Para darse cuenta de la importancia de Alizzz como productor y catalizador, solo hace falta fijarse en el celebérrimo “Tiny Desk Concert” de C. Tangana, que ya se acerca a los 30 millones de visualizaciones. Cuando al final, antes de interpretar “Tú me dejaste de querer” –sin duda, la mejor canción de “El Madrileño” (2021)–, Pucho le espeta:“¿Qué vas a hacer ahora, Cristian?”, y él contesta, sincero: “Pues mucha presión, la verdad”. Es La Húngara quien le infunde ánimos para que la magia lo inunde todo cuando su voz pasada por vocoder entona “tú me dejaste de querer cuando te necesitaba, cuando más falta hacía, tú me diste la espalda”, insuflando el punto justo de modernidad a la juerga flamenca.
Este tótem de la nueva música española da ahora otro golpe de efecto demostrando que lo urbano puede ir perfectamente de la mano del indie pop en su primer álbum, ese “Tiene que haber algo más” (2021) que por fin pudo presentar en su tierra, dos meses después de lo previsto y con las entradas de Razzmatazz agotadas con mucha antelación. Había una enorme expectación por comprobar cómo suenan en directo unas canciones compuestas con la guitarra y en cuya grabación ha contado con insignes músicos de la escena alternativa catalana, como el guitarrista David Soler (Maria Arnal i Marcel Bagés) y el bajista Miquel Sospedra, así como con el triunvirato formado por Ferran Palau, Joan Pons (El Petit de Cal Eril) y Jordi Matas.
Pero una cosa es el estudio de grabación, sitio en el que se mueve como pez en el agua, y otra muy distinta el directo, faceta en la que es totalmente bisoño. Así es comprensible que, en su primera actuación en Barcelona, ayer día 24, confesase estar tan emocionado como nervioso antes de atacar “Todo me sabe a poco”, una canción rotunda y a la vez gaseosa. Acompañado por un cuarteto –con la batería de Rodrigo Hernández, los teclados de Mario Coloma, el bajo de Lluís Borrell y la guitarra de Ferran Gisbert–, inició el concierto con una introducción ambiental que desembocó en “Fatal”, cuyo estribillo desencadenó la primera algarabía con una melodía dirigida por el pulso musculoso y funk del bajo. Arropado por una parca escenografía, sencillos tubos de neón, Cristian Quirante se centró en su rol de cantante.
“Siempre igual” sonó idéntica al disco, sustentada por un poderoso riff de guitarra, y fue el mejor preludio a “Salir”, que fue cantada con rotunda fruición por un respetable que ayudó mucho a disimular una voz tirando a endeble. Su romanticismo pop hace nueva diana con “Disimulao”: sintética, etérea y con coros pregrabados, tuvo un plus de efectividad cuando apareció Rigoberta Bandini –falda y calcetines de colegiala, botella en mano– para pegarse unos lingotazos y celebrar su gran éxito. La exultante y bonita “Amanecer” se convirtió en otra explosión de júbilo que parecía materializar versos como “tengo la sensación de que hay algo infinito entre tú y yo”.
El guiño a Los Planetas en “Luces de emergencia” supuso un bajón, rápidamente superado por un “Ya no vales” que sin C. Tangana fue igual de eficaz, con una línea de bajo hasta siniestra y sus desarmantes “uh-ih-uh-uh”. Al contrario de lo que dice la canción, a Alizzz no se le ha acabado la magia ni ha dejado de ser cool. Incluso se permite rescatar “Antes de morirme”, que compuso con Pucho y Rosalía, sustituyendo a esta última por Amaia, que desencadenó la locura al aparecer en escena cantando y bailando antes de fundirse en un gran abrazo. Su complicidad llenó de buenas vibraciones “El encuentro”, que hizo enloquecer al respetable con ese pegadizo “¿que vamos a hacer?”. No habían pasado ni tres cuartos de hora cuando el concierto terminó. Quedaba la propina del bis: inesperada y deslavazada versión de “Lobo-hombre en París” que no hizo sombra al original de La Unión, más el apoteósico fin de fiesta vía “Ya no siento nada”. Catarsis sintética y guitarrera confirmando que Alizzz es un mago del pop contemporáneo, al margen de las pocas tablas que aún tiene.
El Último Vecino fue el artista invitado que compensó una actuación tan breve. Dispuso de media hora para mostrar sus credenciales antes de la presentación oficial de “Juro y prometo” (2022) el próximo 7 de abril en La [2] de Apolo. En formación de cuarteto, el pop arrebatado de Gerard Alegre fue de menos a más hasta llegar al clímax melodramático y terso de “Ábreme la puerta” y al imponente rescate de “Culebra, columna y estatua”, que grabó con Javiera Mena, entre minimalismo poético y lírica guitarrera. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.