia para bailar. Vicenç Batalla
Ni un verano sin un tema de Bad Bunny. Al hilo de su actuación en Coachella y cabalgando los desiertos californianos, el puertorriqueño parecía dar por finalizada la –breve– era de “Un verano sin ti” (2022) con este jersey club seco e increíblemente pegadizo que terminaba en una rave en el desierto, como huyendo de la playa, ofreciendo un interesante y clarísimo contraste con el videoclip de “Callaíta”. Vibras escorpio y cameos –nada casuales– de Lil Uzi Vert o Frank Ocean para una canción que parece relatar los primeros momentos de su por entonces incipiente relación con Kendall Jenner. Diego Rubio
El corte que abre y da nombre al tercer trabajo de la cantautora estadounidense nos conduce por el dolor, sosegado pero insondable, de quien ha perdido a su compañero artístico y de vida. Bello folk atemporal de atmósferas delicadas y cuidadoso fingerpicking en el que Byrne reflexiona sobre cómo enfrentarse al futuro ante ese vacío. Que llegó, además, en medio de la creación del disco. Le canta “mantenemos el pacto”. Y aunque su voz cálida y reconfortante no puede, ni quiere, esconder la tristeza por la ausencia de su colaborador, también se muestra determinada a no ahogarse en ese duelo. Laura Pardo
“Rumble” se perfiló inmediatamente como un clásico tras el debut del productor londinense Fred again.. en Boiler Room. Presentado más tarde como el primer sencillo de “Quest For Fire” de Skrillex, la canción trajo de vuelta su inconfundible sonido dubstep. Bajos polirrítmicos y la voz del legendario MC inglés Flowdan confluyeron para que el productor norteamericano diera la versión definitiva a un track que logra lo que muchos esperaban y extrañaban: un sonido pulcro, reconocible y acorde a los nuevos tiempos, pero que nos deja sin más sorpresas que la nostalgia. Sebastián Herrera
Con el corte que da título a su primer trabajo largo, publicado el pasado mayo tras varios EPs y singles, los galeses espolean a rezagados en lo que a la música de baile se refiere –pero con alma de rave, íntimamente–. Y lo hacen gracias a este “Good Lies”. Los hermanos Tom y Ed Russell arrancan con una letanía susurrante femenina y un arreglo de teclado hipnótico, alcanzando pronto la categoría de mantra electrónico que atrapa sin remedio, por su finezza pop. El esqueleto rítmico nos remite al house más clásico y a una de sus evoluciones, el UK garage. Identidad old school. Isabel Guerrero
El nuevo disco de Mitski arranca con esta canción al desnudo a base de acústica y voz, que ya anuncia el modo confesional que inunda todo el álbum. La japonesa nos hace sentirnos como en casa. ¿Bedroom pop? Esta canción inicial cautiva por su cercanía, poética y poder vocal. Luego, por los detalles: esos coros que irrumpen a lo grande, el bajo y el piano que acompasan después. Y también por la simbología incluida: ese insecto como un ángel que aparece, la familia, cómo uno se rompe, Dios y el diablo... La canción nos embriaga en su desnudez y en su grandeza. Mitski la tiene. Andrés Castaño
La ansiada puesta de largo de boygenius contiene unas cuantas perlas, y tal vez esta, que aparentemente lo tenía difícil ubicada tras una “Cool About It” pillando acordes de “The Boxer”, sea la que más luzca. Los altibajos de la autoestima –un día piensas que eres Dios, al otro te derrumbas– alcanzan las estrellas cuando Julien Baker musita “singing ‘Boys Don’t Cry’”, pero sobre todo cuando Lucy Dacus emprende la subida final en modo plegaria. Y además tiene una estructura muy maleable, como prueban las distintas versiones –acústicas, eléctricas, lentas, rápidas– que rondan por las redes. David S. Mordoh
