La irremediable atracción ejercida por “Terapia” –publicada a mediados de 2023– recondujo hacia la senda de la creación artística a un Raúl Rodríguez por entonces en retirada. Una vez recuperado el impulso vocacional que lo había llevado a publicar su primer EP, “Duelo” (2021), stivijoes confirmó con cada nuevo envite –orgullo de clase y más en la casi-casi-folk “A mi padre”, beats funk y mordacidad para “DÉJAME EN PAZ”, pop de barniz contemporáneo en “ESPIRAL”– lo mucho que iba a merecer la pena seguirlo. A principios de 2024, empaquetó su segundo EP añadiendo delicadeza con “Gracias por estar conmigo” y subiendo el pulso cardíaco vía “DÓNDE ESTÁ STIVI?”. Muy pronto, en todas partes. César Luquero

La barcelonesa de raíces camerunesas asentada en Londres engarza su voz como un eslabón más en la cadena que une el R&B y el soul norteamericano con las músicas africanas. “A 1 IS BETTER THAN A 0” avanza a pasos agigantados respecto a su primer EP, “Aura Aura” (2021), en su concepción de las armonías vocales, la crudeza de las letras (que ahondan en su obsesión por la perfección y saltan del inglés al francés, el catalán o el español) y, sobre todo, en un sonido rico, de ritmos entrecortados y curso serpenteante, que congrega a productores de la talla de Kwes Darko, Hudson Mohawke, Sega Bodega o Raül Refree, cuya pericia no aplaca la identidad artística de Bikôkô, sino que la potencia. Juan Monge

Este tercer EP demuestra que su intención declarada por darle al proyecto más empaque de banda no era un farol. Mantiene las propiedades inherentes a su producción, pero todo suena más robusto. Da buenas razones a quienes piensen que lo tiene todo para atrapar a un público de muy diferentes generaciones y gustos. Es pop levitante, ensoñador, irónico pero honesto y cercano a la vez, que lo mismo puede justificar las comparaciones con Mac DeMarco como seducir a quienes alguna vez cataron el buen indie pop británico en su punto óptimo de cocción (The Field Mice, Felt, los mismísimos The Smiths). Carlos Pérez de Ziriza

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Capaz de sonar tierno y delicado cual Elliott Smith del nuevo siglo en “Take It Easy” con la guitarra del productor Roy Borland, hilvanar la seda a lo Frank Ocean en “OPPENHEIMER”, desnudar el R&B con Daniela Lalita en “Pinky Ring” o cavar el minimal pozo de melancolía que es “Okroso el peligroso”, TRISTÁN!, con un asombroso abanico de recursos utilizados con mesura y estilo, debuta en el sello-colectivo rusia-idk. Es la casa de sus admirados Ralphie Choo, Mori o rusowsky, quien colabora en el esbozado hit de bedroom pop que es “CELL”. Ya cuenta con ávidos seguidores, adictos a la finura holográfica de su propuesta. Pepe Nave

Nos presentan un sonido más reflexivo y mejorado que le roba a veces protagonismo a las letras, convirtiendo estas en un vehículo para contarnos las situaciones y la lucha con que las generaciones de chicas millennial tienen que lidiar. No hay espacio para canciones ñoñas de amor. Pero, en ocasiones, ya sea con voces o a gritos, a pesar de formar parte de la fórmula post-punk garagera que caracteriza nuestra escena underground madrileña, resultan un tanto estridentes. Aún pueden experimentar más en profundidad con las distintas partes de la estructura de una canción y resolverlo con su maravilloso ingenio, que de eso no les falta. Ana Dara Peña Giraldo

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El nuevo EP de Chico Blanco bien podría ser denominado mixtape y consumirse a través de SoundCloud / Bandcamp: en él, se despoja de casi cualquier estructura pop que lo acompañó en sus orígenes, prevaleciendo la DJ session como núcleo del producto. De hecho, su EP parece un preludio larguísimo a sus adelantos. Desde “FOREVER 21 (VOL.1)” (2023) ha pasado un semestre: el concepto no ha variado ni ha tenido tiempo de madurar, por lo que la segunda parte del trabajo prosigue con esa narrativa a caballo entre el hedonismo y el nihilismo que, tal y como su propio nombre indica, son tan propios de la juventud. Marta España

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Como un Evian Christ nacional, en la intersección entre el dominio melódico de la música urbana (ambiente en el que empezó como productor, un poco como el británico), el amor por la bass music más atmosférica y el trance apocalíptico, Baby Pantera emula en “BCM” el sonido de las Trance Party y lo conecta con un espíritu rusia-idk, tratando la pista sin compasión y sin prejuicios, convirtiendo en cantadita el “Bizarre Love Triangle” de New Order, homenajeando a las Baleares freestyle, abrazando la intensidad EDM y el trap cibernético, pero poniendo siempre el éxtasis por delante de la deconstrucción. Diego Rubio

