Nadie podrá decir que 2020 no ha sido 2020 hasta el último minuto: el 31 de diciembre, unas horas antes de atravesar mental y temporalmente lo que separa un año fatídico de otro que promete estar a la altura, el mundo de la música se enfrentó a su último gran trauma. La mujer de MF DOOM (1971-2020), Jasmine, anunciaba en Instagram su muerte “en diferido”.
“Hizo la transición el pasado 31 de octubre”, reza el texto, evidenciando el supuesto desfase temporal entre el fallecimiento y la revelación del suceso. El desconcierto se hizo genérico en las últimas horas del 2020 y los sentimientos a flor de piel se notaron desde todos los ángulos del ecosistema hip hop: Questlove, consternado; Flying Lotus, escribiendo unas sentidas líneas que se observaban improvisadas; DJ Premier, incapaz de articular palabras consistentes. Ellos, entre otros muchos, han creado en las últimas horas una cascada de homenajes que remarcaban la indiscutible influencia de DOOM.
Tienen toda la razón: la causa de la muerte no ha sido esclarecida y el lapso de tiempo entre la nota pública y la muerte del MC no ha hecho más que amplificar la confusión, dejando entrada a las interpretaciones alternativas y agudizar el dramatismo del hecho en sí mismo. Para todos los que estamos en esto, 2020 será siempre (y además) el año que nos quitó al “último gran mito del rap”.
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