He aquí ocho minutazos (la mayoría de ellos instrumentales) donde los ingleses regresan a un regreso: al post-punk bailable de principios de siglo. Pululan los fantasmas de LCD Soundsystem o !!!, así como de The Fall en su versión electrónica-dance noventera: una voz enunciativa, la reiteración cambiante como filosofía y un énfasis en el ritmo. Una brutal labor de producción –capas y etapas de densidad variable, sintetizadores desafiantes, danzas guitarreras y percusión a tutiplén– cuyo experimentalismo a priori clínico está, sin embargo, al pleno servicio de la pista de baile. Xavier Gaillard
Que dos gamberros como Mohawke y Nair lanzaran un EP conjunto en primavera solo podía traer buenas noticias en forma de banger. Otras pruebas que confirman que esta es una de las canciones del año es que fue uno de los tracks más escuchados en Dekmantel 2023, festival de referencia en la escena dance. Algo más de cuatro minutos de UK garage a 134 BPMs, con sintes hipnóticos, bajos rasposos y vocales tranceras de Tayla Parx. Todo brilla –y se baila, especialmente, a partir del explosivo minuto 1’52”– en una oda a la euforia ravera british noventera. Otra joya de Warp Records. Y van… Beatriz G. Aranda
Había máxima expectación sobre “Mid Air”, el debut en solitario de Romy, integrante femenina de The xx. “Loveher” fue el primer adelanto del proyecto de la británica y, de alguna manera, sentó las bases de este. Aquí permanecen la atmósferas oscuras y crepitantes de su proyecto principal, a las que se unen pianos y bombos de inspiración house y una melodía exultante y romántica a la vez. Una balada, sí, pero a ritmo techno. Concebida para cerrar los ojos, dejarse llevar y bailar sin pensar en lo que sucede en el mundo. Cero cinismo, todo pasión. Los ingredientes para las cosas buenas. Nacho Ruiz
Retornaban a la tarea de abrigar la frialdad electrónica con el sentimiento más grave de Tracey Thorn. Pero ni el ritmo percutante te lleva directo a la pista de baile ni el beat es de cuadriculado garage-house. Insólito: el estribillo se reserva al ulular de una línea de deep bass, ecos del dolor expresado en palabras. Y paradójico: una versión para la BBC solo con piano y voz funciona igual, más grave aún. “Necesito una piel más gruesa / este dolor sigue entrando / Dime qué hacer / porque siempre te he escuchado”. Besos y música como salvación mientras el mundo se desmorona. Ricardo Aldarondo
En las Grandes Ligas del Despecho, campo de batalla en el que el pop de la temporada ha librado algunas de sus más encarnizadas batallas, Miley Cyrus se ha llevado el gato al agua con un himno que sublima el trile romántico escondiendo la bolita del rencor y fiando casi todo al empoderamiento y el amor propio. Un mensaje nada cifrado (chúpate esa, Liam Hemshworth) rebozado en funk gomoso y rematado por un estribillo-lapa que sirvió como adelanto de “Endless Summer Vacation”. ¿Para qué llorar pudiendo comprar(se) flores y contarlo (y cantarlo) con gozosa voz de humeante aguardiente? David Morán
Big Thief parecen llegados de Laurel Canyon: su directo sin cortina de humo, la querencia por el folk-rock de siempre y la herejía de lanzar un disco doble en tiempos de atención dispersa. El corolario, un single con tema inédito que llevan casi un año tocando en vivo. Neil Young haría esa media mueca que llama sonrisa frente a esto. “Vampire Empire” muestra cómo Adrianne Lenker prefiere la desesperanza para iluminar justamente lo contrario. Si en la magnífica “Not” (2019) refutaba cosas para denunciarlas, aquí el relato de una relación tóxica podría ser el inicio de su escape. Jorge Acevedo
Qué cosa tediosa pueden ser los discos de reunión. El alto presupuesto sofocando la espontaneidad. La ansiedad devenida estandarización. Si “The Ballad Of Darren” escapó de cualquier posible mal augurio para Blur fue en parte por la frescura de sus melodías, de las cuales “Barbaric” es perla ejemplar. Ágil, sin llegar a la impostura de una levedad juvenil idealizada, su estribillo no solo es adherente, sino de precisa ambigüedad: “Hemos perdido el sentimiento que pensamos que jamás íbamos a perder”. ¿Descripción general o autocrítica de banda? Como sea, no puede uno dejar de tararear. Marisol García