La hispanobrasileña titula su carta de presentación, tras el cosign de Nathy Peluso, con un término que apela tanto a la capoeira como a esos futbolistas elevados a la talla de artistas. Baile y jogo bonito, pues, priman en un EP vertebrado por el funk mandelão y una intuición pop que no impide el quiebro constante: hay deconstructed club, distorsión, beat bruxaria en los momentos más agresivos, taconeo flamenco... Todo cuajado por la voz de la viguesa, cuyo flechazo con el soul permea el inicio de “PiRi PiRi”, magnífico ejercicio de contraste que expone la soltura de una Lua de Santana que, ya sea cantando en portugués, inglés o español, organiza un carnaval global, diverso e inclusivo. Anton Casas

La obsesión por armar bucles de atracción es el resultado de una constante metodológica: la necesidad de idear puzles en movimiento. Construcciones catedralicias de pulsión techno y background ambient de propensión siempre orgánica que, ahora mismo, pasan por ser de las más recomendables dentro de la música electrónica estatal. Poca broma, estamos hablando de la misma liga de gigantes que Carlos Ordóñez. “Panic Button” no deja de ser una joya preciosa tallada con la intuición de quien sabe sortear los peajes comparativos de la gran tradición techno: el anzuelo perfecto para no perderse sus siguientes movimientos discográficos. Marcos Gendre

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Si los madrileños destacan en la escena peninsular del hardcore o metalcore es debido a que su propuesta no es ortodoxa ni nostálgica; no se contenta con meros asaltos frontales, sino que eclécticamente incorpora a las estructuras de sus temas alteraciones de textura, lógica y ritmo. Por ejemplo, la metamorfosis de la voz-gruñido screamo en una entidad más shoegaze (“Vaho”), sablazos guitarreros de puro ruido (el final de “Ceniza en la boca”), la introducción de percusiones y ambientes industriales (“Mala suerte”) o breves bajadas a cadencias post-punk (“Nostalgia”). Xavier Gaillard

“El rock and roll és mort” es indiscutiblemente pegadiza y jovial: parece un resultón cruce entre los Rolling Stones, Bob Dylan, Pulp y Primal Scream, si es que algo así es realmente posible. Es un pedazo de single. De libro. Y lo que más se distancia aquí de su anterior álbum. Los otros tres cortes, que junto al primero dan título al EP, son quizá más fáciles de asignar a su tradicional canon, y redundan en la desprejuiciada amplitud de miras que siempre ha caracterizado al músico de La Garriga. Vibraciones positivas y transfronterizas para tiempos oscurecidos por previsiones agoreras y rancios repliegues identitarios. Carlos Pérez de Ziriza

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Los tres cortes de “Contra toda autoridad”, sin título, son un pozo negro de vibraciones electrónicas malsanas, una pesadilla nihilista que regurgita las vísceras de Cop Shoot Cop, Chrome, Suicide, Big Black, los primeros Swans y otros adeptos al noise rock más extremo. El minimalismo formal de las canciones no impide la virulencia que expelen: la bofetada sonora se sostiene sobre un andamiaje de frecuencias electrónicas que resuenan como parásitos enloquecidos esperando el momento de una cruenta ejecución, la misma que desprende una voz angustiada, forzada hasta lo inhumano mientras va recitando la letanía “contra toda autoridad” en el corte final. Juan Cervera

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A la cabeza de esta nueva tanda de tres canciones se coloca la prodigiosa “Era verano”. Es una de las canciones más arrebatadoras que he escuchado en semanas dentro de nuestras fronteras. En un mundo perfecto, sería un hit. Y corona un tridente estilístico que en este EP tiene otros dos notables vértices, aunque no arañen esa excelencia. Por un lado, “Siempre”, con sus ráfagas de electricidad y un deje a Los Planetas. Y por otro lado, “Tekken”, que se inclina más hacia el post-punk por la línea de bajo y por su melodía. Nunca he visto a Menta en directo y este EP me genera unas horribles ganas. Carlos Pérez de Ziriza

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Las navarras han realizado un ejercicio de selección de productores tan dentro de su marco sonoro como con entidad propia fuera de este, lo que permite abrir el espectro del concepto primigenio sin alejarse demasiado de aquel. En “Ahora Remixes”, Melenas dejan de ser las autoras para centrarse en la curaduría del trabajo. Lo que une a todos los participantes es la década de los noventa. Stereolab es una influencia directa para el cuarteto, pero en su riqueza de texturas analógicas también se encuentran el pop C86 o los inicios del indie nacional de enfoque twee-sixties. Todo aflora en el trabajo: hay un remixer escogido para cada uno de los palos a los que se aproximan. Marta España

