Diva con autoridad y bagaje. Foto: Kevin Goolsby
Diva con autoridad y bagaje. Foto: Kevin Goolsby

Fuera de Juego

Angie Stone, diamante negro

Aunque nació el mismo año que, por ejemplo, Wynton Marsalis, k.d. lang o The Edge, Angie Stone parecía pertenecer a otra generación, la de Lauryn Hill, Erykah Badu y D’Angelo (casi 15 años más jóvenes que ella), quizá porque su estatura artística la situaba entre los pioneros del llamado neosoul, esa brillante hornada de artistas afroamericanos que alumbraron el R&B contemporáneo a partir del hip hop y los ritmos sintetizados, sin perder las señas de identidad del soul clásico. Falleció el pasado día 1.

03. 03. 2025

El 1 de marzo culminó la particular semana negra del soul con la muerte a destiempo de Angie Stone (1961-2025) tras sufrir un accidente de tráfico en Montgomery, Alabama, la misma ciudad donde fue detenida Rosa Parks en 1955 por negarse a cederle su asiento en el autobús a un hombre blanco, la misma donde empezó sus actividades como pastor baptista y líder del incipiente Movimiento por los Derechos Civiles Martin Luther King. Días antes, habían fallecido Jerry Butler (el 20 de febrero), Chris Jasper (el 23 de febrero) y Roberta Flack (el 24 de febrero), todos ellos figuras consagradas en los años dorados del soul, aquejados de enfermedades crónicas que hacían prever su trágico final.

Sin embargo, en la biografía de Angie Stone hay muchos más puntos en común con las de los grandes precursores (Sam Cooke, Curtis Mayfield, o incluso Jerry Butler y Roberta Flack) que con la trayectoria de muchos de sus coetáneos artísticos. Nacida Angela Laverne Brown el 18 de diciembre de 1961 en Columbia, Carolina del Sur, hija de un cantante de góspel que enseñó a la pequeña Angie los secretos de la música espiritual negra, luego madurados en el coro de la iglesia local, la First Nazareth Baptist Church, y al calor de los discos de Donny Hathaway, Roberta Flack, Stevie Wonder o The Impressions, que escuchaba en casa.

Artista polifacética, componía, tocaba el piano y cantaba, además de preparar los arreglos para las primeras canciones que escribió a final de los años setenta para el trío The Sequence, que fundó con sus amigas Gwendolyne Chisholm y Cheryl Cook, la primera banda femenina de rap firmada por el sello Sugar Hill Records de Sylvia Robinson. Luego se mantuvo en una discreta segunda fila, acompañando a Mantronix, Vanessa Paradis y Lenny Kravitz (en cuya banda tocó el saxo), formó un nuevo trío llamado Vertical Hold y a mediados de los años noventa se unió sentimentalmente a D’Angelo, con quien tuvo un hijo en 1998 (Michael D’Angelo Archer II) y en cuyos dos primeros álbumes, “Brown Sugar” (1995) y “Voodoo” (2000), colaboró.

En 1999, al inicio de su carrera en solitario. Foto: Jim Cooper
En 1999, al inicio de su carrera en solitario. Foto: Jim Cooper

En 1999 fue fichada por el avispado Clive Davis para el catálogo de Arista, donde debutó con un disco, “Black Diamond”, que pugnaba por rescatar las esencias de los grandes trabajos del soul de los años setenta, con la mirada puesta en vocalistas proteicas como Betty Wright o Gladys Knight y en el universo musical de Sly Stone o Stevie Wonder. Siguió esa línea en los dos discos siguientes, “Mahogany Soul” (J, 2001) y “Stone Love” (J, 2004), que la convirtieron en la gran artista negra de la época, por encima de otras más laureadas o ensalzadas como Macy Gray, Erykah Badu o Alicia Keys, enarbolando una manera de entender el R&B similar a la que se escuchaba en las producciones de, por ejemplo, Raphael Saadiq o Anthony Hamilton.

Trabajó en cine –en “The Fighting Temptations” (Jonathan, Lynn, 2003), con Cuba Gooding Jr. y Beyoncé–, teatro y televisión, fichó por el remozado sello Stax y grabó algún dueto más con Betty Wright. Y aunque no pudo recuperar la brillantez y la creatividad de sus primeras grabaciones como solista, siempre se reivindicó como portaestandarte del soul contemporáneo: “Con todo el respeto para gente como Maxwell y D’Angelo o Erykah, creo que fui yo quien estableció un puente real e inédito entre el hip hop y el viejo soul. Un buen día, la gente descubrió a D’Angelo emulando a Marvin Gaye cuando solo tenía 17 años. O a Erykah, cuya voz la hace parecer mayor de lo que en realidad es –y recuerda que ella no llegó a utilizar instrumentos o una banda de verdad hasta que empezó a actuar en directo–. Ambos apuntaban directamente al hip hop. Yo no, yo procedo del funk, y conozco muy bien los discos de bandas como Parliament y otros artistas de los setenta. Mi música es una nueva forma de funk o de hip soul con temática adulta. En mis canciones he mezclado la sensibilidad de los chavales que no han oído hablar en su vida de Parliament con la de quienes vienen de la vieja escuela”.

Con su prematura muerte, desaparece una de las más grandes pioneras del soul del siglo XXI. ∎

“No More Rain (In This Cloud)”, de su álbum de debut, “Black Diamond”.

Soul Sister

“Black Diamond”
(Arista, 1999)

Primoroso álbum de debut en solitario con un repertorio imbatible, alimentado del espíritu de los clásicos (Sly & The Family Stone, Chaka Kahn, Gladys Knight, Betty Wright), pero también se nutre de la savia más joven emparentada con Prince, desde Lenny Kravitz hasta D’Angelo y Lauryn Hill, en canciones gigantescas que hoy son canónicas del género: “Life Story”, “No More Rain (In This Cloud)”, coescrita con Jim Weatherly, “Love Junkie” o esa estupenda versión del “Trouble Man” de Marvin Gaye. Soul feminista y concienciado, tan brillante como los primeros álbumes de D’Angelo y Erykah Badu.

“Mahogany Soul”
(J, 2001)

Otro álbum arrebatador, que reivindica y reinventa el clasicismo de los años setenta ya desde esa foto de portada, además de las voces cálidas, untuosas, y los coros melismáticos, herencia del góspel que impregnó sus años de formación. La cantante toma el mando en piezas vigorosas como “Brotha”, un hermoso himno de orgullo negro coescrito y producido por Raphael Saadiq, donde intervienen Eve y Alicia Keys; “Time Of The Month”, la primera vez que una vocalista se refiere sin complejos al síndrome premenstrual; o “The Ingredients Of Love”, un adhesivo dueto con el cantante de Filadelfia Musiq Soulchild.

“Stone Love”
(J, 2004)

Angie Stone sigue siendo, cinco años después de su flamante debut, una de las indiscutibles de la penúltima hornada del soul femenino del siglo XXI. Aquí se rodea de invitados gloriosos como Floatry, su admirada Betty Wright o el gran Anthony Hamilton, genuino portaestandarte de todo el soul contemporáneo, y confirma su categoría con un tercer álbum lleno de piezas deslumbrantes (“My Man”, “Stay For A While”, “That Kind Of Love”, “I Wanna Thank You”) que solo desmerece en el rap insulso interpretado por Snoop Dogg (“I Wanna Thank Ya”). También obligatorio para amantes de la música negra. ∎

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