Es muy difícil no caer en la hipérbole ante esto. ¿Su mejor single desde “Only When I Lose Myself” (1998)? Diría que sí. Ni siquiera destiñe inserta en una escalada de las mejores canciones de sus cuarenta y dos años de carrera, tal y como se pudo apreciar en su imperial pase del Primavera Sound el pasado mes de junio, que se repetirá en varias fechas españolas ya en 2024. Lástima que el álbum, “Memento Mori” (2023), no estuviera exactamente a la misma altura. Depeche Mode somatizaron el deceso de uno de sus tres principales vértices, Andy Fletcher, con esta melancólica reflexión sobre el paso del tiempo y la inevitabilidad de la muerte, marcada por un estribillo para el recuerdo. Clásico instantáneo con vistas a sus rutilantes primeros ochenta, con el plus de la rúbrica compartida con Richard Butler (The Psychedelic Furs), llegó además avalado por un añejo videoclip marca de la casa Anton Corbijn, en riguroso blanco y negro. Sin tremendismos, sin sobreactuaciones ni desfallecimiento, los de Basildon demostraron que el (buen) pop también puede ser una estupenda herramienta para merodear ese invisible trecho que separa lo humano de lo trascendente, con la belleza de lo sencillo como máxima divisa ante el frecuente sinsentido de esta perra y maravillosa vida. Carlos Pérez de Ziriza
Inspirada en los paseos por el lado salvaje de la vida por la escena queer de Melbourne y con un título que homenajea una popular marca de popper, “Rush” es el tipo de single que introduce a la estrella pop de turno en su nueva era, una de sexualidad desatada, de libertinaje desvergonzado. Si antes Troye Sivan apostaba por un romanticismo de ojos estrellados, ahora sirve un himno gay camp que encapsula una sola emoción, la de ir cachondo perdido. Lo hace en clave house, con unos cánticos homoeróticos a la manera de Village People, pero también a lo hooligan alcoholizado. Porque esta canción va del subidón neuroquímico que experimenta tu cuerpo al frotarse con la persona que te lleva por el camino de la perdición, pero también se escucha como el hermano perdido de “World In Motion”, que New Order crearon para el mundial de fútbol de 1990. Su letra condensa en el arma de destrucción masiva que es el estribillo –“I feel the rush / Addicted to your touch”– esa sensación de bacanal de desenfreno que ofrece una buena fiesta, sea del tipo que sea. Son esas ocho palabras y un videoclip icónico con guiños al filme queer de culto “Beach Rats” (Eliza Hittman, 2017) dos de los artefactos que mejor resumen la cultura pop en 2023. Es de una universalidad más grande que la vida. Álvaro García Montoliu
Un Sufjan Stevens trémulo, envuelto en un halo de inocencia y determinado en su camino hacia la belleza sónica, se abre paso con esplendor en este tema estrella de “Javelin”, el disco que lo recupera como creador de canciones manejables, ocho años después del álgido “Carrie & Lowell” (2015). Si entonces era el duelo por la figura materna ausente lo que le marcaba el rumbo, este álbum centra el foco en torno a la cavilación sobre la naturaleza del amor y, en esta pieza en concreto, un desconsuelo poco menos que cósmico ante la dificultad de ser correspondido. Su voz, acompañada del guitalin (instrumento tradicional norteamericano emparentado con el laúd), se abre paso transmitiendo una extrema vulnerabilidad en un camino de pensamientos en voz alta que desemboca en la tonada central: “¿Alguien me amará algún día? / Por buenas razones, sin quejas / No por deporte”. A partir de ahí se incorporan percusiones, cuerdas, coros, piano, arropando un “corazón ardiente” que parece armarse de razones con más y más complicidades a medida que la canción va creciendo y tocando con la punta de los dedos un ideal de pureza universal. Un bucle de cromatismo celestial que adquiere una bella dimensión plástica en el correspondiente vídeo, dirigido por el habitual Stephen Halker. Jordi Bianciotto