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La primera escucha de estas canciones provocaron un flechazo en mí. Ojalá la misma sensación de enamoramiento se repita en cada nuevo oyente de esta maravilla. Seis canciones en 30 minutos que pasan por EP pero que podrían haber sido un primer disco largo para uno de los proyectos más prometedores de la actualidad. Sin electricidad, entrelazando sus voces con una instrumentación básica, las hermanas María y Raquel Rubio cantan desde dentro. “Faro” transmite una verdad y una fuerza ancestral que lo convierten en uno de los mejores debuts aparecidos en nuestra música en los últimos tiempos. JuanP Holguera

El EP comprime un trío de canciones en apenas siete minutos y medio y las tres son rejuvenecedoras píldoras con ritmo monolítico, guitarras en pie de guerra y teclados que propulsan las composiciones hacia un leve space rock que escolta de maravilla las invectivas de Tere Iñesta, una frontwoman con un carisma como de estar por casa que, sin poses ni imposturas, resume a la perfección la ¿filosofía? de Aiko el grupo: canciones que son como latigazos, sí, pero también como abrazos en plena euforia de un rencuentro deseado. “A la mierda”, “Desde una esquina” y “No te has enterado” son viñetas de vida comprimidas al máximo y expuestas con urgencia y ganas de jugar. Aquí hay chicha de la buena. Juan Cervera

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“Yo te quiero pero tengo que producir”, canta Alba Morena en el tema que titula el EP y en el momento culminante de esta colección de cinco canciones. La vocalista, compositora y productora de Salou ya había apuntado cosas en su primer álbum, “Las dos edades” (2021), pero aquí emprende un camino más sugestivo. Retuerce la canción melódica clásica, incluso con invocaciones al bolero o la soleá, para llevarla al aquí y al ahora entre voces autotuneadas y bases electrónicas tan elegantes como punzantes. Como ella misma ha reconocido, es como si hubiese buscado una alianza entre Ana Torroja y James Blake, pero, de entre todo su aprendizaje, comienza a emerger una voz propia que promete grandes cosas. David Saavedra

Rebasado el tiempo en que se citaban sus influencias para pasar en la actualidad a enumerar las bandas que han crecido bajo su influjo, conservan su capacidad para no convertirse en buque insignia ni cualquier otro apelativo que confiera solemnidad o rimbombancia. Con tanta gente que se acerca a la música en modo superficial, quizá haya algunos que aún tengan a Los Punsetes por creadores de graciosillos eslóganes para vacilar con los colegas. Lo cierto es que detrás de esas frases de titular, su humor tiene muchas caras, y a menudo asoman las de la frustración e indignación ante el espectáculo que nos rodea. Más que el recuento o la audacia de los asuntos tratados, es el ingenio y gracia con que lo hacen. Pepe Nave

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Secuenciado con astucia, alcanza inmediata velocidad de crucero gracias a “mala”, que confirma a Marcos Crespo como hábil melodista de pluma confesional. “vivo del aire” es un medio tiempo al estilo de los The Cure de “Disintegration” (1989). El tono del EP cambia radicalmente con “nada importa”. También su tempo. El patrón rítmico se encabrita y el nihilista motto de la canción va adquiriendo profundidad y urgencia –los coros en segundo plano subrayan el desespero– conforme esta avanza. Y “estupefacientes” supone un cierre inmejorable. La favorita del lote se aferra a un ritmo cuadrado en plan New Order al que suma un desempeño vocal ensoñador. Cuatro de cuatro. Un pleno. Queremos más de esto. César Luquero

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Las tres canciones de este EP estimulan y dejan con ganas de más, porque diseñan tres vértices complementarios que bien podrían multiplicarse y expandirse hasta justificar un álbum completo. Y la idea que trasluce en “Erromantizismoa” (“romanticismo” en euskera) cuaja, porque se desdobla en tres modos de entender esa pasión, según la canción: desde el alboroto del enamoramiento, desde un anhelo de complicada resolución y desde el ensimismamiento a través de la música.

“Maite, nauzu zeharkatu” se despereza con un ritmo ancestral, apuntalando una cándida melodía con hechuras de nana folk, impulsada por un tratamiento de electrónica minimalista. Las cosas se enturbian cuando ambos alternan sus voces (vocoderizadas) en “Laguntasuna bazen apurtezina”, que tiene ese punto a trip hop espectral sin evidenciar deuda alguna con los noventa, ese tipo de canción que no hubiéramos predicho hace treinta años, ni borrachos, cuando le asignábamos al estilo una pátina coyuntural. La conexión con la electrónica post-dubstep es aún más evidente en “Agertokian neskatila”, con su ritmo tribal, un drum’n’bass ahogado y la voz de Ana Arsuaga luciendo con toda claridad. Ojalá sigan compartiendo ideas. Carlos Pérez de Ziriza

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