“No he hecho una voltereta desde que tenía nueve años / No he visto a mi madre en mucho, mucho tiempo”, canta Lana Del Rey al inicio de “A&W”, el segundo single de su último álbum. A&W es el nombre de una cadena estadounidense de restaurantes de comida rápida, pero no, no es a eso a lo que se refiere el título de la canción. Lana se convierte en una “American Whore” –como antes fue una “Venice Bitch”, tema de “Norman Fucking Rockwell!” (2019)–, una puta americana que recuerda su infancia mientras describe su presente: “Ven a mi habitación / Terminamos, follamos en el suelo del hotel / Ya no se trata de tener a alguien que me ame / Esta es la experiencia de ser una puta americana”. El tema discurre por un cauce, desde el punto de vista de ella y con voces armoniosamente desdobladas, hasta que se rompe en dos con un cambio de registro vocal y una electrónica oscura de rítmica minimalista que va ganando terreno mientras Lana habla de su adicción al sexo. Si la canción destaca por esa segmentación graduada por las fascinantes inflexiones vocales de la cantante, no es menos importante el arsenal sonoro que despliega el fiel Jack Antonoff, coautor del tema, coproductor del disco y al servicio de Lana con el Moog, mellotron, guitarra acústica, bajo, piano y programación. Quim Casas
Esto no es una (otra) balada. Sí, comienza con los acordes de un piano y la voz desnuda de Rodrigo, íntima y susurrante, conectando con aquel primer gran éxito “drivers license”. En tono confesional, la lírica también lamenta el desengaño por un amor roto. Pero el melodrama se quiebra pronto y, tras el primer estribillo, la otrora angustia adolescente deviene en crescendo en rabia trepidante, un himno pop casi eufórico para exorcizar –y bailar– los agravios de un ex manipulador y hambriento de fama.
La metáfora del vampiro no es particularmente original –es fanática confesa de la saga “Crepúsculo”–. Pero las palabras escogidas tienen garra: “bloodsucker, famefucker”, especialmente interpretadas con esa capacidad dramática y dominio vocal de registro mixto. Cada nota, respiración, quiebre o legato delinea el arco desde el tormento por la traición y decepción ante su propia ingenuidad hasta la explosión liberadora de ritmo acelerado, como si en ese instante estuviera comprendiendo todo.
Compuesta junto al productor Daniel Nigro, con quien ya trabajó en su debut, “vampire” muestra la progresión de la cantante, la maduración de un estilo dado a las exploraciones eclécticas y los ecos de diferentes géneros, épocas y artistas: de Lorde, Adele y Taylor Swift a Blondie, Weezer, Avril Lavigne o Fiona Apple. Susana Funes
1986 R.E.M. Fall On Me / 1987 Suzanne Vega Luka / 1988 Prince Alphabet Street / 1989 Public Enemy Fight The Power / 1990 Deee-Lite Groove Is In The Heart / 1991 R.E.M. Losing My Religion / 1992 Khaled Didi / 1993 US3 Cantaloop (Flip Fantasia) / 1994 Youssou N’Dour & Neneh Cherry 7 Seconds / 1995 Goldie Timeless / 1996 R.E.M. E-Bow The Letter / 1997 Primal Scream Kowalski / 1998 Pascal Comelade & PJ Harvey Love Too Soon / 1999 Armand Van Helden U Don’t Know Me / 2000 Madonna Music / 2001 Missy Misdemeanor Elliott Get Ur Freak On / 2002 Missy Elliott Work It / 2003 Beyoncé (feat. Jay-Z) Crazy In Love / 2004 Franz Ferdinand Take Me Out / 2005 Rufus Wainwright The One You Love / 2006 Gnarls Barkley Crazy / 2007 Rihanna (feat. Jay-Z) Umbrella / 2008 Coldplay Viva la vida / 2009 Animal Collective My Girls / 2010 Caribou Odessa / 2011 M83 Midnight City / 2012 Frank Ocean Pyramids / 2013 Daft Punk Get Lucky / 2014 Sia Chandelier / 2015 Kendrick Lamar King Kunta / 2016 Rihanna (feat. Drake) Work / 2017 Lorde Green Light / 2018 Childish Gambino This Is America / 2019 Billie Eilish bad guy / 2020 Bob Dylan Murder Most Foul / 2021 Fred again.. (feat. The Blessed Madonna) Marea (We’ve Lost Dancing) / 2022 Stromae L’enfer ∎
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